Un final de gira inolvidable. Si los últimos conciertos de las giras mundiales de las estrellas suelen ser apoteósicos, el que organizó Britney Spears en San Juan, Puerto Rico, estuvo más lleno de sorpresas que nunca. Fue una celebración por partida doble ya que la artista acaba de cumplir treinta años y lo ha hecho en una de las mejores etapas de su vida. Ha encontrado la estabilidad junto a Jason Trawick y sus hijos logran poner una sonrisa en su cara todos los días.
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Esto quedó bien claro en la multitudinaria visita que recibió cuando estaba a punto de bajar el telón de esta cita. Su novio, sus dos hijos Sean Preston y Jayden James, su madre Lynn e incluso su hermana Jaime Lynn con su hija Maddie bailaron al ritmo de su música. No es la primera vez que sus niños suben a escena y se nota que llevan el arte en sus venas. Se movieron e imitaron las coreografías de su madre ante la atenta y orgullosa mirada de esta, que aplaudía sus esfuerzos. Más tímida estaba Maddie, su sobrina, quizá abrumada por el revuelo de alrededor o por la elevada música, que no acertaba a seguir a sus primos.
El talento musical es cosa de familia como así parece, ya que Jaime Lynn ha debutado como cantante country recientemente (tras hacer sus pinitos en otro tipo de música). De hecho, Britney ha asegurado que si sus hijos quieren seguir sus pasos ella les apoyará. “Les vigilaría, pero si es lo que quieren, les dejaría que lo hicieran. Sería muy protectora”.
Seguramente esta es la estampa que se repetirá esta Navidad en casa de los Spears. Lo que todos se preguntan, tras meses de rumores, es si la intérprete comenzará el año nuevo con planes de boda. De momento, dicen que se va a mudar de residencia con toda la familia. ¿Casa nueva, vida nueva?
