En general, el diagnóstico de la faringitis es visual. Es decir, el médico de atención primera observará la garganta, las fosas nasales y los oídos, palpará el cuello en busca de ganglios inflamados y realizará una auscultación para observar la respiración del paciente. Si lo estima necesario, tomará una muestra con un bastoncillo para determinar si la faringitis es de origen bacteriano.