Doctor Miguel Hinojosa: "Debido a la contaminación, hoy en día nos encontramos con más personas con alergia respiratoria en ciudades que en el campo"

No te pierdas nuestra entrevista con este experto en Alergología

Por hola.com

Primavera=alergias. Estamos en plena ‘temporada alta’ en lo que a episodios alérgicos se refiere. Al menos en las ambientales, pues no podemos olvidarnos de las referentes a los alimentos –que se dan independientemente de la fecha-, a los medicamentos o incluso al sol. Un catálogo amplio de afecciones sobre el que hemos querido hablar largo y tendido con un experto, el doctor Miguel Hinojosa, consultor senior de Alergología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Por su consulta pasan a diario decenas de personas con casos muy diferentes. Por eso, “hay que actuar a varios niveles, tocar varios palos ante un caso de alergia”, nos explica. De forma amplia y precisa nos ha acercado un poco más a este problema que padecen miles de personas en nuestro país.

‘El número de afectados por las alergias se ha disparado’. Es una de las afirmaciones que más leemos en los últimos tiempos. ¿Es así? ¿Cuál es el motivo? ¿Cree que se está produciendo un sobrediagnóstico de este tipo de afecciones?
Hay varios factores que influyen. El primero de ellos es que hay un mayor número de profesionales alergólogos en nuestro país y en todo el mundo. Esos especialistas diagnostican más y mejor la alergia. En los años 70 muchos individuos con síntomas nasales o bronquiales -como tos, dificultad para respirar, pitidos en el pecho, etcétera- eran diagnosticados de bronquitis crónica y de catarros, y ahora se sabe que no son catarros habituales, sino que es una enfermedad alérgica respiratoria, de ahí el nombre de asma bronquial alérgica. Se ha afinado muchísimo en el diagnóstico. Y además, hay muchas más sustancias a las que sensibilizarse que antes: ha aumentado el número de alergenos. Por ejemplo, en el caso de los alergenos alimentarios. Antes la comida era natural, como ahora diríamos ecológica. Mientras, ahora, si miramos por ejemplo la composición del pan industrial, vemos aditivos, edulcorantes, espesantes, acidulantes, colorantes… Muchas de estas sustancias no existían antes. Un ejemplo muy claro: en las alérgicas ambientales, respiratorias, si pudiéramos analizar una muestra de aire de Madrid de 1900 y hacer una muestra actual de 2013, no tendría nada que ver. La cantidad de sustancias nuevas que tendría esa muestra es enorme: partículas de látex de los neumáticos de los coches, dióxido de sulfuro, partículas diesel de la combustión de los automóviles de gasóleo…. El hombre está expuesto a mucha más cantidad de presuntos alergenos, posibles sensibilizantes. Por todo ello, se juntan muchos factores: más especialistas, mejores diagnósticos y más cosas a las que hacerse alérgico.

Por lo que nos ha dicho, ¿influye la contaminación en el aumento de las alergias en las ciudades?
Así es. El efecto de las partículas diesel de los coches comenzó a observarse en los años 90 en Japón. Se dieron cuenta de que los individuos que vivían al lado de las autopistas sufrían más alergias respiratorias que aquellos que no lo hacían. Y llegaron a la conclusión, después de numerosos estudios, de que era debido a unos hidrocarburos aromáticos que expelen los tubos de escape de los coches diesel, que actúan como adyuvantes, es decir que se pegan al alérgeno, por ejemplo al polen o a los ácaros. Así, se multiplican por 10 las posibilidades de sensibilización, pues son un potenciador de los alergenos comunes. En España el problema es muy grande, pues hay más motores diesel circulando que de gasolina, por lo que en las ciudades la contaminación es mucho más grande

¿Es más complicado ser alérgico en la ciudad o en el campo?
Antes era en el campo, y sigue siendo importante allí, porque estamos más expuestos a la floración, a la vegetación…hay más alergenos procedentes de las plantas que en las ciudades. Pero en las ciudades hay muchos parques y tenemos el gran problema de la contaminación de la que hablábamos antes. Eso hace que nos encontremos con más individuos con alergia respiratoria en ciudades que en el campo, nos encontramos con que ha cambiado la situación.

Hasta ahora siempre hablábamos de alergia primaveral, pero lo cierto es que para muchas personas ha dejado de ser un problema puramente estacional, ¿cuál es el motivo?
Hay alergenos prácticamente en todas las épocas del año, siendo todavía la más importante la primavera, pues en abril, mayo y junio es cuando florecen las gramíneas, que son, con mucho, el tipo de pólenes que más alergias respiratorias dan, sobre todo rinitis y asma bronquial alérgica. Pero, además, en enero y febrero tenemos el polen de las cupresáceas, de las que nos encontramos muchas por ejemplo en Madrid. Yo recuerdo en los años 90 cuando era residente en el Ramón y Cajal, que apenas teníamos casos de alergia a las cupresáceas, a las arizónicas. Sin embargo, cada vez vemos más, porque se plantan más que antes, a lo que hay que sumar el efecto potenciador de las partículas diésel del que hablábamos antes. Ahora se dan muchas más alergias que antes durante todo el año. Por ejemplo, en abril florece el plátano de sombra, muy frecuente en Madrid y otras ciudades. Las gramíneas, como decíamos, en abril, mayo y junio, como las oleáceas. En el sur de España, Castilla la Mancha y Extremadura es muy común la alergia al olivo, que lo hace a la vez que las gramíneas. Pero, además, en verano, en julio y agosto, tenemos las chenopodeáceas –esas que aparecen en las películas del Oeste que arrastra el viento- y son comunes en Castilla-La Mancha, Alicante, Murcia o Aragón, y que son alergias de pleno verano. Lo cierto es que no nos libramos en ninguna etapa. También está el polen de la parietaria judaica, muy frecuente en la costa Mediterránea, que da alergia todo el año.
Si a esto le sumamos que no sólo dan alergia los pólenes, sino que también están los ácaros del polvo, un alergeno muy frecuente que está presente todo el año, y los hongos ambientales, como la alternaria, o el epitelio de los animales, pues cada vez tenemos más animales en casa, perros, gatos, cobayas, roedores…
El número de alergenos habituales es grande, y no digamos de profesionales, que son muchos más.

Estamos viviendo una primavera especialmente húmeda. ¿Es esto bueno o malo para las personas con alergia?
Los médicos que dan las previsiones de cómo va a ser la primavera suelen ser muy agoreros. Lo que hay de científico es lo siguiente: si hay muchas lluvias en otoño, esas lluvias se llaman lluvias de germinación, y hacen que la planta enraíce más y esté más fuerte después en primavera, que será cuando suelte más polen y florezca mejor. Este otoño fue bastante lluvioso, lo cual en principio es malo para los alérgicos, siempre que no llueva en primavera, porque si en los meses propios de esta estación, abril, mayo y junio, le da por llover, como ha hecho hasta ahora, entonces la lluvia arrastra el polen, limpia la atmósfera tanto de contaminantes como de polen y entonces el alérgico se encuentra muchísimo mejor. Hace falta que haya llovido bastante en otoño y que la primavera no sea excesivamente lluviosa para que se dé un año malo para los alérgicos. Los agricultores, que saben mucho del tiempo, siempre dicen que cuando hay un año bueno de cosecha de cereales es un año malísimo para las alergias, y eso es verdad, porque los cereales son una gramínea, y esa es la planta alergénica más importante posiblemente. Entonces, cuando la cosecha de trigo es importante, ese año es malo para los alérgicos.

Un capítulo aparte merecen las alergias alimentarias, cada vez más presentes. Según un reciente estudio cerca de dos millones de españoles las padecen. ¿Por qué se ha disparado el número de diagnósticos?
Lo que decíamos antes también influye en las alimentarias: mayor número de profesionales, se afina mucho más en el diagnóstico, se atiende mucho más a los síntomas… Antes veías un niño con diarrea y un poquito de urticaria y pensabas que se habría intoxicado con algo, y ahora se busca específicamente la alergia. Y además hay muchos más aditivos, colorantes, emulgentes en los alimentos y hay más sustancias a las que hacerse alérgico que antes. Las alergias alimentarias son un capítulo aparte muy importante. En los niños, las alergias alimentarias afectan a entre el 3 y el 7% de los niños, un porcentaje muy elevado. En los adultos, el porcentaje es menor, entre el 1,5% y el 2,5%, también es elevado pero mucho menos que en los niños.
Muchas de las alergias en los niños, sobre todo en la leche y el huevo acaban curándose. En los sujetos atópicos, es decir en aquellos que tienen predisponibilidad genética para padecer la enfermedad alergia, la alergia alimentaria llega a afectar al 10% de la población atópica. Es, además, la causa más importante de anafilaxis, que es la forma de presentación clínica más grave que tiene la alergia.

¿Cuáles son las alergias alimentarias más habituales?
Los alimentos que con más frecuencia dan alergia en los niños son el primero es la leche de vaca, sin duda. El segundo y a muy corta distancia de la leche es el huevo, siendo la clara más alergénica que la yema; después están las legumbres –las lentejas, los garbanzos, los guisantes, la soja, que es de la familia de las leguminosas y también da alergia-; después los frutos secos y después las frutas. Este es el orden, que está muy estudiado desde el punto de vista estadístico. En adultos, el sesgo cambia bastante, y el primer alimento responsable son los frutos secos, el segundo las frutas –con especial importancia las frutas tropicales o exóticas, como el kiwi, el mango, etcétera, pero también el melocotón, el melón, la manzana…-. Hay una cosa curiosa con respecto a las frutas, en concreto con respecto a su piel: muchas veces nos comemos por ejemplo la manzana con piel, porque nos gusta, y la piel tiene un alergeno que se llama LTP (proteína transportadora de lípidos), una alergeno muy importante y potente que está en la piel de las frutas y responsable de muchos casos de anafilaxis. Si seguimos con el orden en adultos, luego están los mariscos, después el pescado –tanto el blanco como el azul-, seguido del anisakis, que es una causa frecuente de alergia también en el adulto. Puede producir una parasitación del intestino y del estómago del individuo, lo cual no es una alergia, pero esto es muy poco frecuente, lo más habitual es que al pasar el parásito por el intestino del individuo produzca alergia. Al tomar contacto con el parásito, se produce una reacción alérgica. Y en último lugar en los adultos están las legumbres. Como se puede ver, varía mucho en niños y en adultos.

Cuando se confirma un diagnóstico de alergia a algún alimento en un hijo, todo el entorno del niño lo vive con estrés y preocupación. ¿Cuáles son sus recomendaciones en este caso?
Cuando se diagnostica una alergia a un alimento, sobre todo si esta es grave, el tratamiento tradicional siempre ha sido la dieta de exclusión, eliminar el alimento de la dieta. Este tipo de dieta es eficaz, sobre todo si se hace bien, pero tiene muchas limitaciones. Yo creo que es más una limitación que un auténtico tratamiento, no cura al paciente, que en cuanto vuelva a tomar el alimento, aunque sea en forma de pequeñas trazas, ya puede tener una reacción. Obliga al individuo y a sus familiares a estar siempre alerta, lo cual además provoca ansiedad, tiene implicaciones sociales, tiene mermas en su calidad de vida, y en los casos más severos obliga a ir con la adrenalina a todas partes. Hoy en día disponemos de adrenalina autoinyectable, más cómoda, pero aún supone una complicación. Además, el huevo y la leche son auténticos paralergenos; es decir, a mí me dicen que tengo alergia al pepino, y yo lo quito de mi dieta y no pasa nada, porque se usa menos. Pero me dicen que tengo a la leche o al huevo, y la situación se complica, pues son muchísimos los alimentos que llevan leche. Y además, hay que tener en cuenta que el etiquetado de alimentos es muy deficiente, y no te informa bien de los ingredientes que contiene. Las madres miran con lupa el etiquetado, pero aún así es complicado. Los niños que tienen alta alergia, anafilaxis por consumo de determinados alimentos, viven con un problema de ansiedad y de calidad de vida. Por eso se han intentado otros abordajes para el tratamiento de alergia a los alimentos, siendo el más importante la desensibilización.

¿Cuál es su opinión sobre los procesos de inmunoterapia o desensibilización con alimentos?
En España está muy introducida. Prácticamente la hacemos en todas las unidades de alergia de todos los hospitales. Fueron pioneros los hospitales de Madrid, el Gregorio Marañón y el Niño Jesús. No se hace con cualquier alimento, ojo, hay experiencia con huevo y con leche, las dos más frecuentes en Europa. Los norteamericanos, que tienen un problema muy importante con el cacahuete, lo han intentado hacer con el cacahuete, pero con poco éxito, porque es un alergeno muy sensibilizante y no han logrado hacer inmunoterapia eficaz con él, aunque lo han intentado. Con frutos secos no se puede hacer desensibilización. Consiste en dar dosis muy pequeñas, pero paulatinamente crecientes del alimento al paciente, de forma que finalmente lo tolere. Y una vez que lo tolere, hay que seguir dándoselo siempre con una cadencia de cómo mínimo dos o tres días. Porque si lo dejas de dar se vuelve a resensibilizar. El paciente no queda curado definitivamente, a ver si me explico: yo desensibilizo a un individuo frente a la leche, a un niño de siete años por ejemplo, y logro que tolere 200 mililitros de leche, que es un buen vaso de leche. El niño puede tomar hasta esa cantidad, más no, que es lo que se le prueba. Se le podría decir que ya tome leche cuando quiera, por ejemplo que esté dos semanas sin tomar leche y un día que tome un vaso o un yogur, pues eso no se puede hacer. El niño ha de tomar leche todos los días para que mantenga la desensibilización. Lo mismo pasa con el huevo, que se le da primero la yema y luego la clara, y hay que darle huevo todos los días prácticamente, para que mantenga la desensibilización. Es un trabajo largo, que consume mucho tiempo y minucioso.
Y después hay que hacer controles, porque son procesos muy recientes, seis o siete años a lo sumo y no sabemos qué va a pasar en 30 años. Por eso hay que hacer controles.
También disponemos de un medicamento nuevo, que lleva siete años en el mercado, que es un anticuerpo monoclonal contra la inmunoglobulina humana que se llama Omalizumab, que se está usando con éxito en el tratamiento de la desensibilización con alimentos. Se hace la misma desensibilización con alimentos, pero con el paraguas de la protección de este medicamento. En el Ramón y Cajal lo hemos usado con éxito con muchos pacientes alérgicos a leche o huevo. Es una variedad de desensibilización que incluye protección con fármacos. Uno de sus inconvenientes es que es muy caro, y tal como está el sistema nacional de salud… pero se ha realizado en pacientes muy seleccionados con una anafilaxia brutal, en niños casi burbujas, y se ha hecho con éxito.

Un caso común: una alergia que se diagnostica en la edad adulta. ¿Cómo es posible que no se manifieste en la infancia? ¿El alérgico nace o se hace?
El alérgico nace. Naces con una predisposición especial para padecer la enfermedad que se llama atopia, un término griego que significa algo así como fuera de lo común. Es una situación genética que parece que se encuentra en el brazo corto del cromosoma 5. Lo heredan hombres y mujeres: la alergia no entiende de sexos, y afecta igual a los hombres y a las mujeres. En el futuro, si la humanidad sigue avanzando, la medicina llegará a ser una medicina genética, que será el futuro. Muchas enfermedades, y entre ellas la alergia atópica se podrán curar porque curaríamos la base genética de la enfermedad.
El debut de la enfermedad es más frecuente en la infancia y en la adolescencia, pero la alergia puede aparecer a cualquier edad. Hay siempre una predisponibilidad genética y una exposición ambiental. Un ejemplo: un individuo que nace atópico porque sus padres le han pasado el gen, y tiene el componente genético y le han puesto mucha penicilina cuando era pequeño para tratar sus problemas de anginas, de catarros, etcétera, ese niño tiene muchas más posibilidades de acabar siendo alérgico en la edad adulta a la penicilina que uno que nunca la ha tomado. Mientras más te expones a un alergeno, más posibilidades tienes de hacerte alérgico.
En España, por ejemplo, hay un caso que llama la atención con los inmigrantes sudamericanos. Allí apenas hay gramíneas, y aquí hay muchas. Vienen aquí y al cabo de un par de años, acaban siendo alérgicos a las gramíneas, y además alergias fuertes. Ya tenían la predisponibilidad, pero no habían estado expuestos antes.

Y otra de las cuestiones más habituales es la duda entre alergia e intolerancia, ¿nos lo puede aclarar?
La intolerancia se podría definir como un déficit enzimático para la digestión de un alimento. A quien tiene intolerancia a la lactosa lo que le sucede es que no puede digerir la lactosa, no tiene lactasa, que es una enzima fundamental para digerir la lactosa. Y como no la tiene, la lactosa queda dentro del intestino y produce un montón de alteraciones: diarreas, retortijones, malestar, dolor de estómago… Es un problema más que frecuente. La leche es un alimento muy importante pero que está hecha para los recién nacidos y hasta el año de vida. No es natural que tomemos leche con 5, con 7 ni mucho menos con 50 años. ¿Por qué la tomamos entonces? Porque es un alimento muy bueno, muy rico en proteínas, y nuestra civilización se ha acostumbrado a ella. Durante la etapa de lactante, el intestino tiene mucha lactasa, la enzima necesaria para digerir la leche. Después, dependiendo de la raza y de la genética, se va perdiendo esa enzima y a lo largo del tiempo uno puede llegar a tener tan poca enzima que puede llegar a ser intolerante a la lactosa. Eso es más frecuente en la raza asiática, pues entre japoneses y chinos es muy frecuente: hasta el 30% de los chinos no pueden tomar leche por intolerancia a la lactosa. Pero no son alérgicos, pues la alergia supone una reacción inmunológica de nuestro organismo, mientras que la intolerancia es dificultad para digerir. Nosotros los alergólogos podemos diagnosticarlas las dos, y el tratamiento para la intolerancia es no dar lactosa, no podemos darles la enzima deficitaria por desgracia. No pueden tomar leche ni derivados, e incluso tienen que mirar la composición de determinados medicamentos que pueden llevar lactosa. Las intolerancias las llevan más los especialistas en aparato digestivo.

Las alergias ¿se curan? ¿O lo que se hace es tratarlas para mejorar la calidad de vida del paciente?
Hacemos lo que podemos. Hablar de alergia es muy genérico. Es una especialidad muy amplia. Ser un buen alergólogo no es fácil, hace falta mucha formación y mucha experiencia, y aún así se nos escapan casos. El primer punto es evitar la causa, como afirma el dicho ‘muerto el perro se acaba la rabia’. Si un individuo tiene alergia a la penicilina, no se le pone penicilina y se acaba el problema. Pero eso no siempre es sencillo, como en el caso de la leche, tan presente, o del polen en primavera. Otro arma que tenemos es la inmunoterapia, es decir, acostumbrar a ese individuo a que tolere ese alergeno, que es de lo que hablábamos antes. Eso funciona en muchas enfermedades alérgicas, como el asma bronquial alérgico o en la rinitis alérgica. Y después, el último escalón terapéutico son los fármacos. Los medicamentos no curan la alergia, lo que hacen es proteger del síntoma, son tratamientos sintomáticos. Los antihistamínicos no curan la alergia al polen, hacen que se estornude menos, pique menos la nariz… y el individuo se encuentre mejor mientras lo toma. Por eso hay que actuar a varios niveles, tocar varios palos ante un caso de alergia.

¿Puede una alergia tardar en ser diagnosticada? ¿Por qué algunos casos son difíciles de diagnosticar?
El paciente no viene a consulta con el diagnóstico puesto en la frente. Son muchos síntomas y muy variados, y es ahí cuando hace falta un médico sagaz, con experiencia, que sepa diagnosticar bien al paciente. La medicina soluciona muchos problemas, pero tiene muchas lagunas. La medicina genética que le comentaba puede ser la clave. La mayor parte de las enfermedades tienen una base genética. El gran futuro será la manipulación genética en el sentido curativo. Ir directamente al origen de la enfermedad.

Estamos cerca de unas fechas en las que el sol se convierte en protagonista en nuestro país y cada vez hay más personas con alergia a sus efectos. ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué podemos hacer en el caso de que nos suceda?
El sol cuando incide sobre la piel puede producir muchas patologías, entre las cuales está la alergia. El sol produce quemaduras, y eso no es una alergia. O puede producir erupción solar polimorfa, que tampoco es alergia. Y después está la verdadera alergia solar, bastante frecuente, que consiste principalmente en eritema y en urticaria, con muchísimo picor. Ocurre después de varias horas de exposición. Enseguida se llena el individuo de ronchas. El tratamiento es evitar el sol, o bien con ropa o con protectores solares, que los hay excelentes en farmacias en la actualidad. Hay casos de individuos que incluso con protector solar tienen reacción. Se ha recurrido a medicamentos que preparan al individuo antes de la exposición solar, también se usan los antihistasmínicos… cada caso es diferente.

¿Y por qué se diagnostican casos en la edad adulta?
La pregunta que se hacen muchos pacientes es por qué me toca a mí ahora si nunca he tenido alergia. Se nace con la predisponibilidad pero no con la alergia en sí. Así es la medicina. La enfermedad es inherente al hombre. En el caso de la alergia al sol, el niño tiene defensas en la epidermis contra el sol, pero llega un momento en que esa defensa no le protege. Estadísticamente, la alergia al sol afecta más a las mujeres, es más frecuente en las mujeres de entre 30 y 40 años. Y además, el uso de anticonceptivos orales incrementa la posibilidad de alergia solar (no es el único medicamento que influye y que es fotosensibilizante).

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Doctor Miguel Hinojosa
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