La noche del 31 en otros rincones del mundo

No todo iban a ser uvas y campanadas. Si tienes curiosidad por averiguar cómo celebran el cambio de año en otras esquinas del planeta, no te pierdas las siguientes líneas.

by hola.com

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No, lo de atragantarse con las uvas en los últimos segundos del año no es universal. La tradición, rigurosamente española y por extensión de algunos países latinoamericanos, data al parecer de principios del XX, y aseguran las malas lenguas que fue instaurada por unos cosecheros alicantinos que, desesperados por desembarazarse de los excedente de uva, se las ingeniaron para convencer a sus vecinos de que tomarlas la noche del 31 traía suerte para el resto del año.

Pero lo cierto es que, cuando se trata de asegurarse la fortuna, en todos los países “cuecen habas”. En Italia, en concreto, lo que cuecen son lentejas, que es lo que se cena en Nochevieja para que no falte el dinero en el año que entra. Cuantas más se coman, más riqueza, por lo que en este año de crisis se preveen peligrosos atracones.

Aunque para excesos, los de Nápoles, donde a las doce en punto la ciudad estalla en cohetes y petardos que le dan un aire de escenario bélico. Caminar a esas horas por la calle es cosa de riesgo si se tiene en cuenta que, además de toda esta artillería, también es tradición deshacerse de los trastos viejos lanzándolos por la ventana. Hay quienes, en un arranque de euforia por empezar el año con buen pie, llegan a arrojar la tele o el sofá. De ahí que, por miedo a que les caiga encima semejante proyectil, a las afueras de la ciudad puedan verse formidables hileras de coches aparcados a salvo.

Mucho más 'civilizadas' resultan algunas tradiciones centroeuropeas. Como los vals en plena calle que bailan los autriacos recién inaugurado el Año Nuevo, las grandes velas blancas que en estas fechas presiden los hogares irlandeses o el tradicional muérdago que protege de los demonios a los ingleses y les trae suerte para el año que comienza. Aunque el colmo de la organización lo tienen los suizos, donde desde hace 20 años funciona la noche del 31 el batallón de Narices Rojas que, como ángeles protectores, se ofrecen a llevar a casa a los que se hayan pasado con el champán y no se sientan en condiciones de conducir.

Pero también algunos nórdicos llegan a perder los papeles en la última noche del año. Y si no que se lo pregunten a los daneses, que se pasan por las casas de sus íntimos para demostrarles su cariño rompiendo a su puerta un montón de platos viejos. Y triste aquél que no se encuentre a la mañana siguiente con al menos unas cuantas piezas de vajilla echas añicos al salir de casa.

Tampoco los escoceses se quedan cortos en su Hogmanay, la madrugada de un Fin de Año presidido por el fuego. Mientras que en Edimburgo se suceden las procesiones de antorchas y la ciudad estalla en un ambiente festivo con música, espectáculos callejeros y hasta los heladores chapuzones en el río de los más valientes, en otras poblaciones se dedican a lanzar nada menos que un barril en llamas y lo hacen rodar por las calles para permitir la entrada del año como manda la tradición.

En algunos países latinoamericanos como Ecuador o Colombia se confecciona antes del 31 un muñeco que representa todo lo malo acontecido en el año y, tras darle sus buenos azotes para que no se vuelva a repetir, se le prende fuego esa noche. Mientras, algunos en Brasil prefieren tomárselo con bastante más dulzura. En esta última noche las playas se iluminan con fuegos artificiales y, como en la carioca de Copacabana, antes de que empiece la fiesta más vibrante, los seguidores de Iemanjá, vestidos de blanco riguroso, siembran la arena de velas y arrojan flores al mar para ganarse los favores de esta diosa de las aguas.

Pero si lo que de verdad quieres para el año que viene es no dejar de viajar, haz como en tantos otros países suramericanos: coge una maleta vacía y, nada más tragar la última uva, lánzate a todo correr con ella a cuestas y dale una vuelta a la manzana. Si te sorprende algún vecino pensará que te has excedido con el cava, pero dicen que el método es infalible.

Feliz año pues, y muy felices viajes.

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