María Chávarri y su esposo, Javier Fitz-James Soto, están esperando su segundo hijo. La noticia ha llenado de alegría no sólo al joven matrimonio, sino también a sus respectivas familias. El matrimonio tiene ya una hija, Sol, que vino al mundo en abril pasado.
Javier y María se casaron en la finca familiar de «El Guadalperal», propiedad del tío del novio, duque de Peñaranda. Un lugar donde nació la madre del novio, Mencía Fitz-James Stuart, que ha sido escenario de muchos recuerdos desde la infancia de todos ellos. Tanto la ceremonia como el banquete se desarrollaron en un ambiente de inmensa felicidad y contagiosa alegría. La novia llegó a la pequeña capilla de la finca del brazo de su padre, Tomás Chávarri, con su uniforme de embajador. María llevaba un traje en muselina drapeada y raso en seda natural de color blanco óptico con cierta inspiración de los años veinte, pero adaptado a los tiempos modernos con el objetivo de que éste fuera fluido para el entorno en el que iba a ser lucido: el campo. Por ello se añadieron unos pañuelos en gasa del mismo tono que favorecían los movimientos al aire libre, cambiando la silueta en cada paso.
Le pidió en matrimonio una noche de luna llena Javier contaba cómo se conocieron: —Conozco a los hermanos de María desde la infancia. Con el tiempo, coincidimos en una cena de una amiga común; fue hace dos años, y al día siguiente la empecé a llamar, y hasta hoy. El pasado mes de agosto hicimos un viaje por Italia, en barco, y una noche de luna llena le pedía a María que se casara conmigo. A finales de agosto se lo dijimos a nuestros padres con mucha discreción. Su reacción fue, tal y como esperábamos, de inmensa felicidad.
