Después de celebrar una boda a la italiana en un imponente castillo del siglo XVI en Florencia, donde el lujo y la ostentación fueron las notas predominantes, Kim Kardashian y su marido, Kanye West, emprendieron rumbo a su luna de miel. Eso sí, sin su hija North, de once meses, que se quedó al cuidado de su abuela, Kris Jenner, en París.
Los recién casados tomaron un jet privado con destino al aeropuerto de Cork, en Irlanda. Allí les esperaban una flota de limusinas, tal y como revela The Independent, que les condujo a un espectacular y lujoso destino, Castlemartyr Resort, donde permanecerán hasta el viernes. Disfrutarán de cinco días inolvidables en una finca de 90 hectáreas junto a las ruinas de un castillo de 800 años de antigüedad, que conserva una maravillosa atmósfera histórica y cuenta con una mansión del siglo XVIII.
Allí Kim y Kanye podrán disfrutar jugando al golf en el campo de 18 hoyos diseñado Ron Kirby, relajarse en una suite con vistas a las colinas de la isla Esmeralda, disfrutar de un sinfín de actividades al aire libre o relajarse en el fabuloso spa del hotel con cientos de tratamientos a la altura de los huéspedes más selectos. Por la noche, podrán degustar especialidades irlandesas o platos italianos en uno de los tres restaurantes del hotel.
Al parecer la elección de su destino de luna de miel no ha sido algo casual. La madre de Kim, Kris Jenner, ya escogió Irlanda hace 23 años cuando Bruce y ella se convirtieron en marido y mujer. Además de esta villa, Kim y Kanye planean pasar un día de su luna de miel en la capital, Dublín, y será el viernes cuando finalmente regresen a Los Ángeles, según ha informado Daily Mail.