Una nueva edición del Festival de saltos de esquí de Holmenkollen, a las afueras de Oslo, ha vuelto a reunir a los miembros de la Familia Real noruega, grandes aficionados al deporte blanco. Para alegría de los admiradores reales, el rey Harald V asistió a la competición sábado y domingo desde la tribuna real, mientras que la reina Sonia y los príncipes Haakon y Mette-Marit, acompañados por sus tres hijos, Marius y los príncipes Ingrid Alejandra y Sverre, no faltaron el domingo a la tradicional cita.
Con un radiante sol, pese al severo frío, la jornada congregó a miles de noruegos, que quisieron celebrar la reinauguración de las pistas de Holmenkollen, tras las obras a las que han sido sometidas de cara a los Mundiales que se celebrarán en Oslo el próximo año. Como el resto de los asistentes, la Familia Real disfrutó de una jornada de diversión, especialmente los más pequeños, encantados con las competiciones y con las actuaciones musicales de un evento que tiene carácter de fiesta popular en Noruega.
Entre saltos, arrumacos y trenzas
Si bien los niños, perfectamente equipados para el frío con plumíferos oscuros con capucha de piel y gorros de lana, protagonizaron las estampas más simpáticas del día junto a sus abuelos y sus padres, el príncipe Haakon y la princesa Mette-Marit, con trenzas como su hija, ofrecieron las escenas más románticas. Obsequiaron a los presentes con un derroche de gestos cariñosos, besos y arrumacos, propios de un matrimonio unido y enamorado. Fotografías que demuestran que, ocho años después de su boda y pese a la oposición de sus conciudadanos en un principio al enlace, debido al pasado turbulento de la Princesa, la pareja vive una eterna luna de miel.
La alegría fue aún mayor, ya que Noruega se llevó cinco de siete medallas en juego en las distintas pruebas, aunque el triunfo en la principal, la de saltos de trampolín, fue del suizo Simon Ammann, campeón de la Copa del Mundo en esa especialidad.
