La hemos visto apoyar al sector cultural, al acudir junto a su marido Felipe a ver la colección permanente de los Museos Reales de Bellas Artes en Bruselas, el mismo día en el que estas instituciones pudieron reabrir sus puertas tras la pandemia de coronavirus. También ha estado muy pendiente de las residencias de ancianos y de las personas sin hogar y, además de llevarles comida se ha encargado junto a sus hijos de llamar a muchos de ellos por teléfono. Ahora, Matilde de Bélgica ha vuelto a salir de palacio y lo ha hecho por una buena (y dulce) razón.
De don Felipe a la reina Matilde: las gestiones de los 'royals' para ayudar en la crisis
La reina belga se desplazaba este mismo viernes hasta la sede del Instituto Técnico de la Comunidad Francesa Val-ITMA de Tournai, una suerte de escuela de formación profesional ubicada al oeste del país, cerca de la frontera con Francia. Aquí Matilde de Bélgica, que elegía para la ocasión un vestido verde, combinado con un colorido bolso y la pertinente mascarilla de protección contra el COVID-19, se reunió con profesores y estudiantes para analizar personalmente el impacto que ha tenido el virus en el centro y en su día a día.
En su cuarta aparición pública desde el confinamiento, la mujer del rey Felipe de los Belgas mantuvo en todo momento la distancia de seguridad sin estrechar las manos a sus interlocutores. Durante su recorrido por el instituto, Matilde de Bélgica recibió algún que otro ramo de flores y pudo asistir a varias de las clases que se imparten normalmente. Asimismo, pudo reunirse con el alcalde del municipio y el director de la escuela y fue testigo de una demostración en directo en el taller de bicicletas y en el de pan, chocolate y repostería, que ha permanecido cerrado como medida de higiene y precaución.
Fue en este momento de la visita cuando se produjo el momento más 'dulce' de toda la jornada. "He querido ver cómo ha ido la supervisión de los estudiantes en las últimas semanas y especialmente apoyar al profesorado durante este intenso período", comentó Matilde de Bélgica antes de conversar con varios alumnos y profesores del taller. Sus gestos bien podrían invitar a pensar que se trataba de un intercambio de opiniones acerca de las diversas elaboraciones culinarias. ¿Les estaría pidiendo la receta?
No sería extraño, teniendo en cuenta que en los últimos tiempos hemos tenido constancia de que sus cuatro hijos, Elisabeth, Gabriel, Emmanuel y Eleonore, llegaron a atreverse a elaborar gofres y tartas artesanas que luego repartieron entre el personal y los residentes de algunas residencias de ancianos, tal y como desveló en su momento la Casa Real belga, que incluyó incluso una fotografía de los príncipes en el jardín de su residencia y rodeados de todos estos dulces.
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