Ordesa, en busca del paraíso perdido

Glaciares, espesos bosques de hayas y abetos, picos de más de 3.000 metros de altitud y una fauna excepcional son las mejores credenciales del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Eso, y su secreto mejor guardado: el desplome de las aguas del río Arazas. Te presentamos la cara más deslumbrante del Pirineo oscense.

by hola.com Con la gigantesca pared del Tozal del Gallinero dando la bienvenida al caminante se inicia una de las excursiones más sugerentes por el interior del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, la que lleva hasta el circo de Soaso. Atrás queda una de las imágenes más fotografiadas de toda la cordillera pirenaica: la que ofrece la torre de la iglesia de San Salvador de Torla con el fondo de la imponente mole del Mondarruego cerrando su horizonte.

Al valle de Ordesa se refirieron los montañeros de finales del siglo XIX como “un lugar donde todo armoniza…, donde las nubes cubren hermosamente los picos más altos, las nieves presentan una blancura incomparable, las cascadas caen con aspecto diamantino, y las fragosidades del terreno crean una atrayente luminosidad que ni tan siquiera conocen los Alpes”. Desde aquel entonces, poco han cambiado las cosas por estos parajes.

La Pradera de Ordesa, situada al final de la carretera asfaltada, es el punto de partida de este itinerario que discurre por una senda suave, amplia y evidente que va ganando en desnivel progresivamente y es apta para todo tipo de público. Como fiel acompañante, el soberbio paisaje de un extraordinario espacio natural de 15.000 hectáreas que guarda uno de los ecosistemas más singulares de la cordillera pirenaica, formado por la erosión de los glaciares sobre el valle del Arazas.

Si antes de emprender la ruta acudes al centro de recepción de visitantes El Parador, la visita puede resultar más enriquecedora, porque en él se ofrece información detallada y precisa sobre la historia geológica, la fauna, los pisos vegetales y el medio de vida tradicional de este espacio protegido. Además es el lugar donde conseguir mapas e información para estas y otras excursiones a pie.

Junto a la caseta de los guardas arranca el camino que discurre por la margen derecha del río Arazas y va descubriendo fantásticas y espumosas cascadas hasta llegar al circo. Con el murmullo del río no muy lejano, te adentrarás en el frondoso, tupido y denso valle, donde se mezclan los pinos silvestres con las hayas, los abetos y un abundante sotobosque de bojes. Los cantos de las aves ponen la música ambiental y el vuelo de chovas y quebrantahuesos la animación hasta que, casi si darse uno cuenta, se empieza a oír el estruendo sonoro del primer salto de agua: la cascada de Arripas, también llamada del Abanico por su anchura.

Un poco más arriba, diversas sendas y miradores se aproximan a otros saltos de mayor envergadura y más fáciles de ver, como el del Estrecho, que, con sus cien metros de caída repartida en dos pisos, es uno de los más llamativos. También están los de Chordonal y La Cueva. Más adelante esperan las Gradas de Soaso, unos resaltes caprichosamente dispuestos por la erosión del río por donde las aguas se despeñan de grada en grada. A partir de este punto, el sendero se torna algo más pendiente hasta alcanzar sin esfuerzo la amplia llanura glaciar de Soaso, cerrada por altas paredes rocosas. El camino termina, tras dos horas y media de recorrido, en un escondido rincón, a los pies de los picos Cilindro, Monte Perdido y Sound de Ramond, donde el torrente ruge con vigor atronando los oídos y tiene lugar el gran espectáculo que ofrecen las aguas del río Arazas desplomándose por la cascada de la Cola de Caballo.

Más allá de esta idílica ruta del agua y sólo para los más preparados, esperan nuevos retos, como el que lleva a la cima del Monte Perdido, que con 3.355 metros es la tercera montaña más alta de los Pirineos y la cima calcárea más alta de Europa.

GUÍA PRÁCTICA

La visita
La mejor época para visitar el parque es a finales de la primavera y a principios de otoño. En verano los cambios de tiempo son bruscos y al comienzo de la primavera los árboles aún no tienen hojas y suele haber nieve, con el consecuente frío y peligro de aludes. Es recomendable llevar ropa y calzado cómodo, y chubasquero; también conviene hacer los itinerarios a primera hora de la mañana y volver a primera hora de la tarde, a partir de la cual suelen formarse las tormentas.

Aparcamiento
Existe un gran aparcamiento en la Pradera de Ordesa, pero en temporada alta el acceso en vehículo privado está limitado desde Torla; cada 15 ó 20 minutos un servicio de autobuses lanzadera une ambos puntos situados a ocho kilómetros de distancia.

Dónde dormir
En San Martín de Solana, la Casa de San Martín es un coqueto hotel rural que ocupa un imponente caserón de piedra de elegante carácter rústico. Más cerca de Torla queda Casa Frauca, una casa modernista con cierto aire romántico. En Boltaña y en un impresionante edificio del siglo XVI a orillas del río Ara, el Monasterio de Boltaña ofrece los servicios de un moderno hotel de cinco estrellas, como un gran spa y un selecto restaurante. Si se recala en Aínsa, los hotelitos Los Arcos, Los Siete Reyes y Posada Real son una buena elección.

Gastronomía
Aínsa es un buen lugar para hacer compras típicas: torta montañesa, crespillos, rosquillas, mermeladas, licores y vinos de Somontano, ternera de raza pirenaica, pero, sobre todo, para parar a comer. Una buena elección es Callizo (tel. 974 50 03 85), ubicado en la misma plaza Mayor, donde se ofrecen platos autóctonos renovados con notable acierto. En el mismo escenario, Bodegas del Sobrarbe y el Bodegón de Mallacán. Ambiente agradable también el de El Duende (tel. 974 48 60 32), en Torla, con una cuidada carta; o en Sarvisé, el restaurante del hotel Casa Frauca.

Más información
En Parques Nacionales. En Torla, junto al aparcamiento, se encuentra el nuevo Centro de Visitantes (tel. 974 48 64 72). También existen dos puntos más de información del parque abiertos todo el año en Escalona (tel. 974 50 51 31) y en Bielsa (tel. 974 50 10 43).

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