¿Cuándo llevar velo y cuándo mantilla? Los expertos responden

Diseñadores y especialistas resuelven todas las dudas sobre estos accesorios que cobran tanta importancia en la boda

por Estrella Albendea
Mantilla o velo

La decisión sobre qué tipo de complementos acompañarán el look de una novia es una de las menos mencionadas a la hora de organizar una boda, pero no es baladí, pues una pieza bien escogida puede transformar en positivo un estilismo para el gran día. En este sentido, dos de los accesorios que más dudas suscitan entre las mujeres de nuestros país son el velo y la mantilla. Cuándo y cómo llevarlos, cuál es mejor para cada estilo y vestido y qué consejos se deben tener en cuenta, para acertar, son solo algunas de las preguntas más comunes entre quienes van a darse el sí quiero. Para resolver estas cuestiones, lo más apropiado es consultar a expertos en la materia y en HOLA.com hemos querido contar con la opinión de cuatro nombres del sector, dentro del campo del diseño nupcial y los complementos, para que construyan una hoja de ruta sobre ambas piezas.

¿Cuándo llevar cada uno?

"El velo lo recomiendo casi siempre, a no ser que el vestido tenga una espalda con algún drapeado o una capa muy vistosa y el velo lo tape y no le aporte nada. La mantilla la recomiendo cuando el vestido tiene un toque romántico o vintage". Quien expone su visión sobre estas prendas tan relevantes es Castellar Granados, fundadora y directora creativa de la firma de nombre homónimo. Apunta la diseñadora que, a pesar de estas pautas introductorias, muchas veces menos es más y si a la novia o a su vestido no les favorece ninguna de las dos opciones, mejor no añadirlas.

Sobre visiones en torno a ambos complementos no hay nada escrito y en Juan Foronda, la firma andaluza experta en mantillas, mantos y mantones, tienen claro que cada estilismo de novia puede combinar a la perfección con una creación diferente. "Si es un vestido con aplicaciones de encajes o pedrería, el velo podría ser de tul de seda liso o con una puntilla al filo muy sencilla. Con un diseño liso, de corte clásico y con poca cola, le aconsejamos una mantilla bordada a mano, en seda natural. Y para un vestido también liso, sencillo, pero con cola, un manto ovalado de tres metros como mínimo, bordado a mano en seda natural". Habla Rosa López, responsable de atención al cliente en esta emblemática casa, de mantos, un paso más allá y a medio camino entre los velos y las mantillas, pues son más amplios y, en ocasiones, más elaborados que las mismas.

Por su parte, el diseñador José Luis Zambonino añade a esta elección un valor sentimental, pues la entiende como la oportunidad de seguir con una tradición transmitida de generación en generación. "Sólo recomiendo usar mantilla o manto, cuando se trata de una pieza familiar o una pieza antigua comprada en algún anticuario. Soy partidario de usar mantilla si se tiene la posibilidad de adquirir una buena, de unas dimensiones apropiadas para una novia". Y, como experto en la materia, aprovecha la ocasión para dar un consejo: "Siempre debe descansar sobre la cola del vestido, nunca arrastrar por el suelo".

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Siguiendo la estela de la etiqueta en lo que respecta a velo y mantilla, basta con escuchar las palabras de Carmina Pairet de L'Arca Barcelona, que se embarca en buscar iconos que han optado por una u otra pieza y encuentra en Laura Ponte un ejemplo de originalidad. "Es un referente con el que aún acuden nuestras novias al atelier después de muchos años: era un vestido tipo años 20 con pedrería y ella lo lució con gran estilo con una mantilla ovalada de encaje de Bruselas". Aunque a la hora de mezclar vestidos con accesorios es difícil dar unas pautas concretas, Pairet sí que perfila unas reglas básicas para lucirlas: "Últimamente vemos novias que combinan encajes diferentes entre sí con mucha elegancia y que llevan mantillas sin la clásica tiara. Lo más importante en la mantilla y en el velo es que los encajes sean de buena calidad y evitar el tul y el encaje sintético". Y, al igual que Zambonino, indica que es imprescindible su correcta colocación y atender al tono de la mantilla: "Tiene que ser acorde con el del vestido: aconsejamos que la mantilla sea del mismo color que el vestido o más tomada, pero nunca más clara".

Pros y contras de la mantilla y el velo

Aunque existe una corriente dentro de la moda nupcial que apuesta por la naturalidad y se decanta por los mínimos accesorios, descartando cualquiera de estas dos creaciones, todavía existen novias románticas que ven en ellas un sueño cumplido. Sin embargo, a la hora de elegir hay que tener en cuenta las ventajas e inconvenientes de ambas. "Hay veces que el vestido no pega con el velo o con la mantilla (suele ser más con la mantilla) y el look resultante no es el adecuado", destaca Castellar Granados.

Su compañero de profesión no se queda atrás y se sincera: "Usar una mantilla condicionará el resto del look. Bajo mi punto de vista, una mantilla o manto, pide un vestido limpio de adornos, de líneas sencillas y clásicas. Hay que encontrar la manera, de que cuando en el baile la novia se la quite, el vestido siga siendo especial y no soso", aclara Zambonino. Con el velo, explica además, hay más facilidades, pues encaja con casi cualquier tipo de vestido, puede ser más económico y es más sencillo de poner. No obstante, "puede resultar muy incómodo, si no está bien colocado".

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En L'Arca son grandes apasionadas de estas joyas y respetan y promueven el trabajo que se esconde tras cada mantilla o velo. "La mantilla es una prenda maravillosa, muy nuestra. Es una prenda muy simbólica. Lo importante si se quiere lucir una pieza de familia, es comprobar que los encajes estén en buen estado, para evitar sustos desagradables". Pairet apunta a roturas, daños o deterioros que pueden suceder o descubrirse el día de la boda y que, ante creaciones tan delicadas, costarían un disgusto familiar. Habla desde el conocimiento de causa, pues la firma catalana tiene experiencia en la actualización y restauración de mantillas. "A veces nos traen encajes sueltos para que podamos entolar y hacer un pieza entera con ellos. En L'Arca tenemos una gran selección de mantillas antiguas para quien quiera lucir una pieza única ya hecha, pero también nos dedicamos a la restauración de encajes o a entolar los antiguos". 

Si bien entiende que el velo es más versátil, más sencillo de llevar y es posible encontrar muchas alternativas en el mercado "cada vez más fantasiosas", Pairet rompe una lanza a favor de uno de los accesorios con más historia de nuestra tierra: "Las mantillas artesanales hechas en España son más sostenibles y contribuyen a mantener viva una tradición centenaria de los talleres artesanos que si no desaparecerán". 

Lo que sí y lo que no

Aunque los expertos coinciden en que no hay un manual sobre qué está prohibido y qué está permitido, lo más importante es que la novia se sienta cómoda, pero sí que destacan algunas recomendaciones. "Creo que nunca hay que empecinarse en llevar un accesorio, como el velo o la mantilla, si el vestido no lo pide", clarifica Castellar Granados. 

El tamaño de la pieza en cuestión también es importante: "Una mantilla larga de encaje de tres metros se luce mucho mejor con un vestido con un poco de cola", recalcan en L'Arca. Y si la forma es importante, el escenario también, al menos así lo indican las palabras de José Luis Zambonino: "nunca usaría una mantilla con un vestido sobrecargado, ni tampoco la usaría si la boda se celebrase en la playa".

A la hora de combinar del mismo modo existen fórmulas que favorecen estilismos más propios de una u otra estética. El abanico es amplio, dice Rosa López, de Foronda, pero hay combinaciones muy interesantes: "Desde una novia moderna con mantilla en forma de casquete, al filo de un vestido de corte griego y sin cola, a un vestido de encaje de Chantilly con un velo de tul liso de seda natural". A la misma pregunta Granados responde que la mantilla tiene unas particularidades que la hacen más difícil de combinar que un velo tradicional. "Un velo sencillo de tul puede combinarse con casi todos los estilos. Sin embargo, una novia con un vestido moderno y mínimal no podría ir nunca con mantilla, sería un sin sentido. Pero vestidos románticos, con bordados, o con un toque vintage suelen quedar muy bien con mantilla". 

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En cuanto a tendencias y estéticas ganadoras, en L'Arca tienen una preferencia para cada una. "Los velos cortos tipo cage, los blushers y los velos hasta el codo, quedan muy bien para vestidos con largo midi y vestidos shoulder out. Este año están muy de moda los velos cortos con volumen de varias capas". 

Continúan indicando una opción para cada tipo de vestido, una selección que puede aclarar numerosas dudas a las más indecisas. "Los de fantasía con pedrerías y perlas quedan bien para un look años 20. Los que incluyen remate de encaje, quedan bien con una estética más clásica y con vestidos que lleven encaje. También son acertados para los vestidos tipo boho y combinan bien con coronas de flores. Las mantillas encajan bien evidentemente con looks clásicos y vestidos lisos, pero, si se ponen correctamente, también un look años 20 o un vestido más alternativo de encaje puede llevarse con una bonita mantilla".

Los expertos escogen sus favoritos

No es difícil intuir que a cada firma y a cada uno de los expertos les convencen unas mezclas en concreto. Después de años de experiencia en el sector, estos profesionales han perfilado su ojo crítico y ven unas fórmulas como ganadoras frente a otras. "Me siento más identificado con los velos de tul de seda natural, los uso muy anchos y muy largos. Hacen, junto con la cola, que la entrada de la novia sea lo más impresionante de toda la boda", reflexiona Zambonino. En cambio, su compañera de gremio, Castellar Granados, no tiene preferencias, pues "mientras el resultado final sea sorprendente y el velo o mantilla no quite protagonismo ni haga ver forzada la combinación", le convencen "cualquiera de los dos".

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En L'Arca, fieles a su amor por lo añejo, cuidado y con un relato detrás, no saben cómo escoger entre las mantillas de encaje de Bruselas, las princesa a los años 20 o el romántico plumetti, pero sí sobre la forma de colocarlas: "estilo Juliet cap, como la llevaba Kate Moss, el día de su boda", concede Carmina Pairet. "Nos encantan las novias veladas (y para eso es mejor un velo liso o un velo de plumetti), ya que nos recuerdan el verdadero significado de la velatio y su simbolismo cuando se descubre a la novias en el altar: es en ese momento en que se descubre a otra mujer, una mujer nueva", puntualiza. 

Rosa López, de Foronda, lo tiene claro: "En mi caso  prefiero un vestido de seda con escote barco, manga francesa y una cola de tres metros, junto a un manto de novia oval bordado a mano en seda natural y con un diseño floral". Pero está convencida de que no hay un mix perfecto: "Puedo asegurar que las tendencias de hoy son tan amplias…Como el último vestido que se hizo este febrero pasado en el taller de un gran diseñador y amigo, sacado de un mantón de Manila de seda natural". Una prueba más de que en la moda nupcial no hay normas.