Fue en 1980 cuando se comenzó a relacionar el nombre del príncipe Carlos con el de Lady Diana Spencer, una tímida joven rubia de Park House, Gran Bretaña. El 6 de febrero de 1981, tres meses después de que se descubriera el interés mutuo que existía entre los jóvenes, la pareja de enamorados se comprometió para dar comienzo a su historia de amor, así como también a un romance eterno entre la princesa Diana y el mundo entero.
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Poseedora de elegancia natural, carisma y humildad de corazón, Diana de Gales poco a poco se convirtió en una de las mujeres más admiradas del planeta. Con una luminosa sonrisa, mirada dulce y tímida personalidad, la “Princesa del pueblo”, como la llamaban los británicos, se ganó el corazón de todos convirtiéndose en toda una celebridad sin siquiera darse cuenta.
Su espectacular boda con el príncipe Carlos el 29 de julio de 1981 en la Catedral de St Paul, Londres, fue televisada, algo que hasta el momento no se había hecho nunca y que marcó tendencia desde entonces. Recordada como uno de los eventos del siglo, el enlace daba comienzo a lo que se esperaba que fuera un verdadero cuento de hadas.
Luego, los príncipes William y Harry llegaban a la vida de Carlos de Inglaterra y Lady Di, como se la llamaba cariñosamente, para descubrir en ella su mejor rol, el de mamá. Denominada como “rebelde”, la Princesa de Gales se mostraba cariñosa en público, cómplice de sus hijos y muy divertida, algo que no era convencional de ver en una Familia Real. Pero ella siempre lo tuvo claro: quería que sus pequeños tuvieran una vida lo más normal posible. Gracias a su convicción en la crianza de sus hijos, los príncipes tienen guardados en su corazón momentos únicos e inolvidables vividos con su madre.
Diana de Gales no solamente se preocupaba por el bienestar de los suyos, sino que también estuvo pendiente de los más necesitados sacando así a relucir así su espíritu bondadoso y alma caritativa. Si hay algo que no cabe duda alguna es que los príncipes William y Harry han heredado esta faceta altruista de su madre, la cual se hace presenta cada vez que alzan su voz para ayudar a los más desfavorecidos.
Con el pasar del tiempo, aquel brillo especial que se veía en la mirada de Diana de Gales comenzó a desvanecerse hasta convertirse en un dejo de tristeza. En diciembre de 1992 se daba a conocer aquello de lo que ya se venía especulando, la princesa Diana y el príncipe Carlos se separaban. El divorcio finalizó en 1996 pero, lejos de que esto significara que Lady Di dejara de ser el centro de atención, su vida privada se convirtió en gran interés mediático.
Un año después, el 31 de agosto de 1997, un giro fatal del destino conmocionaba al mundo entero. Con 36 años de edad la queridísima Diana de Gales perdía la vida, junto a su último amor, Dodi Al Fayed, en un trágico accidente automovilístico en el Túnel del Alma, París. La terrible noticia del fallecimiento de la “Princesa del pueblo” sumió a todos en una profunda tristeza, pero sobre todo a los jóvenes príncipes que perdían de repente a su cómplice, protectora y cariñosa madre de un día para el otro. Lo cierto es que aunque pasan los años, el recuerdo de la princesa Diana sigue tan vigente como siempre y su carisma y espíritu bondadoso se ve reflejado en sus hijos, quienes han sido su mejor legado.
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