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No te vamos a descubrir nada nuevo cuando afirmamos que cada pareja es un mundo. Nadie duda de que los códigos de cada relación son distintos, la hacen única. Pero sí que es cierto que podemos encontrar algunos rasgos comunes que permiten clasificar dichas relaciones. Así nos lo confirma, basándose en su experiencia, la doctora en psicología Marta de Prado García, que acaba de publicar el libro Cómo te relacionas en pareja, una obra divulgativa que nace con el objetivo de resumir por qué elegimos a las parejas que elegimos, y desvela las claves para construir y mantener vínculos afectivos sanos.

 

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Lo que diferencia unas relaciones de pareja de otras

“Si tuviera que definirlo en una palabra sería 'equipo'. Las parejas que tienen un objetivo común, que resuelven unidos las tormentas emocionales de la vida en pareja… son aquellas que se pueden considerar relaciones pares, de pareja, en el sentido literal de la palabra”, nos explica la especialista, que añade que en el resto, donde la relación no es equilibrada, no hay madurez de afrontamiento ni una mirada conjunta hacia el futuro, estas relaciones tienen mucho trabajo por delante. “Es importante no normalizar la dependencia de uno sobre otro, el abuso de poder, los vínculos adhesivos, etc. porque todo lo que hace sufrir, en definitiva, no hace equipo y no está equilibrado”, nos cuenta.

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¿Qué tipos de pareja podemos encontrarnos?

Le preguntamos a la psicóloga, que nos da su punto de vista según su experiencia. “Me gusta diferenciarlas en dos grandes grupos que, aunque se simplifica mucho, ayuda a pensar en ello:
 

A) Las relaciones vinculares

Este primer grupo se caracteriza porque existe la idea de ser 'par', de pareja; siendo dos miembros iguales, que funcionan juntos, con la misma energía, sin poder del uno sobre el otro. Son parejas que sienten que reman los dos, con un objetivo común”, nos cuenta la experta.

 

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B) Relaciones instrumentales
 

Por otro lado, en el otro extremo, la experta nos habla de otro tipo de relaciones, que ella denomina como instrumentales. ¿Cuáles son los rasgos que las definen? Para la autora, existiría un “para qué” de la relación, un encontrarle el sentido a estar junto a esa persona que no se vincula a ese amor que sí existe en la relación vincular. Dentro de los “para qué” a los que hace mención la psicóloga, en su opinión existen de diversos tipos:
 

1. De carácter mantenedor o mantenido

“De manera resumida, en las relaciones mantenedoras existe falta de vinculación afectiva amorosa y, además, poca conexión con las propias necesidades afectivas. Por ejemplo, cuando una persona se mantiene al lado de otra porque siente que no le faltará nada económicamente”, nos explica.

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2. De carácter protector o protegido

Por otro lado, están las relaciones protectoras, en las que la experta nos cuenta que se busca la sensación de protección donde uno de los miembros protege al otro que normalmente se siente frágil e incapaz de tomar decisiones por sí mismo. “Por ejemplo, cuando un miembro de la pareja va a afrontar una entrevista de trabajo y tiene que ser acompañada por el otro miembro, porque si no, se siente incapaz de afrontar la entrevista.

 

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3. De carácter salvador o salvado

Por último, en cuanto a las de carácter salvador se da una situación de deuda con la persona salvadora con la cual se suele tener una tendencia a la sumisión por la deuda afectiva que le tiene. “Por ejemplo, cuando una pareja ayuda a salir de una relación de maltrato en la familia de origen; la deuda es tan grande que la sensación es que nunca se podrá separar de ese miembro de la pareja”, cuenta la experta.

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Aspectos que no ayudan a que una pareja funcione

Hay aspectos que no nos ayudan a pensar, que nos paralizan en el buen funcionamiento, y la psicóloga los resume en cuatro: el pánico, el aturdimiento, la depresión y el estancamiento.

- El pánico nos incapacita para pensar, para dar respuestas adecuadas y buscar soluciones. Nos paraliza.

- El aturdimiento nos coloca en una especie de mareo emocional donde uno es incapaz de pensar con claridad, por más intención que ponga, no se siente capaz de mirar a la idea de equipo.

- La depresión nos llena de desconfianza, inhabilita la concentración, destruye la autoestima… con lo cual, nos deja en la idea de ser incapaces de formar parte de un “par de iguales”.

- El estancamiento genera la sensación de indefensión; es decir, de ser incapaz de tener ningún tipo de perspectiva de futuro porque no hay ninguna conexión a las capacidades resilientes y recursos psíquicos.

Para Marta de Prado, si ninguno de estos puntos frena nuestras relaciones, debemos estar atentos a algunos indicadores fundamentales:

- La pasión y la intimidad de la pareja se ha de entender no desde la perspectiva únicamente sexual, también desde esa búsqueda del espacio común donde la pareja encuentra apetecible, deseable al otro. Ser y sentirse apetecible fortalece la confianza en la relación, la cercanía entre ambos, la intimidad cobra un carácter tanto emocional como corporal que genera una comunicación especial entre ambos.

- El compromiso da la certeza de voluntad de permanencia afectiva, lo que genera un estado de serenidad y seguridad que favorece mucho la idea de seguir “trabajando en equipo”. La amistad que une en este aspecto se llena de honestidad y respeto entre ambos.

- Por último, es muy importante mostrar admiración e interés por aquellas cosas que la pareja es, siente, proyecta, sueña… las relaciones tienen que sumar, nunca restar.

 

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¿Hay estrategias que pueden ayudarnos a mejorar nuestra relación?

Hay algunos aspectos que nos hacen fuertes a nivel individual y también en las relaciones de pareja.

- Trabajar sobre el hecho de establecer relaciones afectivas estables y duraderas. Tener vínculos seguros en nuestras vidas hace que aprendamos a relacionarnos en nuestras relaciones también de ese modo.

- Poner foco, es decir, aprender a percibir la realidad tal y como es; esto nos ayuda a programar nuestras decisiones y conductas de una manera realista. A veces, ese pavor del que hablaba antes, nubla tanto esta capacidad que uno no es capaz de ver claro y, por tanto, de pensar de forma eficaz.

- Sensación de control interno, es decir, que el centro de mando de mi vida lo tengo yo y, por tanto, puedo influir en el resultado de los acontecimientos que nos toque vivir.

- Trabajar sobre la autoestima; la importancia de querernos, de ser conscientes de que somos la persona que nos va a acompañar toda la vida… y, por tanto, debo aprender a quererme bien. Si me quiero de esa forma, sentiré que mi pareja me siente como “querible” y mi relación se asentará sobre un vínculo seguro.

- Hay que tener actitud, es decir, un pensamiento positivo que llene de esperanzas y propuestas el futuro. Parece fácil y, quizás, no lo es tanto. Tenemos que ser responsables con la idea de tener esa actitud en nuestra vida y también en nuestra vida en pareja.

- Perspectiva de futuro que se acompañe de un disfrute del presente, esto nos llena de motivos para vivir, de agradecimiento y de perdón. Vivir sin rencor y dar gracias por lo que tenemos será la guinda del pastel de este trabajo de crecimiento personal y de pareja.

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La influencia de la pandemia en las relaciones de pareja

Otro de los aspectos que llama la atención es cómo la pandemia ha podido afectar a las relaciones de pareja. Y lo ha hecho, vaya que si lo ha hecho. “Siento que la pandemia ha puesto sobre la mesa la realidad de las relaciones, y ha salido lo mejor y lo peor de las mismas”, nos cuenta Marta de Prado García. “Aquellas relaciones que están fundamentadas en el amor y en la sensación del equipo que supone hacer familia, han podido salir fortalecidas. Las parejas se han unido en la organización, en el estado mental que deseaban que se respirase en casa, en la búsqueda del bienestar de todos los miembros de la familia… Han trabajado en el apoyo, el compromiso, el objetivo común de afrontar juntos la triste situación. El amor, la admiración, el compromiso… son pilares fundamentales de esas relaciones que han salido fortalecidas”, añade la psicóloga, que nos cuenta, por ejemplo, que algunos pacientes con relaciones de pareja de este tipo le han llegado a decir frases como: “En tiempos de pandemia, he recordado los motivos por los que me enamoré”.

“Por otro lado, cuando digo que la pandemia ha sacado lo peor de algunas relaciones me refiero a situaciones de varios tipos. Para todos es conocido la terrible vivencia de aquellas personas que sufren violencia en sus relaciones; el terror, la paralización y la indefensión que han sentido ha generado un sufrimiento silencioso e incapacitante. Pero además de esta situación, me he encontrado muchas relaciones que se han sorprendido de la falta de conexión, de la seguridad de no sentirse miembros de un mismo equipo, de la distancia emocional que han sentido al tener a sus parejas 24 horas sentados a su lado. En el funcionar rápido del día a día, no se habían parado a pensar sobre la situación que vivían como compañeros de vida y, ahora, se han visto obligados a ello. Muchas relaciones se han sentido lejos estando cerca”, añade la experta.

 

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