La princesa Carolina y Carlota Casiraghi y la princesa Estefanía y Paulina Ducruet: amor de madre, amor de hija

Por hola.com

 

Love is in… Mónaco. El amor romántico acompaña al príncipe Alberto y Charlene Wittstock al altar y el maternal persigue a las princesas Carolina y Estefanía a todas partes. Del primero hemos sido testigos estos últimos días en las palabras emocionadas de Charlene en su primera entrevista a un medio de comunicación tras el anuncio oficial de su compromiso matrimonial con el Príncipe; en un beso espontáneo en una noche de concierto; en un baile pegado de rock, y en una mirada cruzada de la pareja de cualquier cita deportiva o benéfica.

Del segundo tampoco han faltado ejemplos estos días, y siempre: en el apoyo incondicional de la princesa Carolina a su hija mayor, Carlota Casiraghi, en su carrera ecuestre con ocasión del Concurso Hípico Internacional de Montecarlo; en la admiración y el henchido orgullo de la princesa Estefanía ante la actuación de su hija Paulina Ducruet en el Campeonato Europeo de Natación de Júnior en Helsinki; en el consuelo de Carlota y los demás -Andrea, Pierre y la princesa Alejandra, la más pequeña de los hermanos, que cumple hoy 11 años- en los reveses de la vida de la princesa Carolina; en el contento de Paulina y los demás -Luis Ducruet y Camille Gottlieb- ante los sueños cumplidos de la princesa Estefanía –el último: la inauguración de La casa de la vida, un centro de acogida para enfermos de sida-; y en todas esas imágenes de apariciones públicas juntas, como las de esta información, que sugieren apenas una pizca de la fuerza de su cariño. No tiene mérito alguno: ni Carolina y Estefanía de Mónaco pueden disimular el amor de madre, ni Carlota y Paulina, el de hijas. Cada día están más unidas, y eso se nota.