De aquel viaje han pasado apenas dos semanas, pero parece toda una eternidad. Porque ya nada será igual después de aquella última visita de Estado de Beatriz de Holanda junto a los Príncipes de Orange a Brunéi y Singapur. No lo será para la Reina, ni para los Príncipes de Orange, ni para la Historia. Las agencias de noticias y los medios de comunicación holandeses estaban al corriente de que aquella gira oficial no era corriente y colaron en las crónicas reales del viaje algunas pistas acerca de su trascendencia: “Es la 53ª visita de Estado de la reina Beatriz desde que accediera al trono en 1980”.
La Familia Real holandesa preparó con esmero aquel tour. Los actos, los discursos, el equipaje. La soberana vivió intensamente cada cita del apretado programa, cada encuentro con las autoridades anfitrionas, cada recepción de gala, consciente de que eran los últimos como Reina. Tampoco hicieron las maletas al azar. Beatriz de Holanda, fiel a su estilo, lució en este viaje de despedida sombreros a tono con el traje de turno para el día y vestidos de noche de vivos colores y estampados -un guiño a los países de visita- con tiaras del histórico tesoro de la Corona holandesa para la noche, y la princesa Máxima, arriesgada como siempre, derrochó elegancia de amarillo chillón, de verde, de gris…, con enormes pamelas y de gala con tiara haciendo honor al futuro título en cada aparición. La mejor imagen para un último viaje.
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