El hijo mayor de Isabel II será el monarca número 13º desde la unión política de 1707

Carlos de Inglaterra, el eterno heredero, sube al trono a los 73 años

En ocasiones incomprendido y muy cuestionado por la opinión pública, se convierte en Rey tras haber sido el príncipe de Gales que más tiempo ha ostentado este título

Por Beatriz Castrillo

La hora del príncipe Carlos ha llegado. El primogénito de Isabel II y heredero británico que más años ha esperado para reinar, se enfrenta al destino que tenía marcado desde la cuna: ser el Rey de Gran Bretaña. Una misión que parecía que nunca iba a llegar tras el extraordinario y dilatado reinado de su madre, pero que finalmente asume con 73 años, a una edad en la que el resto de royals están pensando en la jubilación o directamente ya han pasado el relevo a la siguiente generación. Está muy formado, fue el primer heredero al trono en tener un título universitario, tiene grandes intereses culturales y artísticos y fue pionero en adquirir una gran conciencia ecológica en una época y en un ambiente, el de la realeza, donde las energías renovables y el cuidado del planeta sonaban a ideas demasiado modernas. Fueron precisamente estos intereses intelectuales y medioambientales y sentirse siempre bajo el escrutinio público, los que le convirtieron en un hombre que pese a tenerlo todo muchas veces se sintió incomprendido, presionado y muy cuestionado. Buscó en su casa de campo de Highgrove, en el condado inglés de Gloucestershire, su refugio, el lugar en el que sentirse a gusto fuera de cortesanos, de la prensa y de asesores reales que opinaban sobre absolutamente todos los aspectos de su vida. Un hogar sostenible que modeló y rehabilitó según su forma de entender el mundo y que también fue el escondite perfecto para vivir su amor clandestino con Camilla. Opacado, primero por su madre, después por su primera mujer, la inolvidable Diana de Gales, y por último por sus hijos, nueras y nietos, el septuagenario Carlos de Inglaterra tiene todo que demostrar cuando se va a convertir en el 13º monarca de su país desde la unión política de Inglaterra y Escocia en 1707. Eso sí contará con la ayuda de la Reina consorte Camilla para soportar sobre sus hombros el peso de la Corona. 

VER GALERÍA

PINCHA AQUÍ PARA VER TODAS LAS FOTOS DE LA GALERÍA

Tras siete décadas asume el mayor reto de su vida

Cuando tenía tres años, Carlos de Inglaterra se convirtió en heredero al trono. Un año después, el 2 de junio de 1953, presenció cómo su madre era coronada Reina en una ceremonia que seguro que le resultó tremendamente aburrida y cansada a juzgar por sus gestos. Ya desde entonces, su vida se empezó a programar y a seguir con atención. Era el futuro monarca del Reino Unido, aunque seguramente poco sabía de la fascinante vida que le esperaba. Su destino ya estaba establecido y a partir de ese momento todos los ojos se posaron sobre el pequeño príncipe, la nueva esperanza, que tenía la misión de garantizar la continuidad de la monarquía. A diferencia de sus tres hermanos que han gozado de mayor libertad, cada uno de sus movimientos ha sido escrutado al milímetro. También ha tenido que ir marcando su propio camino como heredero pues no existe en Reino Unido un papel constitucional para el primero en la línea de sucesión. Casi autodidacta ha perfilado su vida pública como Príncipe de Gales sobre tres ejes: los deberes oficiales en apoyo a la Reina y en nombre del Gobierno británico, el apoyo de causas benéficas que promueven un estilo de vida en consonancia con la Tierra y la promoción y protección de las tradiciones, virtudes y excelencias nacionales.

VER GALERÍA

VER GALERÍA

La reina Isabel y Felipe de Edimburgo vieron en su hijo una gran oportunidad para introducir ciertas novedades a las arraigadas tradiciones monárquicas inglesas. Así, decidieron que sería educado en un colegio y no con una institutriz como se acostumbraba en la época dentro de las Casas Reales. Con 20 años, el 1 de julio de 1969, fue investido príncipe de Gales por su madre en una ceremonia, con aires medievales en el Castillo de Caernarfon tras haber pasado un tiempo aprendiendo el idioma galés. Fue la primera ceremonia de investidura de un Príncipe de Gales desde 1911, cuando su tío, Eduardo VIII, hizo lo propio en el mismo escenario. Ni su abuelo, Jorge VI, n isu madre, Isabel II, llevaron este título ya que no estuvieron en la línea de sucesión directa hasta la abdicación del duque de Windsor. 

 Debutó en la escena oficial mientras los tabloides encontraron un filón en el gran soltero de oro de la época. Las chicas se le echaban literalmente al cuello y vivió en su juventud una ajetreada vida amorosa. Las candidatas no le faltaban, pero parecía que ninguna cuajaba ni era lo suficientemente buena para ocupar su corazón y dar un futuro heredero a una de las grandes potencias del mundo. Algunos sectores empezaban a ponerse nerviosos y su soltería casi se convirtió en un asunto de Estado. Había cierta inquietud en que la historia pudiera repetirse y en que se dejara llevar por una relación inaapropiada y acabara como su tío, Eduardo VIII, que abdicó para casarse con Wallis Simpson una ciudadana estadounidense dos veces divorciada. Su esfera privada cada vez estaba más expuesta, aireada y lo eclipsaba todo. Una losa que aún sigue acarreando y que ha hecho que a pesar de que se haya contado todo sobre él aún siga siendo un gran desconocido.

VER GALERÍA

A la longevidad de su madre, que se convirtió con los años en un referente mundial, había que añadir que la abdicación nunca fue una opción para Isabel II, que vio renunciar a varios monarcas europeos, mientras seguía impertérrita en su puesto. El tiempo transcurría, era un heredero cada vez más mayor, con poca popularidad y su estela  se iba apagando. Incluso muchos sectores apostaban porque el futuro Rey sería su hijo, el príncipe Guillermo, un chico joven, muy querido y con una esposa que encandiló casi desde el principio a los británicos. Carlos estuvo durante muchos años en horas bajas y solo en los últimos tiempos, cuando alcanzó su estabilidad sentimental al lado de Camilla, volvió a situarse como un actor principal en la monarquía inglesa. Queda por ver cómo modernizará y actualizará la institución a los nuevos tiempos, cómo la hará atractiva para las nuevas generaciones y si supondrá un aire fresco teniendo en cuenta que de no haber nacido en Palacio, Carlos de Inglaterra llevaría casi una década de dorada jubilación. 

- Las lágrimas del príncipe Carlos en la despedida a su padre

- George, el orgullo de su abuelo, el príncipe Carlos, por seguir sus pasos en defensa del medio ambiente

VER GALERÍA

Un Príncipe visionario

Carlos de Inglaterra siempre fue un hombre adelantado a su tiempo. Sus estancias durante la infancia en Balmoral y Sandringham le hicieron enamorarse para siempre de la naturaleza y modelar su vida en consonancia con la naturaleza. De no haber sido royal habría sido granjero y es su amor al campo, a la vida rural y al cuidado del planeta el que le convirtieron en un príncipe visionario. Habló de medioambiente, del cambio climático, del problema del plástico y de las emisiones de gas muchas décadas antes de que los Gobiernos hicieran acuerdos internacionales para frenar el daño a la Tierra. Siempre tuvo claro que el desarrollo del mundo no podía pasar por su asfixia. Estas inquietudes ecologistas no fueron bien vistas en la Gran Bretaña de 1970 cuando el motor de su economía seguía siendo la industria de producción. El país estaba cuajado de fábricas de acero, minas de carbón y astilleros y ciudades enteras vivian gracias a ellas. Sabía que el futuro no pasaba por ahí, que había que poner freno a la industrialización sin control, pero sus ideas revolucionarias sonaban casi a ciencia ficción.

VER GALERÍA

VER GALERÍA

Nunca se amilanó y lleva medio siglo preocupado por la contaminación y el cuidado del entorno. Sus pensamientos los ha puesto en práctica convirtiendo sus residencias oficiales en un ejemplo de sostenibilidad, reciclaje y aprovechamiento de recursos y fuentes de energía naturales. A menudo realiza plantaciones de árboles durante sus compromisos, tras las que abraza una rama. Su coche Aston Martin DB6 Mark 2, con el que los duques de Cambridge salieron del Palacio de Buckingham tras su boda, se adaptó para que pudiera funcionar con bioetanol E85 producido a partir de los desechos de industrias del vino y del queso. Para desplazarse por sus actividades en la capital londinense, se mueve en un automóvil de la marca Jaguar que es totalmente eléctrico. 

VER GALERÍA

VER GALERÍA

Incomprendido por sus intereses culturales e inquietudes

Además de su gusto por la naturaleza y la vida rural, el príncipe Carlos también ha encontrado en las Artes una gran pasión. Sus intereses humanistas empezaron de bien joven y esa sensibilidad especial tampoco fue bien entendida en muchas ocasiones. Asesores, cortesanos y hasta su propio padre esperaban otro tipo de inquietudes para el hombre que estaba llamado a reinar. En el colegio aprendió a tocar el piano, la trompeta y el violonchelo e incluso participó en un concierto de la Orquesta Sinfónica del Trinity College unos años más tarde. Al igual que su hermano pequeño, el príncipe Eduardo, se sintió cautivado por las tablas y en su época en el internado escocés de Gordonstoun fue el protagonista de Macbeth de Shakespeare. Esta sensibilidad le llevó a hacer algún que otro pinito en el mundo de la literatura. El nuevo Rey ha sido escritor y es autor de El anciano de Lochnagar, un libro basado en las historias que solía contarles a sus hermanos pequeños cuando eran niños. Ha escrito obras sobre el mundo natural y el medio ambiente como Harmony, Climate Change o Ladybirg Expert Book. Su interés no solo abarca la música y la literatura. Se ha atrevido con la pintura, una afición que no se le da nada mal. Su talento fue reconocido cuando logró que una de sus acuarelas fuera expuesta, bajo seudónimo, en la Royal Academy de 1987. La curiosidad e inquietud de Carlos nunca se han detenido e incluso la magia ha llamado su atención. Es miembro de la sociedad Círculo Mágico, una organización creada por magos de teatro a principios del siglo XX y a la que logró acceder después de uno de sus trucos. Y así un sinfín de aficiones y apariciones rompedoras como cuando se convirtió en hombre del tiempo en la BBC o hizo un cameo en Coronation Street, una serie británica de mucho éxito que se emite desde 1960.

VER GALERÍA

Como buen Windsor, ha heredado de su madre otros pasatiempos mucho más royal como su pasión por la equitación y el polo, un deporte que practicó hasta 2005 y que sus hijos, los príncipes Guillermo y Harry, también llevan en la sangre. Su intelectualidad en algunas ocasiones se ha confundido con cierta altivez y escasa cercanía a su pueblo.  A todo esto hay que sumar que siempre ha vivido a la sombra de su madre, una mujer de leyenda conocida en todo el planeta, con una gran reputación y muy respetada. Pero no solo su madre, su primera esposa, la princesa Diana, le robó el protagonismo con su forma de entender los deberes monárquicos que pasan por mostrar una gran sencillez y empatía. En la actualidad son sus hijos, sus nueras y sus nietos los que acaparan todos los flashes. No es extraño que ante estas situaciones recurriera a las Artes, un universo donde siempre ha podido ser él mismo. 

VER GALERÍA

La Reina Madre y su tío abuelo, Lord Mountbatten, sus grandes apoyos

Ser hijo de la Reina de Inglaterra supuso para el nuevo monarca tener que pagar un duro peaje durante la infancia. Ha sabido lo que es crecer como un privilegiado, pero irremediablemente ha conocido las carencias afectivas que su estatus conlleva. Su madre se convirtió en jefa de Estado con tan solo 25 años cuando él apenas había empezado a hablar y sus altas responsabilidades y su carácter le hicieron no estar todo lo pendiente de su primogénito, un niño especialmente sensible. La relación madre e hijo ha marcado la paternidad del príncipe Carlos en la manera, un tanto distante y a veces demasiado protocolaria, en la que se ha relacionado con sus propios hijos y nietos. Para Isabel II lo más importante siempre fue, desde el primer instante de su reinado y hasta el último, la Corona y eso estaba encima de cualquier cosa, hasta de la familia. Ante ese panorma, tuvo que buscar a sus propios referentes fuera de sus padres, que siempre estaban demasiado ocupados. Esas figuras fueron su abuela materna, la Reina Madre, y su tío abuelo, Lord Mountbatten, un verdadero segundo padre para él. De la esposa de Jorge VI, Carlos recibió mucho afecto, muestras físicas de cariño y comprensión. "Para mí, ella significaba todo y temía este momento", dijo en una entrevista sobre su abuela con motivo de su fallecimiento en 2002. Ella le inculcó su amor por la música y por el ballet porque  le llevaba con frecuencia a ver espectáculos. Una relación amorosa que no encontró en su madre, ni en su padre, que entendía que el cariño pasaba por endurecerle y hacer de él un 'hombre fuerte y viril' a base de mucha disciplina. 

VER GALERÍA

Si en la Reina Madre, Carlos tuvo a su gran figura materna, en Lord Mountbatten encontró a su mentor. Era tío materno del duque de Edimburgo (su hermana, la princesa Alicia, era madre del príncipe Felipe) y primo segundo de Isabel II. Ejerció una gran influencia en los Windsor, pero especialmente en Carlos. Siempre había estado muy cerca de la Familia Real, haciendo de estadista, y se tomó como misión principal moldear al Príncipe sobre el que había grandes expectavias. Muy ambicioso, vio en la oportunidad de guiar a Carlos una forma de ganar más poder dentro de la monarquía, pero también el reto de hacer de él un hombre con un gran sentido del deber que pudiera asumir el trono y no reunicase a él como hizo Eduardo VIII. Carlos, que era un chico muy inseguro, encontró en Lord Mountbatten la comprensión y la complicidad que nunca tuvo con su progenitor y le hizo recobrar la confianza en sí mismo necesaria para ser soberano. Mountbatten le animó a que exprimiera su soltería al máximo hasta encontrar a la candidata perfecta, a poder ser joven y manejable. Su trágica desaparición, en un atentado perpetrado por el IRA durante una jornada de pesca, dejó 'huérfano' a Carlos. Muchos años más tarde, en 2015, cuando visitó el lugar de la muerte de su querido tío abuelo dijo en un discurso que dirigió a los presentes que: "No podía imaginar cómo aceptaríamos la angustia de una pérdida tan profunda ya que para mí, Lord Mountbatten representaba al abuelo que nunca tuve". 

VER GALERÍA

La boda de Diana que lo cambió todo

Ni sus padres, ni sus abuelos, ni nadie cambió tanto la vida de Carlos como Diana Spencer. La primera vez que se vieron fue por pura casualidad cuando ella tenía 16 años y él 29. Tres años después se casaron en una fastuosa boda tras un breve noviazgo. Diana parecía que lo tenía todo a ojos de los monárquicos más conservadores que empezaban a estar nerviosos ante un futuro Rey que había cumplido los 30 años y estaba sin casar. La presión a la que se vio sometido el hermano mayor de la princesa Ana era insoportable. La futura Princesa de Gales era joven, de familia aristocrática, muy guapa, con una increíble fotogenia y con un halo en el que la inocencia y la timidez encajaban a la perfección. Quizá motivado por la necesidad de dar un heredero o por ver que el tiempo se le echaba encima, lo cierto es que Carlos aceptó casarse con ella aunque casi no se conocían. Los británicos y el mundo entero enloquecieron con la nueva Princesa que con 20 años y un vestido de cuento de hadas logró que Carlos, de 32, desfilara hacia el altar.

VER GALERÍA

VER GALERÍA

Antes, el hijo mayor de Isabel II había tenido romances con Georgiana Russell, Lady Jane Wellesley, Davina Sheffield y Lady Sarah Spencer, su futura cuñada. Pero sobre todas ellas, Camilla Shand, dejó en él una huella que nunca se borró. Se conocieron cuando eran unos veinteañeros y nunca perdieron el contacto. Mientras, el matrimonio de Carlos y Diana dieron la bienvenida a sus dos hijos: los príncipes Guillermo y Harry. Unos nacimientos que fueron recibidos con gran alegría. A pesar de ser una desconocida, Diana se convirtió en una estrella, todos querían verla, todos querían saludarla y los viajes de Estado y giras reales se convertían en una auténtica locura.Su popularidad creció como la espuma, impuso una nueva forma de acercarse al pueblo, más llana, siempre con una sonrisa, siempre con una palabra amable, ajena a encorsetamientos con los que humanizó la monarquía. Su éxito fue total, lo que desquició a Carlos, que no entendía por qué la querían a ella más que a él. A ojos de la opinión pública Carlos y Diana tenían dos formas de llevar a cabo sus actos oficiales casi antagónicas y pronto el Príncipe pasó a un segundo plano. El huracán Diana incluso provocó cierta incertidumbre en Palacio, pues era vista como una amenaza en el establishment y rompía un tabú muy arraigado en los Windsor al mostrar su personalidad tal y como era. No hay duda de que con su boda, Carlos de Inglaterra perdió gran parte del atractivo y el interés para la prensa y pasó a tener un papel de segundón que le ha perseguido durante toda su vida.  

VER GALERÍA

A los diez años de su boda, el matrimonio de los príncipes de Gales hacía aguas. Diana era presentada como una mujer solitaria y algo rebelde, mientras que Carlos parecía un marido aburrido y sujeto a las rígidas costumbres monárquicas. En 1992 se separaron y el divorcio llegó en 1996 por las presuntas infidelidades por parte del futuro Rey, entre otras muchas cosas. Un año más tarde, el 31 de agosto de 1997, Diana murió en un accidente de coche en París, dando así comienzo al mito. Más de 25 años después, la Princesa del Pueblo sigue presente en el corazón de los ingleses, sus hijos han cogido su legado caritativo y las duquesas de Cambridge y de Sussex hacen continuamente guiños a una mujer irrepetible. En todo este tiempo desde la muerte de su primera esposa, Carlos ha conseguido recobrar popularidad, pero la sombra de Diana sigue siendo muy alargada e irremediablemente le acompañará también durante su reinado. 

VER GALERÍA

Camilla, el amor de su vida que será Reina consorte

La historia de Carlos y Camilla es la del triunfo de las segundas oportunidades y la de un amor contra viento y marea. Un romance que no se entendió en su juventud, pero que con el tiempo ha otorgado al nuevo Rey una estabilidad y un apoyo que todo monarca necesita para afrontar el reto de la Jefatura del Estado. Tras la muerte de Diana, Camilla tuvo un camino de obstáculos francamente complicado. Sus conciudadanos no la perdonaban que en cierta manera hubiera sido la responsable del sufrimiento y el horror que vivió su querida Princesa durante su matrimonio -que incluían trastornos de alimentación- y que contó con el silencio de Palacio. No tenía ni el cariño de la gente ni su comprensión, por eso se inició una campaña para mejorar su imagen. Carlos por fin era libre para vivir su amor, pero la maniobra para que la futura duquesa de Cornualles fuera consorte duró ocho años.

VER GALERÍA

Cada vez era más frecuente verles juntos en actos oficiales y los príncipes Guillermo y Harry aceptaron la relación, lo que facilitó el proceso que culminó en 2005 con una boda que contó con el plácet de Isabel II treinta años después de que sus caminos se cruzaran. A la ceremonia civil le siguió un servicio religioso en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, la favorita de la Familia Real para sus nupcias. La pareja cumplía por fin su sueño de poder estar junta de manera pública y formalizar un amor que estuvo oculto durante demasiado tiempo. A partir de entonces Camilla, que no es conocida como Princesa de Gales en señal de respeto hacia Diana, se ha convertido en un gran activo para la monarquía inglesa y ha dado soporte de manera impecable al trabajo de su marido durante su etapa como futuro jefe de Estado. Está involucrada en más de un centenar de organizaciones benéficas con las que colabora en la organización de eventos, visitando proyectos, hablando en público y mostrando su implicación. En su hoja de ruta como duquesa de Cornualles Camilla también ha sido una pionera, al igual que su marido, a la hora de abordar temas y servir de altavoz sobre asuntos que hace apenas unos años no se debatían en público como la erradicación de la violencia doméstica, los abusos, y el empoderamiento femenino. Al igual que su marido disfruta de la vida al aire libre, de la jardinería, algo que les gusta hacer cuando están en Birkhall, su hogar en Escocia, donde pescan, dan paseos por el medio de la naturaleza y practican esquí de fondo en compañía de sus mascotas, Beth y Bluebell, dos perros Jack Russell Terriers. 

VER GALERÍA

La Duquesa recibió el espaldarazo definitivo por parte de la Reina en una fecha muy significativa. Tras 17 largos años de su boda con el Príncipe, el 6 de febrero de 2022, el día que se celebraba el Jubileo de Platino de Isabel II (70 años en el trono),  la soberana habló como nunca de su nuera. En un discurso sin precedentes expresó en un mensaje escrito que: "Cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en Rey, sé que le daréis a él y a su esposa Camilla el mismo apoyo que me habéis dado a mí; y es mi sincero deseo que, cuando llegue ese momento, Camilla sea conocida como Reina consorte mientras continúa con su leal servicio". De esta manera, se aclaraban dudas y se facilitaba el camino no solo para su hijo, sino para su mujer, por si aún quedaba algún resquicio de incertidumbre. Con este movimiento, la Reina legitimó a su nuera, tantas veces cuestionada, y la liberó de su pasado. 

VER GALERÍA

Sus hijos Guillermo y Harry, marcados por la tragedia

A pesar de su desastroso matrimonio con la princesa Diana, juntos dieron al Reino Unido dos herederos, que significaron la sucesión y la continuidad de la dinastía. Los príncipes tuvieron en su madre una figura muy cercana y amorosa. Les colmaba de abrazos, besos y todo tipo de gestos de cariño, aunque hubiese cámaras. Diana se comportaba con ellos como cualquier madre y estaba muy implicada en su crianza. Renunció a dejar a Guillermo, que entonces tenía un año,  en Londres mientras ella y su marido se iban de gira por Australia, algo que chocó entre los miembros de la realeza. Carlos, quizá fruto de la relación un tanto fría que tuvo con su madre y con su padre, no ha tenido fama de ser un padre demasiado cercano a sus hijos, aunque en la edad adulta, la sintonía con su hijo Guillermo es plena. La adolescencia de los príncipes fue terrible y estuvo marcada por el "infierno", en palabras del duque de Sussex, que supuso perder a su madre de manera tan trágica. Guillermo tenía 15 años y Harry, 12 cuando, con una madurez y compostura asombrosas, participaron en el cortejo por el funeral de la princesa Diana. Carlos recuperó en parte el favor de los británicos que le vieron como un solitario padre al cuidado de dos niños. Sin embargo, quién se mostró especialmente preocupada fue su abuela la Reina. Tanto es así que a pesar de la nueva vida de Harry lejos de su familia de origen siempre ha elogiado y respetado la figura de su abuela. Los dos hermanos sienten un gran aprecio y respeto hacia la monarca, que no siempre han tenido con su padre.

VER GALERÍA

Tras la muerte de su madre, Harry pasó unos años muy inestables en donde parecía no sentar la cabeza, mientras que Guillermo tenía el reto de encontrar a una Princesa. Vivieron tensas relaciones con la prensa y parecía que en esos momentos solo se tenían el uno al otro. La llegada de Kate Middleton supuso un nuevo apoyo para ellos. Guillermo había encontrado a la chica perfecta y juntos escenificaban la futura monarquía, mientras Harry halló en su cuñada a una amiga. Los tres desarrollaron proyectos públicos, basados principalmente en el legado filantrópico de Diana.

VER GALERÍA

Pero, el hijo pequeño del príncipe de Gales parecía un verso suelto, hasta que encontró en Meghan Markle a su rima perfecta. Una estadounidense que ya había estado casada con anterioridad volvió a revolucionar Palacio. La 'Meghanmanía' lo envolvió todo, pero también sacó a relucir algunos fantasmas del pasado. Meghan se sintió incomprendida y muy vulnerable y Harry reconoció en una entrevista bomba que ambos concedieron a Oprah Winfrey un distanciamiento con su hermano y su padre. Los lazos se habían roto para siempre. El duque de Sussex reconoció que tuvo conversaciones con el príncipe Carlos sobre dar un paso atrás en sus deberes institucionales, pero que llegó un momento en que "dejó de atender mis llamadas". Los dardos no se quedaron ahí. Ante el asombro de la presentadora se refirió así a su progenitor: "Me siento realmente decepcionado porque él sabe cómo se siente el dolor, y Archie es su nieto. Pero, al mismo tiempo, por supuesto que siempre lo amaré, aunque haya mucho dolor. Continuaré haciendo que sea una de mis prioridades tratar de sanar esa relación". Estas duras palabras de Harry, chocan con el acercamiento y el entendimiento que Guillermo tiene con su padre. Los dos forman el núcleo duro de la Familia Real y se han mostrado muy tajantes y en la misma dirección a la hora de afrontar algunos de los problemas que han acechado a la Corona, como la salida de los Sussex de Reino Unido, y los problemas judiciales del príncipe Andrés por su supuesta implicación en el Caso Epstein. Carlos ha encontrado en su heredero a un verdadero consejero y una figura esencial en su próximo reinado. 

VER GALERÍA

VER GALERÍA

Highgrove, su santuario

La monarquía inglesa tiene propiedades a lo largo y ancho del país, pero, como en todo, hay preferencias. Isabel II tenía un especial cariño al Castillo de Windsor, la imponente fortaleza que fue pasto de las llamas en 1992, pero que ella se encargó de rehabilitar. Para Carlos, su hogar, el lugar en el que se siente en casa, su santuario, es Highgrove, una casa de campo cerca de Tetbury, en el condado de Gloucestershire, del que su esposa y él han hecho su residencia favorita. El nuevo Rey la adquirió en 1980, un año antes de su boda con Diana, a través del Ducado de Cornualles y además de la vivienda, también adquirió el jardín y las tierras de cultivo cercanas. Antes de tan ilustre morador, la propiedad había pertenecido a Maurice Macmillan, diputado conservador e hijo del exprimer ministro Harold Macmilan durante 14 años.

VER GALERÍA

¿Qué tiene esta casa de campo que la hace diferente a todas las demás? El Príncipe eligió vivir en ella porque está situada en un lugar clave que le permite tener un fácil acceso a Londres, Gales y a otras partes de Gran Bretaña. Cuando hace cuarenta años empezó a remodelarla pocos le entendieron.  Aunque Clarence House sea su residencia oficial, en Highgrove organiza muchas reuniones y recepciones. La arregló y adecuó según sus ideales de convivencia en armonía con la naturaleza y ha llevado a cabo en ella una serie de sistemas para que sea poco contaminante y un ejemplo de gestión éticamente sostenible. En Highgrove se reciclan todos los envases, papeles y cartones y los residuos orgánicos de la cocina pasan por un sistema de compostaje. Las bombillas son de bajo consumo, las calderas usan biomasa y la mitad de la electricidad y el gas provienen de fuentes renovables. El agua de lluvia se usa para el riego y 180 gallinas campan a sus anchas bajo una gran variedad de árboles frutales. Cada año se recogen alrededor de 4.000 huevos de estos ejemplares criados en libertad y que están a la venta. Al igual que en Clarence House, la vivienda tiene paneles solares instalados en 2016. 

VER GALERÍA

De lo que el nuevo jefe del Estado se siente más orgulloso, donde se implicó con pasión y determinación fue en el jardín y la granja logrando que sean completamente orgánicos, siguiendo su filosofía ecológica que dice que es mejor trabajar con la naturaleza que en su contra. Los fertilizantes y los herbicidas están prohibidos y un empleado tiene que ir cada noche a quitar una a una las babosas. Tiene un área dedicado a plantas aromáticas, otra pradera con flores silvestres y una coleccion de hayas, además de una huerta que logra abastecer de frutas y verduras al Príncipe, como las patatas Charlotte, las fresas Happil, lo puerros, el repollo, las coles de Bruselas y las zanahorias, sus favoritas. Para financiar este paraíso ecológico, los jardines están abiertos al público, que cada año recibe 40.000 visitantes. 

En la época de su matrimonio con Diana, Highgrove era el lugar al que iban los fines de semana para huir del bullicioso Londres y donde sus hijos pasaron buena parte de su infancia. Aunque la malograda Princesa nunca llegó a acostumbrarse a tanta tranquilidad y al aislamiento que supone vivir rodeada de campo, para ella era una "prisión". Fue bajo sus muros donde Carlos vivió su idilio clandestino con Camilla, casi desde el origen de su matrimonio con la princesa de Gales, la duquesa de Cornualles era cada vez más una presencia fija en el palacete. 

VER GALERÍA

El primer heredero con titulación universitaria

La educación de Carlos también rompió moldes. Fue el primer heredero al trono que acudió al colegio, en lugar de ser formado en Palacio. Tras 18 meses en la guardería de Palacio pasó a las aulas de Hill House School, al oeste de Londres. Con diez años fue matriculado en la escuela preparatoria Cheam. Allí permaneció durante cinco años hasta 1962 cuando se anunció que sería matriculado en Gordonstoun, un internado en Escocia por cuyas aulas pasó el duque de Edimburgo, que creía que la dura disciplina le vendría muy bien. El príncipe Felipe quería hacer de su primogénito una copia de sí mismo: atractivo, viril, deportista...Sin embargo, el hipersensible Carlos, más interesado en la lectura que en los férreos entrenamientos, nunca se adaptó a la dinámica de este centro, que obligaba a sus alumnos a llevar pantalones cortos durante todo el año y en cuyos dormitorios se dejaban siempre abiertas las ventanas. Un tipo de vida durísimo que pasaba por duchas con agua fría, una costumbre que ha mantenido ya de adulto. Sufrió cierto acoso por parte de sus compañeros y fue así como se convirtió en un joven solitario y algo distante. A Carlos los días se le hacían muy cuesta arriba y no destacar en ningún deporte no le hizo muy popular entre sus compañeros. Años más tarde volvió a romper una barrera al ser el primer heredero al trono en obtener un título universitario. Lo logró en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, donde comenzó a estudiar arqueología y antropología para cambiarse a histora en la segunda parte de su carrera. 

VER GALERÍA

VER GALERÍA

Su paso por las Fuerzas Armadas

La carrera militar del nuevo Rey ha pasado bastante desapercibida. No es lo que más le interesa, pero conoce las Fuerzas Armadas muy de cerca. Siguiendo la tradición, ha hecho carrera en el Ejército del Aire y en la Armada como su padre, su abuelo y sus bisabuelos, donde consiguió el grado de almirante. Una experiencia que se le hizo muy dura pues, nuevamente, a diferencia de su padre, no le gusta la alta mar, sufrió mareos a bordo y en una de las misiones se golpeó la cabeza. Una vez más le dio la sensación de que fallaba a los suyos, de que no estaba a la altura de la tradición de una nación que siempre ha mirado y dominado el mar y que presume de su Marina Real. Sintió que volvía a decepcionar a su padre, un brillante marino, que tuvo que sacrificar su carrera militar por seguir a su esposa. También pasó por la aviación y se graduó como piloto de  helicóptero en 1974 antes de unirse al escuadrón naval 845. Es un avezado piloto de aviones. Está afiliado a 18 regimientos militares y participó por primera vez en el desfile de cumpleaños de la Reina como coronel de la Guardia Gales a los 26 años. Aunque los deportes no son lo suyo es un consumado buceador y pasó en su juventud 47 minutos bajo el mar examinando los restos del buque Mary Rose de Enrique VIII. Su aventura castrense incluyó entrenamiento como paracaidista. 

Loading the player...

Carlos de Inglaterra, el eterno heredero