De las bodas de ensueño de las hermanas Borromeo al enlace puro 'chic' de Andrea Casiraghi

Por hola.com

Como poco la boda de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo promete ser tan mágica, tan idílica, tan elegante como las de sus hermanos. Como mucho las superará. La pareja se casará en dos tiempos: por lo civil el 25 de julio al mediodía en el palacio del Principado de Mónaco y por la Iglesia una semana después en una de las Islas Borromeas -los medios de comunicación franceses apuntan a que será en la Isla Bella y los locales no descartan que sea en el islote de San Giovanni, la única que no está abierta para turistas- en el Lago Maggiore en Italia, tierra de la novia y del fallecido Stefano Casiraghi. El glamour monegasco y la dolce vita italiana se fusionarán en ambas citas nupciales doblando aún las máximas expectativas. Mientras llegan las señaladas fechas, marcadas en rojo y con varios círculos concéntricos en el calendario social de este 2015, fantaseamos cómo serán los días más importandes de sus vidas recordando también las bodas de los hermanos de los novios de Mónaco.

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Septiembre de 2004 en Isla Madre: el sí de Lavinia Borromeo y John Elknan
Fue la boda del año en Italia. El novio era el heredero del imperio Agnelli, la novia era miembro de una de las familias más destacadas de la nobleza italiana, su enlace reuniría a la creme de la creme de la socialité internacional. La ceremonia religiosa tuvo como escenario la preciosa capilla de la Isla Madre, la mayor de las islas que integran el archipiélago Borromeo, propiedad de la familia de la novia desde 1501, cuando el conde Lancellotto Borromeo lo recibió en perpetuidad de la Curia de Novara. El templo, rodeado de uno de los más exóticos jardines botánicos sobre el agua, se llenó con la familia más cercana de los novios, casi sesenta personas. El hermano de John, Lapo Elkann, su hermana Ginebra y los hermanos de la novia, Carlo, Beatrice y Giberto Borromeo, fueron los testigos elegidos por la pareja.

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Los recién casados se reunieron con el resto de los invitados, cerca de 700, en isla Bella, a donde se trasladaron en barco para celebrar el banquete de bodas en un suntuoso palacio barroco, que conserva inestimables obras de arte entre las que destacan pinturas de Tiepolo, Luca Giordano, Annibale Carracci y una incalculable colección de tapices flamencos. El Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi; el campeón de Fórmula Uno Michael Schumacher, las modelos Elle MacPherson, Eva Herzigova y Carla Bruni fueron algunos de los destacados invitados que pudieron admirar de cerca a la novia, blanca y radiante como manda la tradición, con un traje de Valentino de corte clásico, con estilo imperio y una larga y elegante cola.

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John y Lavinia, que se casaban después de seis años de relación, disfrutaron de una luna de miel anticipada que les llevó a Portofino, Saint Tropez, Ibiza, Venecia, la Patagonia y el Machu-Pichu, entre otros destinos. Su residencia definitiva la establecieron en Turín, norte de Italia, donde se encuentra la sede de la casa automovilística de la familia Agnelli, la Fiat, firma de la que John es vicepresidente. La pareja tiene tres hijos: Leone, Oceano y Vita.

Octubre de 2005 en Isla Bella y Rocca d´Angera: el sí de Isabella Borromeo y Ugo Braghetti
Estilo, clase y elegancia volvieron a darse cita en la boda de Isabella Borromeo, primogénita del conde Carlo Borromeo y la modelo Marion Zota, nacida en Milán y criada en uno de los palacios de la familia, y el magnate del petróleo Ugo Braghetti, Presidente de la empresa familiar Anonima Petroli Italiana (API). Al ser la hija mayor, ella y su hermana Lavinia fueron las que más pudieron disfrutar de los últimos años de vida de su abuelo, el conde Vitaliano Borromeo, con el que iban de excursión a las islas Borromeas, un pequeño archipiélago en el lago Maggiore propiedad de la familia. Por lo que los escenarios nupciales estaban decididos de antemano, casi desde entonces: la Isla Bella para los esponsales y Rocca Borromea di Angera, donde la familia tiene un fabuloso castillo construido en la Alta Edad Media, para la primera recepción de su enlace. Un enclave especial que contribuyó a que su gran día fuera inolvidable, tanto que su hija mayor se llama Angera, en honor a este lugar cargado de historia.

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Un total de setecientos invitados, las familias de mayor linaje de Italia y el Gotha económico italiano e internacional, fueron testigos privilegiados del brillo de la novia, de Valentino y coronada con una impresionante diadema de brillantes, y de la felicidad de los recién casados que, tras la ceremonia, se dirigieron a la embarcación de recién casados para celebrar por todo lo alto el banquete de bodas.

Junio de 2011 en Isla Bella: el sí de Matilde Borromeo y Antonius von Fürstenberg
La mágica e idílica Isla Bella, la principal de las islas Borromeas, situadas al Norte de Italia, acogió el enlace entre Matilde Borromeo y el príncipe Antonius von Fürstenberg, miembros de dos de las casas aristocráticas de más abolengo en Europa. Un entorno de ensueño, como de cuento de hadas, rodeado de magníficas montañas, bañadas por las luminosas aguas del lago Maggiore, fue el romántico escenario nupcial en el que Matilde, hija de Carlos Borromeo, de nobilísimo linaje, y de Marion Zota, y Antonius, hijo del príncipe heredero Heinrich von Fürstenberg y de la princesa Milana Windisch Graetz, sellaron su amor con un rotundo e ilusionado.

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La boda contó con numerosos miembros de la nobleza europea, altos cargos y personalidades de la sociedad italiana, que llegaron al maravilloso enclave situado en el lago Maggiore en barco. Fue una reunión de gente joven, con invitadas espectaculares, como las hermanas de la novia, Isabella, Lavinia y Beatrice, las dos primeras con sus respectivos maridos, Ugo Brachetti Peretti y John Elkan, y sus pequeños que hicieron de pajes en la boda de su tía. Beatrice invitó a su novio, Pierre, y a Andrea Casiraghi y su novia, Tatiana Santo Domingo, que fue una de las invitadas que más llamó la atención a su llegada al enlace con un vestido asimétrico muy primaveral que combinó con unas sandalias planas plateadas y una cartera de mano en tonos naranjas. Carlo Borromeo, hermano de las bellezas Borromeo, fue con Marta Ferri, hija del prestigioso fotógrafo Fabrizio Ferri, con la que acababa de prometerse.

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Tampoco faltaron la modelo Eva Herzigova, que acudió acompañada por su marido Gregorio Marsiaj, con un estilismo muy original en el que combinó diferentes estampados; Bianca Brandolini y Lapo Elkann, hermano del marido de Lavinia, hermana de la novia; Francesca Versace, sobrina de Donatella Versace; Margherita Missoni y el escritor Carlo Mazzoni, entre muchos otros. Un verdadero desfile de elegancia que tuvo magnífica representanción española con Tamara Falcó, radiante con un vestido coral pálido de escote asimétrico, que acudió junto a su entonces novio, Tommaso Musin.

Antonius llegó emocionado del brazo de su madre al palacio del mágico enclave situado en el lago Maggiore, por lo que la mayoría de los invitados llegaron a la ceremonia en barco. Para uno de los días más importantes en la vida de su hijo pequeño, la orgullosa madrina estaba radiante con un vaporoso vestido de color aguamarina, una tonalidad que combinaba con la corbata del novio, que también se decantó por al azul. Matilde llegó a la ceremonia con porte regio, con un maravilloso vestido blanco de Valentino de corte imperio con microperlas bordadas en la red que formaba la parte superior y un velo con flores bordadas, coronado por una fabulosa tiara de brillantes de la familia Von Fürstenberg. La ceremonia religiosa se celebró al aire libre, en el monumental jardín de los Pavos Reales, y bajo un cielo plomizo con amenaza de lluvia, Matilde caminó hasta el altar por una alfombra verde, como preludio a un espléndido decorado, con sillas doradas, grandes candelabros y cascadas de rosas blancas y hojas de magnolio.

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Los salones barrocos del Palazzo Borromeo, con sus impresionantes estucos, albergaron el banquete de bodas. Los novios fueron recibidos con muestras de alegría a su llegada al convite y a la mesa presidencial plagada de pétalos de flores. Daturi e Motta se encargó del catering y de decorar las mesas con manteles dorados de damasco, a tono con las sillas, y unos impresionantes centros de mesa con enormes candelabros de cristal, bolas de hortensias azules y peonías de color rubí. La tarta nupcial de Matilde y Antonius era un espectacular y gigantesco pastel blanco de nata, con una cúpula de fresas y maravillosos lazos blancos. Los novios hicieron el primer corte en medio de una lluvia de pétalos de flores que les lanzaban Beatrice Borromeo y Veronica Resca.

Junio de 2012 en la isla siciliana Pantelleria: el sí de Carlo Borromeo y Marta Ferri
Carlo Borromeo fue la excepción que confirma la regla y, a diferencia de sus hermanas, no se casó en las islas Borromeas, sino en el lugar elegido por la novia, respetando otra tradición. Prometió amar en la prosperidad y en la adversidad por siempre jamás a la diseñadora Marta Ferri el 30 de junio de 2012 en la isla siciliana Pantelleria, donde el padre de ella, el prestigioso fotógrafo Fabrizio Ferri tiene una fabulosa finca. La ceremonia tuvo lugar al aire libre, en una explanada con vistas al mar, donde se habían dispuesto unos asientos hechos de heno cubiertos por chales blancos frente a una mesa que hizo las veces de altar. Una boda de estilo mediterráneo en un ambiente muy especial sin duda. Tanto al novio como a la novia -ambos de blanco y radiantes- se les veía felices y enamorados de dar el paso definitivo ante la presencia de familiares y amigos, muchos de ellos miembros de la jet-set internacional, guapos y elegantes. No faltaron así Andrea y Pierre Casiraghi, los hermanos Elkann, y sus hermanas Beatrice y Lavinia que ejercieron de damas de honor.

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La celebración por la noche siguió la misma línea de la ceremonia por el día y el banquete de bodas se sirvió en mesas de madera con decoraciones rústicas, pero refinadas, en un gran jardín resguardado por altas palmeras. La felicidad y la charla discurrió entre risas y lágrimas de alegría. Uno de los best-man (lo más parecido a un padrino) pronunció el mejor brindis: "Usted es viejo, no es moderno, de mentalidad tan antigua que va a permanecer casado para siempre". Más tarde siguió una fiesta en la piscina, con chapuzones por supuesto y baile pero que mucho baile, después del tradicional primer corte de la tarta nupcial. Los novios pidieron a los invitados que los regalos se hicieran en forma de donaciones a la Asociación Italiana contra el Cáncer y a la Fundación para la Investigación de la Fibrosis quística.

Agosto de 2013 en el Palacio del Principado de Mónaco: el sí civil de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo
La suya era una boda anunciada: llevaban un año comprometidos oficialmente, ocho de relación y cinco meses (desde el pasado 21 de marzo) como padres de Sasha, la alegría de la pareja y de su joven y glamurosa abuela Carolina de Mónaco. Todo un final feliz para un romance que en sus inicios no prometía demasiado y que los protagonistas vivieron hasta el último momento desde la discreción, la privacidad y el misterio, los mismos parámetros que les acompañaron hasta la mesa ceremonial en el Palacio del Principado. A las 11:46 horas de la mañana del 31 de agosto, Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo abandonaban la soltería para convertirse en matrimonio. La información de la hora exacta de su sí, quiero llegó a Mónaco extrañamente de la mano de los invitados, entre los que se encontraban Eugenie Niarchos, Coco Brandolini, Margherita Missoni y Gaia Repossi. Ninguna confirmación oficial de los detalles. Tan solo el repique de las campanas y el sonoro aplauso de sus familias y amigos, que pudo oírse en la legendaria plaza del palacio. Por deseo de los novios, la ceremonia civil se celebró en la más estricta intimidad del palacio monegasco, marco de grandes celebraciones para la familia Grimaldi. Exactamente, según la prensa monegasca, en el salón del Trono, el mismo lugar en el que contrajeron matrimonio el príncipe Raniero y Gracia (1956), la princesa Carolina y Stefano Casiraghi (1983) y el príncipe Alberto y Charlene (2011).

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Tras el feliz acontecimiento, los novios difundirían varias fotografías oficiales. Las imágenes fueron realizadas en el momento en el que bajaban la impresionante escalinata de mármol de Carrara — presidida por el escudo de los Grimaldi, Deo Juvante (con la ayuda de Dios)— acompañados de su inseparable mascota, Daphne —una imagen y un recorrido tan históricos como inusuales—. La pareja fue seguida por sus familiares y amigos íntimos, quienes se asomaron a la galería de Hércules para ver cómo —al igual que la princesa Gracia hace cincuenta y siete años— saludaban a todos desde el patio de honor del palacio, un palacio que ha sido la fortaleza de los Grimaldi durante siete siglos y también la mítica explanada donde el príncipe Alberto contrajo matrimonio religioso con Charlene. Fiel a su estilo, Tatiana mantuvo su personalidad y sus constantes guiños al romanticismo en el día de su boda. La ya esposa de Andrea Casiraghi eligió para la ceremonia civil un modelo de Missoni, una de sus marcas preferidas, y que ya escogió en la cena previa a su boda. La firma describe el vestido como “de cuello en V con manga tres cuartos y un corpiño bordado con rafia e hilo de seda. La falda, larga y circular, con un efecto de macramé sujeto con dos capas de organza, a juego con la ropa de su hijo, Sasha”. Como calzado, unas sencillas sandalias planas en tono plateado. Para su peinado, las ondas naturales de su melena suelta, adornadas con una sencilla corona de flores (también llevó corona de flores durante la fiesta en el barco), en la que se mezclaban los colores blanco, azul y verde: una corona digna de una princesa boho chic. El tono azul de su tiara casaba a la perfección con el impecable azul del traje de su marido, quien optó por ir más clásico, con un elegante terno al que no le faltaba ni el detalle del pañuelo en el bolsillo.

Febrero de 2014 en Gstaad: el sí religioso de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo
Era su gran ilusión una boda blanca ante el altar en su amada Gstaad. Por eso, cinco meses después de su enlace civil en el Principado de Mónaco, Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, una de las parejas reales más discretas del panorama europeo, abrieron febrero con su segundo sí, quiero ante unos 300 invitados en este idílico paisaje nevado de los Alpes y volvieron a prometerse amor eterno, esta vez ante Dios, en el antiguo convento de Rougemont, el único de la comarca. Una joya del arte románico (siglo XI) construida por los monjes de Cluny. Más que su boda era su sueño. Y así lo dejaron patente los cuidados detalles hasta el extremo, la transformación de Tatiana en princesa de hadas y la recreación estética de unas nupcias de cuento invernal con enorme nevada incluida. La ceremonia religiosa se celebró en la preciosa capilla dedicada a San Nicolás de Myra, iluminada con cientos de velas y decorada con flores blancas procedentes de París. Hasta allí muchos de los invitados -ellas vestidas de noche y ellos de esmoquin- llegaron a pie y recorrieron cobijados bajo paraguas negros el pequeño camino de entrada a la iglesia, cubierto con una alfombra. Pero los novios y su familia lo hicieron en coche para resguardarse de las precipitaciones, de enormes copos primero y de fina lluvia después.

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Al repique de las campanas de la torre del reloj, la novia reveló el secreto mejor guardado de toda boda. Tatiana, blanca y radiante con una capa con capucha ribeteada en piel y un majestuoso moño coronado con la tiara Fringe de Mónaco, entró en el templo como una auténtica novia de las nieves acompañada por su hermano Julio Mario Santo Domingo, vestido de frac como el novio. Fueron excepcionales testigos de la felicidad de los flamantes recién casados sus familiares y sus amigos como Margherita y Angela Missoni, Bianca Brandolini, Eugenie Niarchos, Alex Dellal, exnovio de Carlota Casiraghi, que acudió con su familia; Noor Fares, Corso Serra di Cassano, Cedric Notz, los príncipes Pierre y Silvia d’Arenberg, Blanca Brillenburg, el diseñador Valentino, el fotógrafo Mario Testino… También se encontraban entre sus privilegiados invitados las españolas Alejandra Rojas, hija de los Condes de Montarco, y la actriz Macarena Gómez, que lució para el feliz acontecimiento un vestido de pedrería de Lorenzo Caprile con un bolero en zorro rojo de Miguel Marinero, junto a su marido, Aldo Comas, íntimo del novio. Tras la lluvia de arroz y de felicitaciones, una fiesta blindada con baile hasta el amanecer en el impresionante hotel Palace.

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