Así fueron las comuniones de los primos de la princesa Leonor

Por hola.com

Pronto la Princesa de Asturias recibirá la Primera Comunión. Pese a ser la Heredera al trono, romperá la tradición real de celebrarla en el Palacio de la Zarzuela y seguirá el modelo privado y en la intimidad de sus primos. La princesa Leonor será una niña más entre sus compañeros de colegio y tomará el sacramento en la Parroquia Asunción de Nuestra Señora de Aravaca. Recordemos las comuniones de los otros nietos de los reyes Juan Carlos y Sofía.

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Felipe de Marichalar crea precedente
Los Duques de Lugo, que aún no se habían separado, quisieron que su hijo Felipe de Marichalar recibiera la Primera Comunión junto al resto de sus compañeros de catequesis de su colegio, en una ceremonia íntima, ya que se consideraba un acontecimiento familiar y privado. El nieto mayor de los reyes Juan Carlos y Sofía se preparó para acudir al encuentro con Jesús en la Eucaristía junto a una veintena de sus compañeros del colegio San Patricio, de Madrid. Al ser la iglesia de este centro demasiado pequeña para oficiar las comuniones conjuntas, se celebró como era costumbre desde hacía años en San Pedro Mártir, del teologado de los Padres Dominicos de Alcobendas. Siempre se celebraba la última semana de mayo y siempre en día laborable, como la de Felipe Juan Froilán, que tuvo lugar aquel jueves 24 de mayo de 2007, a las once de la mañana, y como anécdota, uno de los días que más ha llovido en la capital.

La Familia Real casi al completo —sólo faltó doña Letizia que se había convertido en madre por segunda vez apenas tres semanas atrás— acudió a la ceremonia. Los primeros en llegar fueron, como es natural, los Duques de Lugo con sus dos hijos, Felipe y Victoria Federica. Estuvieron también los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía; el príncipe Felipe, los Duques de Soria, la princesa Irene de Grecia, así como la Condesa viuda de Ripalda, madre de Jaime de Marichalar. Los Duques de Palma de Mallorca dejaron a sus hijos en Barcelona, ya que era un día de colegio, pero ellos no faltaron al oficio religioso. Doña Letizia, como decíamos, se quedó en palacio al cuidado de sus dos hijas, Leonor, de año y medio, y la pequeña Sofía, que no había cumplido aún el mes, aunque seguramente se unió a la familia para el almuerzo en el palacio de la Zarzuela con el que celebraron el gran día.

Llevaba un traje de marinero hecho a medida, como todos los alumnos de su colegio que celebran este día y también como el propio don Juan Carlos, que tomó el sacramento en 1947, a los nueve años, en una solemne ceremonia en Estoril, que fue oficiada por el cardenal Cerejeira, de Lisboa. Felipe de Marichalar ocupó el primer banco de la iglesia de los Dominicos, de Alcobendas. Fue una comunión conjunta y participativa, en la que cantó la coral del colegio, formada por los alumnos de mayor edad. Algunos de los padres nos comentaron que había sido muy emotiva.

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Juan Valentín y Pablo Nicolás, con la Familia Real en pleno
La Familia Real apretó agendas para buscar en el mes de mayo un fin de semana que les permitiera celebrar unidos la Primera Comunión de Juan y Pablo Urdangarín, los hijos mayores de los Duques de Palma de Mallorca, en Barcelona. Conseguido su propósito, los Duques de Palma de Mallorca recibieron el 23 de mayo de 2009 en Barcelona a la familia en pleno. La infanta doña Cristina y su marido llegaron al convento de los padres capuchinos de Sarriá alrededor de las 17.30, media hora antes de que comenzara la Misa. Tras dejar a los pequeños comulgantes con sus compañeros de colegio en el interior del templo, el matrimonio volvió sobre sus pasos para recibir a los Reyes, los Príncipes de Asturias, la infanta Elena y a todos sus sobrinos, entre otros miembros de la familia.

Se trataba de una ceremonia familiar, pero los reyes Juan Carlos y Sofía, como procede, serían los últimos en acceder a la iglesia del convento… La infanta Elena no hizo esperar a su hermana y apareció en la explanada del edificio, con un elegante dos piezas en rojo español, acompañada por sus dos hijos, su prima Alexia y los padres del Duque de Palma de Mallorca. La Duquesa de Lugo y la hija primogénita de los Reyes de Grecia hicieron valer su condición de madrinas de Juan, de nueve años, y Pablo Urdangarín, de ocho. Les seguían Mikel Urdangarin y el príncipe Kubrat de Bulgaria, los padrinos de sus bautizos. Minutos escasos para el inicio de la ceremonia irrumpieron en la plaza de Sarriá los soberanos y los Príncipes de Asturias con las infantas Leonor y Sofía. Los ciudadanos los recibieron con aplausos y vítores.

La Misa, oficiada en catalán y castellano por el padre Josep Massana, se caracterizó por la participación de los comulgantes, que pidieron por sus familiares y por el fin de los conflictos. También por la preciosa selección musical que interpretó un organista. Los hijos de los Duques de Palma de Mallorca vivieron la larga ceremonia —más de una hora de duración— sin que nada interfiriera en ese momento de interiorización, entendiendo el verdadero significado de recibir la Sagrada Comunión. Al igual que sus compañeros —recibieron la Eucaristía junto a otros cuatro amigos del Liceo Francés, el colegio en el que estudian—, los nietos de los reyes Juan Carlos y Sofía ocupaban el primer banco de la iglesia, decorada con sencillos ramilletes de flores en los que predominaba el blanco.

Aunque su abuelo y su primo Felipe Juan Froilán vistieron el tradicional traje de marinero, los hermanos Urdangarin recibieron el sacramento con pantalón de loneta beis, americana azul marino, corbata y un gran crucifijo. Concluida la ceremonia, la Familia Real abandonó el templo por la puerta de sacristía. A la salida, intercambiándose varias veces de posición, posaron todos juntos con los comulgantes para la tradicional foto, que fue tomada en la escalinata de bajada y con la iglesia de fondo. Un posado que tuvo como estrella a la infanta Sofía. La pequeña no atendió a las razones de sus mayores ni tampoco a las de Leonor —una cuidadora de excepción— y no paró hasta que consiguió cumplir su objetivo: escaparse del grupo. Doña Letizia le pidió que se estuviera quieta, su hermana la abrazó mimosa, su padre la retuvo de la mano, pero, en un descuido de todos, se liberó de todos para saludar en solitario y muy dispuesta a todos los presentes. La Familia Real y el resto de los invitados se dirigieron después a Pedralbes, donde tuvo lugar la celebración, a la que asistieron alrededor de cuarenta niños de todas las edades. Entre ellos, los más de veinte primos por la rama Urdangarin. Las jóvenes generaciones merendaron bajo el porche, y después camparon a sus anchas por los amplios jardines y la zona deportiva del palacete.


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Victoria Federica de Marichalar reúne a sus padres
La Primera Comunión de Victoria Federica de Marichalar fue igual a la de su hermano con las únicas diferencias de las circunstancias. Después de haber sido preparada para recibir el sagrado sacramento por el profesorado del colegio donde San Patricio, y de haber visitado la basílica del Pilar, en Zaragoza, para besar el manto blanco bordado en oro de la Virgen —el que le regaló la reina María Cristina—, cumpliendo con la tradición que ha seguido la Familia Real española a lo largo de los siglos, la pequeña Victoria se presentó devota junto a sus compañeros de curso para recibir su Primera Comunión en la iglesia de San Pedro Mártir (Madrid). Tratándose de un día en entresemana, volvieron a ajustar agendas los Reyes, los Duques de Palma de Mallorca y la familia Marichalar —incluida su madrina, Ana— para poder acompañar a la pequeña en el día de su Eucaristía.

Por un lado, además del inmenso cariño que profesan a Victoria, pesaba sobre el corazón de todos ellos el hecho de una situación familiar no arreglada —la separación de sus padres—, que ha marcado la vida de los niños Marichalar de Borbón con un visible antes y después; por otro, que don Felipe, su tío y padrino de bautizo, no podría acompañarla en su gran día al encontrarse de viaje oficial en Colombia. A diferencia de la Comunión de sus primos, Juan y Pablo, a la que sí asistió la familia en pleno cinco días antes, Victoria Federica no disfrutó de la compañía de todos ellos, aunque, a cambio, sus padres sí habrían hecho el esfuerzo de salvar por unas horas sus diferencias para asistir juntos a su Eucaristía. El sacramento que recibió junto a veinte compañeros de San Patricio en la iglesia de los padres dominicos de Alcobendas (Madrid).

Don Jaime esperó a doña Elena en el interior del templo —cumplieron protocolo y, de paso, pudieron saludarse con dos besos sin la presencia de las cámaras— y ocupó su lugar en el segundo banco, junto a la Infanta, quedando situados ambos entre los reyes Juan Carlos y Sofía y su madre, la Condesa de Ripalda. Victoria intercambiaba recordatorios con sus compañeros con aire de timidez antes de dirigirse con su familia al palacio de la Zarzuela; doña Elena repartía saludos y enormes sonrisas, mostrándose como una mujer feliz. Por primera vez, también, en muchos meses, sonreía abiertamente don Jaime.

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Miguel Urdangarin se desmarca

Miguel Urdangarín y Borbón recibió la Primera Comunión, a diferencia de primos y hermanos, en un marco incomparable: los jardines del Palacio de la Zarzuela. Acompañado por la Familia Real al completo y con una gran sonrisa que evidenciaba la emoción que sentía aquel el 28 de mayo de 2011 al dar tan importante paso. La ceremonia religiosa se celebró al mediodía en la capilla real. Los Reyes, los Príncipes de Asturias y sus hijas, las infantas Leonor y Sofía; la infanta Elena con sus hijos, Felipe y Victoria Federica; las hermanas del Rey, el infante don Carlos y la princesa Alexia de Grecia, con sus hijos, entre otros familiares, figuraban entre los invitados, junto a una amplia representación de la familia Urdangarin y amigos del colegio de Miguel en Barcelona, que acudieron acompañados de sus padres.

Para la ocasión, tanto la orgullosa madre, como la reina Sofía y doña Letizia se decantaron por vestidos de colores claros a diferencia de la infanta Elena, que puso el toque de color con un original diseño de chaqueta y falda en tonos turquesas. Las princesitas de la casa volvieron a acaparar las miradas de los fotógrafos y Miguel tuvo que compartir protagonismo con ellas ya que además de las infantas Leonor y Sofía también consiguieron encadilar a los invitados la pequeña Irene y Victoria, vestidas muy parecidas de blanco y con chaqueta de punto de colores pastel.

Durante la ceremonia oficiada por el arzobispo castrense, Juan del Río, que estuvo acompañado por el sacerdote salvadoreño Alexander Díaz, un cuarteto con órgano y coro interpretó música gregoriana y piezas de Bach, Mozart, Haydn y Mascagni, que acompañaron varias lecturas litúrgicas del Libro de los Hechos de los Apóstoles, el Salmo 65, la Primera carta del Apóstol San Pedro y el Evangelio de San Juan. Después, Miguel, que al igual que sus hermanos lució chaqueta y corbata azules y pantalones beige, recibió los abrazos y besos de todos sus primos y tíos y posó con sus emocionados padrinos, el príncipe Felipe y Lucía, hermana menor de Iñaki Urdangarín.

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Irene Urdangarin, semanas antes que la princesa Leonor
Irene Urdangarín y Borbón vivió, el pasado sábado 2 de mayo, un día inolvidable: el de su Primera Comunión. A diferencia de sus hermanos mayores, que recibieron el sacramento en España (Juan Valentín y Pablo Nicolás en un convento de Barcelona, y Miguel en los jardines del palacio de la Zarzuela), la hija pequeña de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín comulgó por primera vez en la pequeña iglesia de Hermance, una aldea medieval a orillas del lago Lemán, perteneciente al cantón suizo de Ginebra, y con increíbles vistas al macizo del Mont Blanc.

Hasta allí se desplazaron desde España su abuela materna, la Reina Sofía —que viajó junto a su hermana, la princesa Irene de Grecia—, así como su tía la infanta Elena, que eligió un conjunto muy vistoso en tonos turquesa y asistió acompañada por su hijo mayor, Felipe Juan Froilán; su abuela paterna, Claire Liebaert, y algunos de sus tíos paternos; Cristina de Borbón-Dos Sicilias y Rosario Nadal, la que fuera esposa de Kyril de Bulgaria, Príncipe de Preslav. Para su gran día, la niña, que el próximo 5 de junio cumplirá diez años, llevó el mismo vestido blanco en organza, con manga farol y talle de nido de abeja, que ya lucieran en su día la infanta Elena, el 30 de mayo de 1972, y su madre, la infanta Cristina, un año después. Como únicos complementos, Irene llevaba un lazo blanco en el pelo y una cadena con un crucifijo. Tras la ceremonia religiosa, la pequeña posó a las puertas de la iglesia con su familia: sus padres, sus hermanos (vestidos los tres con idéntica camisa blanca, americana azul marino y pantalones beis, cambiando solo el color de sus respectivas corbatas) y sus abuelas, aunque al principio solo se puso la Reina, y a continuación lo hizo Claire Liebaert, por indicación de su nuera.