Los Farnesio te invitan a palacio

Si viajas a Roma siéntete como una de sus ilustres invitadas, porque las puertas de esta residencia sólo se abren en contadas ocasiones. No te pierdas la exposición que la actual sede de la embajada de Francia muestra sobre la historia de una de las más importantes familias italianas.

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Un total de 150 obras -entre pinturas, esculturas, diseños, monedas y cerámicas- que acompañaron los fastos y la suntuosidad en los años de máximo auge de este rico y culto linaje forman la exposición Palacio Farnesio. De las colecciones renacentistas a la Embajada de Francia. Una muestra que hasta el próximo 27 de abril podrás visitar si pasas por Roma y que anima a revivir la fascinante historia de este bello edificio.

La apertura de este palacio renacentista –ejemplar compendio de arquitectura, pintura, escultura y pasión por la antigüedad- es todo un acontecimiento, ya que al acoger la legación diplomática francesa no puede ser visitado habitualmente por el público.

La celebridad de los Farnesio se inició en el año 1534, cuando el cardenal Alejandro fue elegido Papa con el nombre de Pablo III, quien tendría cuatro hijos con una mujer de nombre desconocido. Príncipe de la Contrarreforma y mecenas renacentista, ordenó la construcción del palacio a Antonio Sangallo en 1515, pero, a la muerte de este, fue Miguel Ángel quien en 1546 asumió la dirección de las obras. Miguel Ángel fue autor de la imponente cornisa superior y del elegante patio interior, junto a Sangallo y Jacopo Vignola. A la muerte de Pablo III fue Vignola el encargado de rematar el palacio bajo la dirección de Giacomo della Porta en 1589.

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Casi un siglo, pues, para construir el llamado “dado Farnesio”, por su forma de cubo, su austeridad, grandeza y sobriedad. Un palacio que acogió cenáculos y tertulias de artistas, de escritores y amantes de la Roma del Cinquecento. Todo ello impregna la muestra, en la que los pasos llevan al visitante a la Sala de los Emperadores y de los Filósofos -decorada con frescos de Taddeo Zuccari y Francesco Salviati- para reivindicar los orígenes romanos de los Farnesio. Las famosas estatuas de los ‘prisioneros dacios’ han recuperado su puesto al lado de los grandes portones del Gran Salón. Un regreso de estas obras antiguas que ha sido posible gracias a los préstamos del Museo Arqueológico de Nápoles, según el comisario de la exposición, Roberto Cecchi.

Una de las sorpresas que depara la muestra es la recolocación en forma virtual de las imponentes siluetas de Hércules Farnesio y Hércules Latino en su lugar original en el patio, además del Toro Farnesio junto a la monumental estatua de Apolo, conocido en la época como Roma Triumphans. Entre la joyas expuestas se contempla el studiolo, un rarísimo mueble renacentista realizado exclusivamente por maestros romanos para conservar la colección de monedas de los Farnesio.

También los cuadros han sido colgados en las paredes de la galería nordeste, como el Retrato del Papa Pablo III, de Tiziano, y Cristo y la Cananea, que Aníbal Carracci pintó para la capilla privada de Eduardo Farnesio. Ambos cuelgan junto a las obras de Del Piombo, Carracci y El Greco, testimonios mudos de la espectacular colección. Tanto Pablo III con sus nietos Ranuccio y Eduardo reunieron una magnifica colección de arte, pero gracias a la última Farnesio, el palacio pasó a manos españolas. Isabel de Farnesio contrajo matrimonio en 1714 con Felipe V de España, y su hijo Carlos III de Borbón, que fue rey de Nápoles desde 1735, heredó los bienes de la familia.

Sin embargo, Francia aparece en la historia del palacio en alquileres a los Borbones, hasta que en 1911 el país galo compra el inmueble y lo vende a Italia en 1936, aunque con una cláusula por la que se pone el Farnesio a disposición de Francia durante 99 años y, a cambio, Francia cede por el mismo período el hotel de La Rochefoucauld- Doudeauville, sede de la embajada de Italia en París.

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