María Luisa de Gonzaga, una francesa en Polonia

Por hola.com

Esposa de dos reyes polacos, la francesa María Luisa de Gonzaga (1611-1667), no solo ha pasado a la historia como una doble consorte real, sino también como una de las primeras soberanas que durante el siglo XVII se involucró políticamente, para asombro de la conservadora corte polaca, y que apostó decisivamente por la cultura. En estas líneas repasamos su trayectoria.


 

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María Luisa de Gonzaga nació el 18 de agosto de 1611 en la ciudad gala de Nevers – algunas fuentes apuntan a que fue en París –, siendo la hija de Carlos I de Mantua (1580-1637) y Catalina de Mayena (1585-1618), descendiente, a su vez, de Carlos de Lorena (1554-1611). La joven María Luisa creció felizmente junto a sus hermanos: Francisco, Carlos, Fernando, Benedicta y Ana María, hasta el fallecimiento de la progenitora, en 1618. Desde ese momento María Luisa y sus tres hermanos varones pasaron a depender de su tía, mientras que sus dos hermanas fueron internadas en un convento. Ya desde la más tierna juventud la educación de la primogénita, María Luisa, estuvo encaminada a que se convirtiera en el futuro en cónyuge modelo para algún señor de alta prosapia. Pronto tal caballero se haría realidad en la figura de Gastón de Orleans (1608-1660), hermano del rey Luis XIII de Francia y fundador de la Casa de Orleans, que movido por la belleza y la exquisita educación de María Luisa, caería rendido a sus pies. Sin embargo el monarca se opuso al enlace, a causa de la enemistad que existía entre su primer ministro, el cardinal Richelieu, y Gastón. Temeroso de que María Luisa estuviera envuelta en un complot de su hermano para usurparle el trono, como así le sugirió el siempre maquiavélico cardenal, el Rey acabó ordenando la detención de la joven. Tras tres años encarcelada, primero en la fortaleza de Vincennes y después en un convento, la joven María Luisa abandonó definitivamente la reclusión y regresó a su Nevers natal.


 

 

La presencia de María Luisa en tierras francesas seguía siendo una fuente de inquietud en la corte. Por ello se decidió encontrarla algún consorte en el extranjero para deshacerse de ella y desactivar así sus posibles ambiciones. El elegido fue Vladislao IV Vasa (1595-1648), rey de Polonia. Pese a que éste no se mostró en primera instancia contrario a casarse con María Luisa, finalmente se decidiría por Cecilia Renata de Habsburgo (1611-1644) con la que contraería matrimonio en 1637 y con la que tendría dos hijos, ambos fallecidos en la infancia, Segismundo Casimiro y María Ana Isabel. Si bien la perspectiva de convertirse en reina de Polonia se había desvanecido, su relación con el país centroeuropeo no terminaría con el rechazo de su candidatura por parte de Vladislao. En 1640 conocería al hermano de éste, Juan Casimiro (1609-1672), que se encontraba prisionero en Francia tras haber sido apresado en Port-de-Bouc, habida cuenta de haber tomado partido por España en la Guerra de los Treinta Años.


 

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Mientras la relación con Juan Casimiro parecía afianzarse – las malas lenguas afirmaban no obstante que en esos mismos momentos mantenía un romance con el Marqués de Cinq-Mars, de nuevo un enemigo en la corte de Luis XIII y del válido Richelieu y que terminaría siendo ejecutado por alta traición –, María Luisa dio rienda suelta a su gran pasión: la literatura. Así fundaría su propio salón literario en París, en colaboración con Catalina de Rambouillet (1588-1665), una de las mujeres de cultura más importante de la Francia de la Edad Moderna.

En 1644 la Reina de Polonia fallecería de forma inesperada tras sufrir una letal infección a consecuencia de un parto malogrado. El rey Vladislao, todavía joven, se propuso volver a contraer nupcias y pensó para ello en la aún soltera María Luisa. Ésta, pese a no sentir ninguna atracción por el monarca polaco, decidió aceptar sin reservas la proposición, habida cuenta de que le garantizaba su acceso al poder, algo que siempre le había ilusionado. Por su parte, Vladislao, quien tampoco se mostraba entusiasmado con la idea de emparejarse con una mujer de 35 años, edad considerable para la época, conseguía con el matrimonio una solución a sus problemas financieros – la dote ascendió a al menos 700.000 zlotys polacos – y una fuente de ingresos para sus costosas empresas bélicas.


 

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La boda se celebró por poderes en el invierno de 1645 y la ceremonia en persona en marzo de 1646. Las crónicas describen los enormes fastos con los que se celebraron las bodas del Rey en la ciudad de Dantzig. La mesa a la que se sentaban los Soberanos estaba adornada con tres enormes pirámides de azúcar pintado de oro que representaban hechos memorables de la historia de Polonia. Más de cincuenta hidalgos se encargaron de servir el banquete solo a los Reyes. La Reina, convertida gracias al matrimonio en Ludwika María, según narran los testigos no gustó de la mayoría de los platos típicos polacos ya que los encontraba demasiado especiados y salpimentados, por lo que solo disfrutó de dos perdices guisadas a la francesa y de un postre de almíbares, servido en unas espectaculares copas de plata. En cualquiera de los casos, los comentarios sobre la boda acentúan que la nueva Soberana se mostraba llena de felicidad y completamente satisfecha por su nuevo estatus.

La tragedia no tardaría en llegar al Reino de Polonia. En agosto de 1647, el hijo del Rey, Segismundo Casimiro, fallecería a los siete años de edad tras una breve enfermedad. El rey Vladislao, a partir de ese momento, sufrió un gran deterioro, especialmente psicológico, al encontrarse en la tesitura de no tener sucesor. Finalmente a principios de 1648 mientras se encontraba cazando en la zona lituana de Merkiné sufrió un grave cólico biliar que fue deficientemente tratado, hasta el punto de que acabaría costándole la vida en la noche del 19 al 20 de mayo de 1648. La reina María Luisa acababa por tanto de enviudar.

A consecuencia de la ausencia de sucesor, el heredero de Vladislao IV sería su hermano, quien subió al trono con el nombre de Juan II Casimiro Vasa. Ávido de apoyo en la corte polaca, el rey Juan buscó el sustentáculo de su cuñada, quien ya tenía experiencia en los tejemanejes de Palacio y a quien ya conocía de su periodo de cautiverio en Francia. La relación entre ambos se hizo tan estrecha que el 30 de mayo de 1649 acabarían contrayendo matrimonio. María Luisa se convertía, en definitiva, en Reina de Polonia por segunda vez.
Sería precisamente en este periodo de las segundas nupcias cuando la influencia de la reina María Luisa se dejaría ver de forma más notable tanto en la política como en la vida cultural polaca. Así, los historiadores actualmente resaltan su papel clave en la derrota del ejército sueco en su intento de invasión de Polonia en 1655. Igualmente suya sería la iniciativa de fundar el primer periódico polaco en 1661, el Merkuriusz Polski de Cracovia, y de dar todo el apoyo económico y logístico a Tito Livio Burattini, uno de los primeros egiptólogos de la Historia y uno de los precursores de la aviación con su ‘dragón volante’. La reina María Luisa también sería la responsable de crear el primer convento polaco de la Orden de la Visitación de Santa María y de introducir también en tierras polacas a los Misioneros de San Vicente de Paúl en 1651.

A la edad de 55 años, la reina María Luisa fallecería en Varsovia el 10 de mayo de 1667. Sus restos descansan en la Catedral de San Estanislao y San Wenceslao de Cracovia, el santuario nacional polaco. Su marido, el rey Juan, conmocionado por la muerte de su esposa y colaboradora en las tareas de gobierno, terminaría abdicando al año siguiente, siendo su sucesor Miguel I (1640-1673), perteneciente a otra rama dinástica. El ya antiguo rey Juan, melancólico y exhausto, se instaló en Francia donde se convertiría en jesuita. En 1672 moriría de una apoplejía. Fue enterrado al lado de su esposa, la reina María Luisa de Polonia.


 

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