En la década de los 80 se estrenó una película de boxeo titulada “Retroceder nunca, rendirse jamás”. La frase se popularizó rápidamente, porque parecía la oración más motivadora y acertada del mundo. Sin embargo, podría no ser tan recomendable como creemos. Cuando asumimos la realidad o la situación que nos toca atravesar dejamos de luchar contra lo que no perjudica.