Ni apretones de manos ni besos, analizamos el encuentro de los Reyes con los Macron

Don Felipe y doña Letizia han viajado este miércoles a París donde han mantenido un encuentro con el matrimonio Macron tras el que han participado en un homenaje a las víctimas del terrorismo

Por Beatriz Castrillo, Lara Fernández
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Las medidas de prevención que las autoridades sanitarias han puesto en marcha para frenar la epidemia por coronavirus han llegado hasta el Elíseo. Los reyes Felipe y Letizia se han desplazado este miércoles hasta París para participar en un almuerzo con el matrimonio Macron que ha precedido al homenaje con motivo de la jornada europea de las vítimas del terrorismo. En esta ocasión, el protocolo también se ha adaptado a la alerta sanitaria y ambas parejas han evitado saludarse con un apretón de manos y con dos besos. Lo han hecho, eso sí, con un beso lanzado al aire.

Don Felipe y doña Letizia han llegado sobre las 13:30 horas a uno de los patios del Palacio parisino, donde les estaban esperando Emmanuel y Brigitte Macron. Tras bajarse el coche, los Reyes se han dirigido hasta el lugar donde estaban sus anfitriones. Sonriendo y guardando las distancias, los dos matrimonios ya avanzaban con su actitud cuál iba a ser su manera de proceder en este sentido. Los cuatro han evitado el contacto. Brigitte Macron ha lanzado un beso al aire y doña Letizia ha sido tocarle el brazo por encima del abrigo, a fin de evitar el contacto piel con piel, a lo que la primera dama francesa le ha respondido con un leve gesto con el brazo a la altura de la cintura. En ningún momento se han tocado, de ahí la decisión de la reina Letizia de entrelazar sus manos, quizá para tenerlas ocupadas y evitar así ese contacto.

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Por su parte, el presidente presidente galo ha juntado sus manos y les ha hecho una leve inclinación de cabeza antes de lanzarles un beso con las dos manos y tocar brevemente a don Felipe en el brazo. Éste ha querido hacer un gesto de asentimiento con la cabeza a sus dos anfitriones y, posteriormente, también ha colocado su mano sobre la espalda de Macron. Tras intercambiar unas palabras, varias sonrisas y gestos de complicidad, han posado para los medios de comunicación allí apostados. Después, han participado de una comida, en la que también han guardado la distancia social que marca la OMS.

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Este encuentro con el Presidente y la primera dama, distentido y relajado dentro de la evidente tensión que se vive en estos momentos debido a la crisis del coronavirus -que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a declarar el brote como pandemia- ha sido la antesala del homenaje con motivo de la jornada europea de víctimas del terrorismo, que ha tenido lugar en la Plaza de Trocadero de París. En ella no solo ha habido afectados por el terrorismo, sino que han estado presentes asociaciones de víctimas y personal de ayuda y socorro, junto con representantes de los estados miembros y europeos, en una reunión que ha servido para compartir historias y experiencias.

Durante el acto, también hemos podido ver gestos similares: manos entrelazadas entre sí, saludos con la mano y miradas de complicidad, en un intento de transmitir con los ojos lo que no era posible hacer con las manos y los besos. Los saludos se han visto modificados hasta el punto de que el único contacto se producía por encima de la ropa, no directamente de piel a piel. Las miradas han sido las protagonistas de una jornada en la que el recuerdo a las víctimas del terrorismo ha estado más presente que nunca.

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Han pasado casi dos años desde los últimos encuentros entre Felipe VI, doña Letizia y Emmanuel y Brigitte Macron. Fue en julio de 2018 cuando el jefe del Estado español y el mandatario galo coincidieron en el Palacio Real de Madrid. Meses más tarde, en octubre, los Reyes y el matrimonio francés se reencontraron en el Gran Palais para la inauguración oficial de una exposición sobre la obra de Joan Miró. Después, los cuatro disfrutaron de una cena privada en un restaurante. Este miércoles, todos ellos han compartido momentos, aunque en un escenario y bajo el paraguas de un acto mucho más solemne, en todos los sentidos.