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Cracovia, ruta trendy en una ciudad de cuento

La niña bonita de Polonia es un foco de atracción para jóvenes de todo el mundo, porque aunque por sus rincones se cuela lo mejor y lo peor de su pasado, hoy su vida gira en torno a sus animadas terrazas, sus mágicos garitos de jazz y su gastronomía exquisita.

by NOELIA FERREIRO

Tan bella en su armonioso juego de arquitectura y de luz, tan interesante en su conjugación de historia y proyección futura. Cracovia, la que fuera la antigua capital de Polonia y bastión de su identidad, fue –junto con Quito- la primera ciudad en el mundo declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978. Un título que vino a augurar el potencial de este cúmulo de magnífico patrimonio, aderezado con ambiente juvenil. Hoy esta urbe moderna, dinámica y cosmopolita es la más visitada del país, y para muchos, también la más bonita. 

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En Cracovia hay lugar para todo tipo de viajero. Para los interesados en el turismo religioso, que hallarán decenas de iglesias impresionantes (góticas, barrocas…) y la huella de su querido Papa, Juan Pablo II, que encontró el camino espiritual en la que siempre consideró la ciudad de su vida. Pero también para los apasionados de la historia en el lugar donde la infamia del hombre dejó una profunda cicatriz. Y para los amantes del arte de ayer y de hoy. Y por supuesto, para los que, simplemente, llegan atraídos por su vida nocturna con una escena musical de primer orden. 

LA MAYOR PLAZA MEDIEVAL DE EUROPA
Recorrer el casco histórico, abrochado por el bonito parque de Planty en lo que antes era el foso de la muralla, es sumergirse en la historia polaca. Empezando por la Rynek, el lugar al que conducen todos los caminos. Una plaza gigantesca (la más grande de la Europa medieval) salpicada de monumentos como la Lonja de Paños, la iglesia de Santa María con sus dos torres desiguales, la Torre del antiguo ayuntamiento o el divertido Museo Subterráneo, que recrea la historia de la propia plaza con su antaño carácter comercial. 

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Conviene acercarse al Museo Czartoryski para apreciar una joya única: La dama del armiño de Leonardo da Vinci. Y después recorrer el barrio universitario, donde no hay que perderse el Colegium Maius: no solo es una joya de la arquitectura gótica sino también un interesante museo con los tesoros astronómicos de Copérnico, su alumno más ilustre. Será momento de comer algo ligero en el ambientadísimo local Chimera (chimera.com.pl), o de dirigirse a la calle Florianska, repleta de bares, restaurantes y tiendas. Un imprescindible: Jama Michalika (jamamichalika.pl/en), la cafetería art nouveau frecuentada por artistas locales. 

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Entonces, para completar la ruta monumental, quedará solo subir al castillo, en la colina de Wawel, visitando antes la catedral y al paso de tiendas de antigüedades y de porcelana, de artesanía y de recuerdos. Y ya arriba, en la majestuosa fortaleza, disfrutar de la panorámica de la ciudad con la mítica brecha del río Vístula.

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RÁFAGAS DE LA MEMORIA
Imposible permanecer ajenos a lo que fuera el gueto de Cracovia, del que tan solo se conserva un pedazo de muro. Para recordarlo está la escalofriante plaza de los Héroes del Gueto, en la que los judíos esperaban para ser deportados. Las sillas vacías simbolizan los objetos cotidianos que trataban de llevarse consigo creyendo, tristemente equivocados, que su destino era una vida mejor. En la esquina permanece aquella farmacia a la que Polanski dedicó su Óscar por El pianista.

También el Museo de Schindler (sí, el de la película de Spielberg) es otro hito de la memoria. En la misma fábrica donde este informante de las SS salvó a unas 1.200 personas, se exhibe hoy un paseo por la historia de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. 

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CITAS COOL EN KAZIMIERZ
Menos carga dramática tiene el barrio judío (no confundir con el gueto), ideal para salir de tarde-noche. Las calles son animadas, las tiendas lucen originales y la oferta de restaurantes (y no sólo de cocina hebrea) resulta espectacular. Aquí encontramos sorpresas como el Rincón Judah, una explanada con food-trucks bajo un famoso mural; o el Stara Zajezdnia (starazajezdniakrakow.pl), un enorme pabellón que sirve de punto de encuentro, con cervecerías artesanales y grandes pantallas para ver los partidos y los conciertos sobre confortables tumbonas.

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El centro de Kazimierz lo constituye la plaza Szeroka (es más bien una calle muy ancha), donde el restaurante Once upon a time (Szeroka, 1) recrea las casas judías, tal y como eran antes de la guerra. Y el alma está en la Plac Nowy, donde hierve la animación juvenil: cafés, barecitos, puestos de comida, locales de moda… En sus alrededores no hay que perderse la cafetería Singer (Estery, 20) cuyas mesas son máquinas de coser; Nova Resto Bar (novarestobar.pl), popular restaurante con decoración vintage; Moment (momentcafe.pl) con relojes por aquí y por allá (incluidos los famosos de Dalí) para que el tiempo pase más despacio; y el club más famoso del barrio, Alchemia (en.alchemia.com.pl), que organiza interesantes conciertos de jazz.

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