Cocina Ext.

Afrodisíacos: sensualidad a la carta (I)

Aunque su eficacia no está científicamente probada, el ‘buen uso’ de estos alimentos puede derivar en una velada inolvidable

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Las ostras son uno de los alimentos afrodisíacos con mayor fama.

Las fresas, acompañadas de nata pueden resultar muy sugerentes.

La canela es un popular afrodisíaco empleado desde antigüedad como condimento.


Son muchos los escépticos que tan sólo ven en San Valentín un mero invento comercial,
cuyos únicos beneficiarios son tiendas, grandes almacenes y restaurantes. Muchos, los que afirman que el amor se demuestra y se cuida todos los días del año y no uno en concreto. Y, efectivamente, así es. Sin embargo... ¿por qué no aprovechar esta convención del calendario para disfrutar de un día especial?

Lo cierto es que salir de la rutina diaria puede resultar realmente estimulante para toda pareja y, sin duda, una de las mejores maneras para conseguirlo pasa por la degustación de una comida o cena íntima y muy romántica elaborada a base de ingredientes capaces de.... despertar todos nuestros sentidos. Bien es verdad que hasta el momento, jamás ha quedado demostrada científicamente la relación directa entre el consumo de alimentos afrodisíacos y la excitación del apetito sexual, y que en la cosa de ‘lo amoroso-culinario’ probablemente hay bastante más de sugestión que de realidad. Pero precisamente por este motivo debemos, más que nunca, echar nuestra imaginación a volar.

No es casualidad que muchos de esos productos que dicen incitar al amor carnal (las ostras, la canela, los plátanos, los higos, el chocolate, incluso, algunos tan sorprendentes como las cebollas o el ajo) sean considerados como tales debido a sus formas, olores o sabores - tan íntimamente ligados al mundo del sexo-, y no tanto a sus propiedades o composición. Pero más allá de esta consideración, parece que lo realmente importante, según la opinión de muchos sexólogos, es el ‘uso’ que de esos alimentos podemos hacer: comer a toda prisa un plato de fresas no es precisamente el colmo del erotismo, mientras que el roce delicado y sutil de esas mismas fresas sobre los labios, recreándose en cada movimiento, puede resultar más que provocador.

Tan viejos como la vida misma

La relación entre la comida y el sexo viene desde muy lejos. (Tanto es así que incluso el gran maestro de los fogones Ferran Adriá escribió en una ocasión que “comer y hacer el amor son actividades tan intensamente relacionadas que a veces se confunden”). De esta forma, egipcios, griegos, romanos, árabes... todas las culturas y civilizaciones buscaron alimentos mágicos con el fin de ofrecerlos a la persona amada para seducirla. Así, surgieron infinidad de pócimas y recetas milagrosas basadas, la mayoría de ellas, más en la superstición y la brujería y menos en la ciencia o el saber.

Todo esto nos indica que, en definitiva, el mayor afrodisíaco sexual somos nosotros mismos y que todo depende de las ganas, la intención y la fantasía que le queramos echar al asunto. Y si para ello ponemos en escena determinados alimentos que nos resultan especialmente sugerentes, miel sobre hojuelas.