Esla, la novia madrileña que se casó con unas botas de Zara y un sencillo vestido

Su vestido, cómodo, recto y lleno de personalidad, fue obra de Cotonnus

Por Regina Navarro

Cuando una chica inicia el proceso de búsqueda de su vestido de novia lo más habitual es que tenga alguna que otra idea sobre cómo será y que la elección de los complementos llegue después. Pero en el caso de Esla –sí, su nombre es así, no es una errata– fue un poco diferente. "Cuando pensé en mi vestido tenía clara una cosa, quería llevar botas. A partir de ahí empezaba la aventura. Me gusta la moda y arriesgar. En general suelo hacer combinaciones que quedan bien en el momento pero, años después, suelo decir: 'qué pintas', y me encanta. Me gustaba la idea de llevar algo moderno pero que fuera a la vez elegante y delicado", nos explica. Después de buscar mucha inspiración llegó a la conclusión de que buscaba un vestido similar a uno que guardaba desde hacía años en su armario. Quería una prenda comodísima, recta, que dejara entrever sus botas de Zara y que Leticia y Carmen de Cotonnus confeccionaron con mucho cariño.

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VER: La boda de Esla y Álex en Otero de Herreros

"Quería que fuera un vestido recto –esto es con lo que más pesada me ponía siempre en las pruebas–, que dejara ver mis botas, pero que no las convirtiera en protagonistas, que las insinuara. Que fuera subido al cuello con un corte vintage –me encantan las prendas con el cuello subido, me parecen muy elegantes– con cierta hombrera para darle más presencia y con un plisado cruzado en la falda. El toque lo quería dar con encaje en puños y cuello. Un encaje tostado para que contrastara y se viera bastante. Las chicas lo cogieron todo a la perfección y la verdad que congeniamos genial, me sentí súper cómoda con ellas y mi idea les gustó mucho. Me enseñaron las telas, los encajes y pulimos algunos detalles para poder imaginármelo mejor, así que, sin duda, la decisión estaba más que tomada. El vestido ya estaba en marcha", nos explica.

Esla es una chica con mucha personalidad. Esta madrileña de nacimiento y ubicación –aunque al estar casada con un gallego nos dice que no sabe cuánto tiempo más estará en la capital– tiene 29 años, es la mayor de tres hermanas y, bromea, haga lo que haga siempre va despeinada. Nos explica que las navidades son su época preferida del año, que viviría en chanclas y que es una de esas personas que siempre llega tarde, aunque se esfuerce. Tal vez por eso siempre resiste hasta el final, pase lo que pase. Aunque también tiene una versión más formal de sí misma: "trabajo como Planner en una agencia de publicidad. Soy una persona curiosa, sensible y, en general bastante, resolutiva. Y a la que le gusta disfrutar de la vida". ¿La fecha perfecta para su boda? Un 29 de febrero. "Cada 4 años celebración por todo lo alto y el resto de años, me vale con unas buenas gambas. Decidimos que nos casaríamos en invierno por tres razones principales: nos gusta el invierno; en invierno se casa mucha menos gente y es más sencillo todo; y no me gusta organizar mi verano entorno a las bodas, así que no quería que lo hiciera nadie en la mía".

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Una novia de invierno

Esla nos explica que a las pruebas acudió acompañada por su madre y sus hermanas –"sin duda sus opiniones son siempre las más sinceras", asegura–, pero que se sintió bastante segura en todo momento con su diseño. "Para mí lo importante es que el vestido de verdad te guste y cuando te mires en el espejo seas tú misma la que diga: '¡pero si estoy guapísima!' Y que sea cómodo, yo hacía pruebas como si estuviera bailando y una vez que lo llevas puesto que ya no te preocupe nada, un vestido disfrutado es un vestido destrozado".

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La madrileña nos explica también que no quería desvelar su diseño desde el primero momento –al menos no del todo–. Quería llevar "una prenda de abrigo con un toque delicado y muy mío (adoro llevar en invierno prendas grandes) además de que lo quería para luego usarlo muchas veces. Y mi madre que es la reina de la búsqueda y captura me consiguió un chal en un blanco hielo de mohair que le daba un toque muy invernal y que era perfecto para un día de mucho frío y viento en Segovia. La idea era poder jugar con él y darle al look movimiento".

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Para completar el estilismo, Esla por un pequeño moño deshecho. "Como he dicho antes soy una persona que jamás voy bien peinada, si me plantaba con un recogido y postizo iba a notarse demasiado. Me gusta mucho el efecto de los pañuelos en el pelo así que pensé ¿por qué no para una novia? Las chicas me recortaron un trozo de tul igual al del velo para atármelo con un nudo al moño y lo llevaba debajo del velo". Su maquillaje, también muy natural, se convirtió en el toque definitivo. ¿Y las tradiciones? "Las cumplí a rajatabla, algo nuevo: el vestido, algo viejo: una sortija de mi abuela, algo prestado: un broche de mi madre para sujetar el chal en la espalda y algo azul: ¡los calcetines!", añade.

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El 'sí, quiero' de Esla y Álex

Esla y Álex se conocieron en la universidad y llevaban junto 9 años y medio cuando decidieron dar el paso. La pedida, como relata ella, fue algo atípica. "Estábamos comiendo en un restaurante por el centro y yo le estaba contando mis ideas para el verano siguiente, algo a lo que él contestó que le parecía un plan de viaje de novios, haciéndome reaccionar de dos maneras: Uno, ¡pero si es un viaje con mochilas, ¿cómo que de novios?! Dos, ¡igual con 50 años ya no me apetece este destino! Pero me calló diciendo, Esla no lo estás entendiendo, te estoy pidiendo que te cases conmigo... inmediatamente empecé a llorar y el camarero interpretó que me estaba dejando".

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Juntos, y con la ayuda de sus hermanas, organizaron una boda en la que se debían cumplir tres condiciones: que no hubiera nada de shows (el novio quería tener el menor protagonismo posible, por lo que eliminaron hacer una entrada en el banquete, no hicieron baile nupcial, y pasaron de discursos), hacer un consumo responsable y que su personalidad estuviera presente en todo. El pasado 29 de febrero Esla y Álex se dieron el ‘sí, quiero’ en la iglesia de Otero de Herreros, para después trasladarse a La Estación. "Conocí La Estación hace varios años en un reportaje y pensé que si un día me casaba quería hacerlo ahí. El diseño industrial me encanta y transformar un sitio frio en algo acogedor me parecía perfecto. Lo decoramos en tonos cálidos y con un toque pre-pimaveral con pequeños cerezos. Y el resultado fue el esperado a todo el mundo le encantó. Carlota de Artigot Catering además nos puso miles de facilidades para todo", nos cuenta la novia.

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Esla asegura que ese día no estaba nerviosa, sino muy ilusionada. "Me apetecía mucho y sabía que nos lo íbamos a pasar bien, todo el mundo tenía muchísimas ganas. A la iglesia me llevó mi padre en un clásico cinquecento que trajo de Italia hace muchos años y que él mismo restauró enterito para llevarme el día de mi boda. Es el coche en el que he jugado toda mi infancia y por ese motivo fui yo la que llevé al novio a la salida. Creo que es una de las cosas que más les gustó a los invitados, eso y los tatuajes (calcamonias) a lo Coachella que mis hermanas repartieron después de la comida y que todos se pusieron para el concierto de tres de mis amigos de siempre, y que, sin duda, fue el mejor calentamiento para la pista de baile. Algo que me dejó con la boca abierta, que todos los invitados se coordinaron para hacer un baile sorpresa, si no hay baile de novios, que haya baile de invitados". Ah, y Álex se lo pasó de maravilla, al día siguiente confesó que le encantó ser el novio.

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