Inma, la novia de las flores burdeos y la capa de ganchillo

Un ramo especial, a cargo de la propia novia, y un vestido firmado por Luis Miranda lograron este look mágico

por Estrella Albendea
La boda de Inma en Madrid

Ante una boda, suele haber dos tipos de novias: las que de alguna forma están vinculadas con el sector nupcial y saben desde el inicio lo que quieren; y las que empiezan la búsqueda desde cero. Para las primeras, la oportunidad de dar el ‘sí,quiero’ es también la suerte de poder poner su sello personal. Así sucedió con el ramo y los arreglos florales de la boda de Inma y Álvaro, celebrada el pasado mes de diciembre, pocos días antes de Navidad y con ausencias familiares muy relevantes. “El ramo, al igual que toda la decoración floral, estuvo a cargo de Chiripa&Bambú, mi taller de diseño floral. Elegí un ramo muy sencillo, que no quitase protagonismo al vestido, y que no fuera recargado con diferentes tipos de eucalipto, pino, piñas —para darle ese toque invernal y navideño— y flores secas en tonos burdeos”, nos explica Inma. 

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Al diseño floral que ella misma ideó le añadió un par de detalles más que lo hacían aún más especial, algo con lo que disfrutó mucho. “Le puse un lazo en tartán porque siempre he asociado ese estampado a las Navidades y me encanta. Los lazos también decoraban el seating plan, que eran unos tarjetones con unas coronas navideñas ideales. Mi madrina me regaló una medalla preciosa de la Virgen de Guadalupe (la virgen del día que nos casábamos) y también se la puse al ramo”. Inma escogió esta bonita propuesta para acompañar un vestido único, una rara avis que ha triunfado en Instagram gracias al buen trabajo del taller de Luis Miranda

Un vestido de novia con todo el peso de la artesanía

“Conocí a Luis Miranda y a Franco, gracias a una amiga mía y la verdad que fue descubrirles y supe que me harían ellos el vestido. Me captaron al segundo y lo que más me gustó fue que verdaderamente se toman muchísimo tiempo en conocerte, y en conseguir que el vestido supere cualquier expectativa que tengas. Su trato conmigo fue excepcional. Son unos profesionales de 10”, confiesa. 

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Cuando llegó al atelier, Inma puso sus ideas sobre la mesa, sabía perfectamente lo que buscaba para un día tan importante: “Tenía claro que quería que fuera fiel a mi estilo. Unas líneas súper sencillas, y darle protagonismo a las mangas y a la capa tan preciosa que me hicieron. Mi idea para la capa era de tipo ganchillo, tela de cortina… Algo un poco fuera de lo común, que reflejase mi estilo y personalidad. Y ellos lo consiguieron después de muchas horas de trabajo, de probar, de buscar tejidos…estoy encantada con ellos”.

El proceso para elegir el diseño fue sencillo. Inma escogió a Luis Miranda en la primera cita y desde el primer momento supieron perfectamente lo que buscaban. “El boceto inicial que me hizo, es tal cual el vestido final. Solamente cambiamos el escote en la espalda, que en un principio iba a ir totalmente cerrada, y decidimos abrirlo. La capa fue lo más complicado porque teníamos que dar con el tejido adecuado y la confección no fue nada fácil, pero quedó exactamente como la quería”.

El resultado no pudo ser más elegante y original, en parte, por los factores que la novia tuvo en cuenta a la hora de construir su look: “Lo más importante es, tener feeling con la persona que te lo vaya a hacer. Conocerse a una misma. No querer copiar a nadie ni pretender, por un día, tener un estilo totalmente diferente al que una tiene y, sobre todo, conocer la figura de cada una, siendo realista y dejándose aconsejar por el diseñador en lo que más le favorece. Al fin y al cabo, a ellos les interesa que lo luzcas a la perfección”.

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Unos accesorios con historia

Para completar el estilismo, los complementos más especiales: unos zapatos de Martinelli nada convencionales, el anillo de pedida en oro martillado y esmeralda en bruto que Álvaro le regaló y unas joyas con gran valor sentimental. “Quise acompañar el vestido con unos pendientes con una perla en forma de lágrima, que le regaló mi padre a mi madre hace 20 años y que siempre desde pequeña me habían fascinado”, revela. Además, en términos de belleza, Lucia (@luciasmakeup) fue la encargada del peinado y el maquillaje e ideó para ella una propuesta muy en tendencia: maquillaje natural y un moño de bailarina. 

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Celebrar una boda previa a Navidad

Pero, no solo el estilismo de la novia fue memorable, también la historia de amor, la organización del enlace y la bonita fecha escogida para celebrar el comienzo de una nueva etapa: el 12 de diciembre de 2020. “La fecha la escogimos un año y unos meses antes y queríamos que fuera en diciembre porque nos encantan las bodas de invierno, y más si son cerca de las Navidades. Nos casamos en la iglesia Beata María Ana Mogas y lo celebramos en El Castillo de Viñuelas”. Las circunstancias, sin embargo, no acompañaban. Tuvieron que hacer grandes cambios para adaptarse a las medidas exigidas en ese momento: reducción del número de invitados, envío de invitaciones a última hora o preparativos de la luna de miel. “Contamos con Adriana de Just go Travel y nos lo puso todo súper fácil. Nos organizó el plan B a días de la boda”, concede.

“Tuvimos que parar durante varios meses los preparativos porque empezamos en febrero a mirar cosas y justo en marzo comenzó el confinamiento, y retomamos los preparativos (no teníamos casi nada cogido todavía) dos meses antes de la boda”. Ello supuso cambiar, primero, la localización. Relata Inma que con el primer espacio que tenían en mente todo eran dificultades, por ello se decidieron por el Castillo de Viñuelas: ¡Lo volveríamos a hacer mil veces! Alberto nos ayudó en todo lo que necesitábamos y finalmente todo salió a la perfección. Perfecto tanto en la calidad como en el trato y la profesionalidad de sus trabajadores”.

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Invitados que no pudieron asistir

Más allá del enclave para la celebración, la iglesia de la ceremonia tampoco fue la que los novios imaginaron en un principio. El Santuario de Valverde era la ermita que acogería el ‘sí,quiero’, sin embargo: “A 7 días de la boda, nos dijeron que teníamos que decir al 70% de nuestros invitados que no vinieran a la ceremonia para mantener la distancia social. Nos pusimos en ese mismo momento a buscar otra iglesia por nuestra zona. Y tras recorrernos unas cuentas, conseguimos para el mismo día en Beata María Ana Mogas, que aunque más moderna, es una iglesia a la tenemos mucho cariño”.

Revela Inma que pocos días antes de la boda, la familia de su marido confirmaba que no podría asistir, exceptuando tres familiares, debido a que residían fuera de Madrid y su zona estaba confinada. “Gran parte de mi familia tampoco pudo asistir por el mismo motivo, por lo que mi suegro nos sugirió la idea de retransmitir la ceremonia en vivo. Fue gracias a Isa de Esif Fotografía y a su súper equipazo, que pudimos hacerlo realidad”.

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Un total de 170 invitados les acompañaron y no hubo ni un solo contagio. ¿El secreto? “Que cada uno sea responsable, y actúe minimizando las opciones de contagiar y de contagiarse. Si hay que llevar mascarillas, hacer mesas reducidas, invitar a menos gente, hacer un baile más discreto…¡No tiene que haber problema! Estamos todos deseando celebrar y, aunque sea con estas circunstancias, todo el mundo disfruta de las bodas. Si hay algo que tenemos claro es el HOY. Mañana nunca se sabe. Si hoy puedes, hazlo”, reivindica Inma.

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La anécdota más divertida

Y con premisas tan bonitas como la que ella misma defiende con su boda, cuando le preguntamos por la mejor anécdota del día, no se lo piensa dos veces: “Con todo el cambio de horas, escribí a Luis Miranda que le esperaba a las 12.45 (me casaba a las 13.00) Tendría que haber sido a las 11.45, y me bailaron los números. No me podía poner el vestido sin su ayuda porque, aunque parecía sencillo, era una obra de ingeniería para ajustar la ropa interior. Estuvimos esperando y cuando me di cuenta de mi error le llamé corriendo para que viniera. Finalmente llegó media hora antes de salir a la iglesia y pude ir con el vestido bien puesto”.

Por último, admite que recordar ese día es recordar una fecha de mucho estrés, pero especialmente de ilusión, pues cuando cruzó el pasillo para ir hacia el altar solo pudo pensar en positivo. “Lo más especial fue casarme con el hombre de mi vida, saber que lo hacíamos para siempre, y poder compartir nuestra alegría con tantas personas a las que queremos”, concluye.