A sus 94 años Isabel II sigue en plena forma. A lo largo de toda su vida, la Reina de Gran Bretaña ha tenido que afrontar algunos acontecimientos históricos muy duros para su país y para el mundo: el último de ellos, la reciente pandemia provocada por el COVID-19. La soberana ha permanecido confinada desde marzo y este jueves ha llevado acabo su primer acto público oficial fuera de Palacio tras siete meses de aislamiento. En esta salida ha estado acompañada por uno de los miembros más activos de la monarquía inglesa: el príncipe Guillermo, duque de Cambridge y segundo en la línea de sucesión al trono. Abuela y nieto se han acercado hasta el laboratorio de ciencia y tecnología de Defensa, cerca de la ciudad inglesa de Salisbury, donde también inauguraron el nuevo centro de análisis energético. Un compromiso institucional, que ha generado una gran expectación y que no ha estado exento de polémica ya que ni la Reina, ni el Duque, ni ninguno de las personas que acudieron a la cita llevaban mascarilla.
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Para este primer encuentro fuera de una residencia real desde marzo, Isabel II eligió un abrigo en un favorecedor tono rosa pastel de Stewart Parvin y un sombrero a juego de Rachel Trevor Morgan. Además, la reina Isabel, lució un broce de oro amarillo, diamantes y rubí tallado, que fue un regalo que su esposo, el príncipe Felipe, le hizo en 1966. Como siempre, usó sus inseparables guantes y su bolso oscuro de Launer London. Este conjunto fue el mismo que lució en una visita el año pasado al King’s College. A pesar de que ninguno de los asistentes llevó protección en la cara, a todas las personas que estuvieron en contacto cercano con la monarca y el Duque, se les realizó un test para detectar si estaban infectados de coronavirus y se tomaron todas las precauciones necesarias, como guardar una distancia mínima de dos metros, según informa la versión inglesa de ¡HOLA!
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Mientras que la Reina llegó a Salisbury en helicóptero, el hijo mayor del príncipe de Gales lo hizo en coche. Este lugar es uno de los más secretos del país donde científicos investigan armas químicas, enfermedades mortales y luchan contra la amenaza de posibles ataques terroristas. La última vez que Guillermo de Inglaterra acompañó a su abuela en un compromiso oficial en el exterior fue en julio de 2017, cuando se reunieron con los afectados por el incendio de la Torre Grenfell, un edificio de viviendas sociales, que se saldó con 71 muertos. Esta también ha sido la primera vez que Isabel II se ha reunido públicamente con uno de los miembros de su familia tras pasar la cuarentena en el Castillo de Windsor con su marido, el duque de Edimburgo.
A pesar de estar confinada y de no tener agenda pública fuera de los muros de Windsor, Isabel II y su marido estuvieron el pasado julio en la boda secreta de su nieta, Beatriz de York, con Edoardo Mapelli Mozzi. Después, el matrimonio real puso rumbo a Balmoral para sus vacaciones de verano, donde recibieron alguna visita de sus familiares como los Cambridge. De ahí, la soberana y su marido permanecieron casi un mes en su casa de Sandringham. A principios de octubre la Reina se trasladó sola al Castillo de Windsor, mientras su esposo continúa en Sandringham. Antes de este acto, la última vez que se vio a la Reina en público fue en la Abadía de Westminster el pasado 9 de marzo, con motivo del Día de la Commonwealth. Un día muy señalado, ya que fue el último en el que participaron los duques de Sussex como miembros de primer nivel de la monarquía y antes de comenzar una nueva vida en norteamérica.
