El duque de Cambridge, incluso, se atrevió a probar suerte con el baloncesto en silla de ruedas, ante la atenta mirada de su esposa. En un momento dado del partido, el príncipe de Gales ayudaba a su hijo a manejarse sobre la pista, empujándole la silla para que el duque pudiera obtener una mejor puntuación al encestar el balón