Apareció en un acto con bastón

Isabel II reconoce por primera vez en público su fragilidad

La soberana recibió en audiencia en el Castillo de Windsor a dos cargos militares a los que les contó: 'Como pueden ver, no me puedo mover'

Por Beatriz Castrillo

Además de lidiar con los problemas que acechan a la Corona como el acuerdo extrajudicial al que ha llegado el príncipe Andrés con la mujer que le demandó por abusos cuando era menor de edad y la investigación que la Policía ha abierto a la fundación del príncipe Carlos, Isabel II tiene que batallar con su propios problemas de salud. En su última actividad oficial, que consistió en una audiencia en el Castillo de Windsor con el nuevo secretario de Defensa, el general de división Eldon Millar, y su predecesor en el cargo, el contraalmirante James Macleod, la monarca ha reconocido por primera vez en público su fragilidad. A sus 95 años, apareció con un bastón, una de las ayudas a las que más está recurriendo en los últimos meses en los actos en los que tiene que estar de pie. Al recibir a sus invitados dijo: “Como pueden ver, no me puedo mover”, señalando su pierna izquierda y según recogieron las cámaras de la televisión británica ITV. Eso sím reconoció sus dificultades de movilidad con una gran sonrisa y muy buen aspecto. 

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Esta audiencia es la primera que lleva a cabo presencialmente desde que su primogénito diera positivo en covid. El príncipe Carlos y su madre tuvieron una reunión días antes, motivo que ha llevado a que la monarca sea vigilada por sus médicos, aunque de manera privada. Cuatro días después de que el heredero al trono se contagiara su esposa, la duquesa de Cornualles, también dio positivo. Al llegar, los dos militares preguntaron a la Reina cómo estaba a lo que ella respondió que tenía problemas con una de sus piernas. También la felicitaron por el comienzo de su año Jubilar que conmemora sus siete décadas en el trono. 

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Precisamente en la víspera de este significativo aniversario, que tuvo lugar el pasado 6 de febrero, la Reina también se apoyó en un bastón que había usado con anterioridad su marido, el recordado duque de Edimburgo, un bonito homenaje que muchos han interpretado como que la jefa del Estado aún sigue apoyándose en el que fue su compañero de vida durante tantos años. Antes, el pasado octubre fue la primera vez en 17 años que apareció con bastón en un servicio religioso en la Abadía de Westminster. Entonces se dijo que era para darle más seguridad y estabilidad debido al empedrado del suelo que tienen los accesos al templo. A partir de entonces sus médicos la aconsejaron que descansara, que mantuviera tareas más livianas de despacho después de pasar una noche en el hospital. 

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En estos momentos, los problemas de salud son quizá la menor de las preocupaciones que tiene la soberana británica. El príncipe Andrés acaba de llegar a un acuerdo millonario con Virginia Giuffre, que le demandó en un tribunal de los Estados Unidos por presuntamente abusar de ella cuando era menor y estaba dentro de la red de Jeffrey Epstein. La prensa inglesa ha informado que el duque de York tendrá que pagar a la supuesta víctima 14 millones de euros, que le ayudará a sufrsagar su madre, y gracias a los cuales no tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados. La Familia Real no quería que nada hiciera sombra a las celebraciones por el Jubileo de Platino de la Reina y habría presionado para que ese acuerdo se produjera. 

Casi a la vez se supo que el príncipe de Gales podría ser interrogado por la Policía británica en la investigación oficial que está realizando por un escándalo que salpica a su Fundación. Michael Fawcett, hombre de su confianza y director de la entidad hasta el año pasado, habría mediado para que el magnate saudí Mahfouz Marei Mubarak obtuviera el título de caballero y la nacionalidad británica a cambio de donaciones a la organización. Clarence House, la residencia oficial del heredero, negó que Carlos de Inglaterra estuviera al tanto de estos movimientos, pero el Daily Mail considera que su testimonio podría ser clave aunque no conociera las negociaciones que urdían Fawcett y el millonario árabe.