Cómo influye el confinamiento en la microbiota y en el vientre hinchado
Desde que hace semanas comenzara el confinamiento, hemos visto cómo nuestros hábitos y rutinas se han visto alterados considerablemente. La doctora África Villarroel Bajo, especialista en Endocrinología y Nutrición, nos explica cómo se altera la microbiota en estas situaciones:
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Nuestra actividad física, que ya era escasa o muy escasa en un porcentaje importante de la población, se ha reducido aún más o, aunque realicemos ejercicio físico en casa, es probable que haya cambiado: no es lo mismo correr al aire libre que en una cinta dentro de casa.
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Nuestra alimentación ha empeorado, no hay más que fijarse en los datos que nos ofrecen acerca de los productos “estrella” de nuestra lista de la compra actual: patatas fritas, cerveza, chocolate etc inundan las cestas de la compra.
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La ausencia de contacto social y con la naturaleza, y la menor exposición solar, pueden afectar a nuestras emociones, aumentando los casos de ansiedad, irritabilidad, fobias y otros trastornos del ánimo.
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Dormimos peor: el cambio en nuestras rutinas, el incremento en el uso de “pantallas” (bien por motivos laborales o como medio de entretenimiento, información etc) y la menor exposición a la luz natural afecta a nuestros ritmos circadianos, lo que influye en la calidad y cantidad del sueño.
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Sufrimos un mayor estrés psicoemocional: por miedo a enfermar nosotros o nuestros allegados, por estar viviendo situaciones difíciles en casa, por motivos laborales y/o económicos etc. Todo ello, de forma crónica y mal gestionada, puede ser muy perjudicial.
Y todo ello puede afectar a nuestra microbiota, a los billones de microorganismos que conviven con nosotros en una relación de simbiosis (es decir, nosotros les damos alimento y cobijo, y ellas nos aportan grandes beneficios), que se localiza en el tracto gastrointestinal, genitourinario, la cavidad oral, la nasofaringe, el tracto respiratorio y la piel, y que constituye un gran órgano metabólico que ejerce funciones indispensables para nosotros, como la regulación de la inmunidad, la participación en el metabolismo de algunos nutrientes y la digestión de los mismos, la síntesis de Vitaminas imprescindibles (como la K, B6, B12, ácido fólico o el ácido nicotínico, la modulación del crecimiento y diferenciación celular, la modulación del sistema nervioso central o la regulación de la inflamación sistémica.
Y para cuidar y mantener una microbiota sana, es indispensable optar por unos hábitos de alimentación, actividad física y sueño correctos, una adecuada gestión del estrés y promover el contacto social y con la naturaleza.
La alteración de uno de estos factores o de todos a la vez, algo que como comento más arriba está ocurriendo de forma secundaria al confinamiento, podría incidir de forma negativa sobre nuestra microbiota y, por ende, desembocar en problemas de salud muy diversos, incluyendo síntomas digestivos (malas digestiones, distensión abdominal, meteorismo, alteraciones en el hábito intestinal, cambios en el apetito etc), cutáneos (eccemas, dermatitis, acne…), emocionales (ansiedad, distimia, angustia, miedos…), cambios en el ciclo menstrual etc, así que, ahora más que nunca, es importante tratar de revertir esta situación con el objetivo de mejorar nuestra microbiota y nuestra salud.
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