Para su día más especial, Astrid Bernadotte se decantó por un diseño entallado con superposición de encaje, de media manga y corte sirena.

La Iglesia de Ognissanti (en español, Iglesia de Todos los Santos) en Florencia, fue el lugar elegido por la Condesa de Wisborg para prometer amor eterno a su pareja, Filippo Bruti Liberati.

En esta ocasión ha sido Astrid Bernadotte la gran protagonista de un enlace que tuvo algunos invitados de excepción, como Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, a los que vimos acompañados de su hija, la princesa Victoria.

La ocasión lo merecía, y la Reina abrió su espectacular joyero real para lucir la impresionante tiara de amatistas -a juego con el collar y los pendientes-, una de las de mayor importancia y majestuosidad, que perteneció a Josephine de Leuchtenberg, consorte de Oscar I de Suecia y Noruega.

Las damas de honor, esperando impacientes a la novia

Según ha publicado la prensa local, los recién casados y sus cerca de 200 invitados continuaron con después con la celebración en el Palazzo Corsini, ubicado en el barrio de Trastévere, en Roma.

Apasionada del arte, la novia actualmente trabaja como Directora en la galería Omer Tiroche de Arte moderno y contemporáneo, que se encuentra en Londres, la misma ciudad en la que trabaja su ya marido, que es Ejecutivo de cuentas de Cloud Enterprise.

Además, completó su look nupcial con una llamativa corona que llevaba sujeta a su larguísimo velo, y su melena suelta ligeramente ondulada de medios a puntas.