Cuidado con mezclar alcohol y medicamentos porque puedes tener un disgusto

Si tienes previsto salir de comida o de cena y te estás medicando, lee el prospecto del medicamento, busca si tiene alguna interacción con el alcohol y, en caso de duda, pregunta a tu médico o al farmacéutico. Beber y medicarte pone en riesgo tu salud.

Por hola.com

Navidad y alcohol parecen ir de la mano. Pero el futuro de esta pareja no es muy halagüeño. Y es que la mayoría de los fármacos no son nada compatibles con las bebidas alcohólicas. Estas pueden potenciar su efecto o disminuirlo. En algunos casos, incluso se puede sufrir una reacción adversa que puede llevarte al hospital. Por eso, si estás tomando algún medicamento, es conveniente que leas bien el prospecto o preguntes al médico si puede haber alguna interacción. Ante la duda, abstente de beber. 

“El alcohol es metabolizado en el hígado, principalmente por el enzima alcohol deshidrogenasa (ADH). Cuando se ingiere simultáneamente con fármacos que son metabolizados por las mismas vías metabólicas pueden ocurrir dos cosas: si se produce una ingesta aguda -en una celebración, comida o cena-, las toxinas de ambas sustancias no se metabolizan correctamente y se potencia el efecto de ambas. Si el consumo es crónico, se corre el riesgo de disminuir la acción del fármaco”, explica el doctor Alberto Borobia, del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Universitario La Paz, en Madrid. Además, hay fármacos que producen un daño hepático. Al consumirlos con alcohol, ese daño se potencia. 

¿Hay dosis seguras?

La respuesta no es sencilla. "Es difícil de cuantificar porque influyen más factores además del propio consumo de alcohol, por ejemplo la edad, la situación nutricional del paciente o si hay otras enfermedades", explica el especialista. Lo más recomendable es que se pregunte al médico. Tampoco hay bebidas más o menos seguras porque lo que interactúa es la cantidad de alcohol. Por ello, las que tengan más grados serán más peligrosas y a la hora de elegir, es mejor optar por las que tengan una menor proporción  o sean 0,0. 

Por otro lado, hay grupos de población que tienen más riesgo de sufrir reacciones adversas. Por ejemplo, los mayores de 65 años son más sensibles al efecto del alcohol. Otros, como los pacientes crónicos que están tomando alguna medicación anticonvulsionante o anticoagulante, deben evitar beber en la medida de lo posible. Estas medicaciones deben mantener unos niveles estables en sangre. El alcohol puede disminuir la acción del fármaco y desencadenar una crisis. 

¿Y si estoy tomando paracetamol? 

El paracetamol es uno de los analgésicos más recetados para el dolor ocasional o la fiebre. Pero se trata de un fármaco muy tóxico para el hígado por lo que al tomarlo junto al alcohol se puede incrementar este efecto. Por su parte, el ibuprofeno es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) que puede producir gastritis. No pasa nada si vas a tomar uno o dos para un dolor de cabeza o de muelas. En este caso, y si tienes prevista una celebración donde se sirvan bebidas alcohólicas, intenta no tomar más de una copa. Si debes tomar este tipo de medicación durante un largo periodo de tiempo, mejor abstente de beber ya que es más probable que sufras problemas digestivos. 

Respecto a los antibióticos, no todos son perjudiciales. Por ejemplo, si estás tomando amoxicilina, es probable que no se produzca ninguna interacción. Aún así, lo prudente es no beber porque hay otros tipos de antibióticos que sí pueden producir un daño muy serio a tu organismo. ¿La mejor decisión? Decántate por un cóctel sin alcohol

Cuidado con el 'efecto antabús'

Es probable que nunca hayas oído hablar de este efecto. Sin embargo, es muy temido por las personas que tienen una adicción al alcohol y están en una terapia para tratarla. El antabús es un medicamento que se utiliza para la deshabituación alcohólica. Se emplea como refuerzo en el tratamiento pero siempre con una condición: nada de alcohol. De lo contrario, se pueden experimentar efectos adversos como sudoración, palidez, mareos, vértigos, vómitos, calambres abdominales, convulsiones e incluso muerte por fallo cardiorespiratorio si se tiene contacto con cualquier bebida alcohólica.

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Ojo con estos fármacos

Revisa esta lista y, si estás tomando alguno de ellos, no dudes en hablar con tu médico o farmacéutico antes de tomarte una copa:  

Ácido acetilsalicílico: es el principio activo de la aspirina y se utiliza para el dolor y la fiebre. Perjudica la mucosa gástrica y, al consumirlo con alcohol, podría producir sangrado. Además este principio activo es tóxico para el hígado por lo que el daño es mayor. 

Analgésicos opioides: hay riesgo de depresión respiratoria del sistema nervioso central (SNC). Esto significa que pueden disminuir el ritmo cardiaco, la respiración e, incluso, provocar la muerte. 

Antihistamínicos: pueden alterar significativamente la función motora. Estarás más torpe por lo que no se recomienda realizar actividades que puedan poner en peligro tu vida. 

Barbitúricos: son los fármacos utilizados para dormir. Si se bebe, se potencia el efecto depresor del SNC y tu vida puede verse seriamente comprometida. 

Benzodiazepinas: se usan para tratar la ansiedad. Tomados junto a alcohol pueden causar más sueño y relajación. Por ello, no se recomienda consumir alcohol, sobre todo, si se va a conducir o si se maneja maquinaria peligrosa. 

Biguanidas antidiabéticas: son fármacos que se utilizan para controlar la diabetes tipo 1. Si se toman con alcohol hay un riesgo mayor de hipoglucemia (bajada de azúcar).

Captopril, felodipina, nifedipina y diuréticos como la hidroclorotiazida: se emplean para mantener controlada la presión arterial. Con alcohol pueden producir somnolencia, mareos, desmayos y problemas de corazón como arritmias. 

Carisoprodol y ciclobenzaprina: te los pueden recetar como relajantes musculares. Mejor que no bebas nada ya que puedes experimentar mareos, somnolencia, hay mayor riesgo de sobredosis, dificultad para respirar e incluso podrían aparecer convulsiones. 

Cefalosporina: es un tipo de antibiótico. Si se toma alcohol, se puede producir el efecto antabús.

Cimetidina: es un fármaco que se emplea para tratar las úlceras y el reflujo gastroesofágico. Tomarlo junto una bebida alcohólica puede aumentar el riesgo de intoxicación etílica.

Ketoconazol: si sufres candidiasis es posible que lo estés tomando. Tampoco se trata de una pareja compatible ya que el alcohol puede interactuar con este fármaco produciendo el efecto antabús y, además, aumenta la toxicidad para el hígado. 

Metronidazol: se utiliza para tratar algunas vaginitis y otras infecciones por parásitos. El consumo de alcohol si se está tomando este medicamento también puede provocar el efecto antabús.

Penicilina y rifampicina: ambos son antibióticos que se emplean para tratar infecciones producidas por bacterias. Ojo con abusar del alcohol. Puede anular su efecto y no curar el problema. 

Warfarina: es un anticoagulante que se utiliza para evitar trombos. Si se combina con alcohol de forma ocasional podría producir sangrado interno. La ingesta crónica puede anular el efecto de la warfarina y aumentar el riesgo de coágulos, ataque cerebral o cardiaco.