Para el día de su boda, celebrada el pasado 12 de octubre de 2019, María eligió un vestido de la firma Colour Nude, concretamente el diseño Triana. Una prenda a la que Pilar y María de Colour Nude le hicieron algunas modificaciones a petición de la novia. "Recuerdo cada prueba como días llenos de magia, era ponerme el vestido y no dejar de decir 'me encanta'. Mis acompañantes eran las encargadas de trasladarles los cambios mientras yo permanecía en mi burbuja".

Esta prenda sigue varias de las tendencias que más hemos visto en los últimos meses, como las flores en 3D. Un elemento fácil de llevar al que recurrió en su gran día la influencer Alexandra Pereira y que en el vestido de María salpican todo el vestido. También las mangas abullonadas, un acabado muy favorecedor.

María nos explica que con la elección de su ramo de novia quiso tener presente a su padre. "Representaba mis raíces. Mi familia tiene campo, y como mi padre falleció, siempre pensé que el ramo sería de una de las plantas que tenemos. Tuve dudas, pero cuando vi el ramo de la boda de Carlota Casiraghi, la copié. ¡Me pareció muy original! Y el trigo forma parte de mi familia. Así que fue un ramo de trigo y lavanda. Para mí era tener presente a mi padre, así que fui una afortunada".

Siguiendo con las tradiciones, la andaluza quiso llevar algo prestado, unos pendientes de brillantes pequeños y pegados a la oreja que le dejó su prima, que también le ofreció su velo de novia. Azules fueron los zapatos, unas sandalias personalizadas de Custom & Chic que le regaló su amiga Paloma.

Solo fueron necesario seis meses de relación para que María y Jaime se dieran cuenta de que estaban hecho el uno para el otro. "Estábamos justo en ese mismo bar donde nos conocimos con unos amigos de Jaime, cuando miró el calendario y dijo que él como buen patriota, se casaría el 12 de Octubre y que en 2019 caía en Sábado. Si no lo hacía aquel día tenía que esperar 7 años y eso era inviable. Así que soltó: 'yo te espero en el altar el 12 de Octubre'". Y así fue.

Aquel día María y Jaime se casaron en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde ambos residen. "La fiesta fue en Phi Phi, un Beach Club de Jaime y en un entorno idílico sobre el mar…el lugar no podía tener más magia. Este lugar invitaba al estilo Boho Chic, era el enclave perfecto". Para organizar la boda y que todo saliera como ellos querían Jaime se ofreció a hacer el mismo de wedding planner, aunque contó con la ayuda de Maribel, la coordinator planner, y de algún que otro familiar y amigo.

Pero si algo tuvieron claro desde el primer momento es que no querían organizar una boda tradicional, sino una fiesta diferente con la que sorprender a todos sus invitados. "Jaime y yo, antes de decidir casarnos siempre hablábamos de un arrocito, tanto que nunca utilizamos la palabra boda, sino el Arrocito o Arrocito Boho Chic".

"Solo participé en elegir el dress code de los invitados y por supuesto, todo lo que yo llevaría. El dress code para los chicos era guayaberas, camisas de lino, pantalón y calzado casual y sombrero. Para las chicas, vestidos estampados y vaporosos, cuñas y prohibido pamelas y tocados. El estilo era Boho Chic, incluso el novio y padrino fueron así a la capilla", nos explica María. Y para quien hubiera olvidado su sombrero, en Phi Phi los ofrecían.

"Nuestra entrada fue izando la bandera de España mientras Javilín Violín (finalista de Got Talent y recomendadísimo) amenizaba con su violín el himno de España. Desde ese momento, las dos de la tarde, hasta la madrugada hubo una programación de actuaciones. ¡En esta programación se indicaba que tanto la coctelería como el jamón estaban 24h!"

Pero las sorpresas y las actuaciones no terminaron ahí. "Nos regalaron la chirigota Daddy Caddy (segundo finalista de El Falla 2019). A Jaime le gusta mucho el carnaval y a mi también, como buena gaditana. También llevamos una charanga, era la encargada de trasladar a todos los invitados tras los fuegos artificiales a la zona de baile de noche, una carpa iluminada con efectos de luces, DJ y música cañera. Javilin apareció de nuevo. En este intervalo había un face point donde los invitados llevaban sus caras pintadas con colores fluorescentes para alinearse con la fiesta que les esperaba".

Ah, y no hubo catering. En lugar de optar por un menú al uso, como el que suelen ofrecer este tipo de empresas, María y Jaime optaron por llevar –con ayuda de todo el comité de organización, claro– los platos que más les gustaban de cada sitio. Una idea de lo más original y sorprendente. 

"Conseguimos que nuestros invitados asistieran a una boda diferente, era nuestro objetivo. Al día siguiente, recibimos cientos de mensajes de amigos y familiares donde todos coincidían que el Arrocito fue un festival, un parque de atracciones para mayores… Fue muy gratificante recibir este feedback", concluye María.