¿Puede provocarnos ansiedad la presión externa, como le ha sucedido a Simone Biles?

La deportista olímpica ha hecho público que padece una crisis de ansiedad, un trastorno que puede afectar a muchas personas. En su caso, la excesiva presión ambiental ante las expectativas que despierta su participación en una competición de estas características la han llevado a decidir que abandona los Juegos.

Por Nuria Safont

La deportista olímpica Simone Biles se ha retirado de las finales de gimnasia artística de los JJ.OO para centrarse en su salud mental, según ha explicado la Federación de Gimnasia de Estados Unidos. La gimnasta ha sufrido un ataque de ansiedad por la presión que suponen para ella las olimpiadas. Lo que le ha ocurrido a ella no es exclusivo de las deportistas de élite o personas que son sometidas a mucha presión en el trabajo. Cualquier persona puede padecerlo por las expectativas ajenas. 

¿Qué podemos aprender de los deportistas olímpicos?

Todas podemos sufrir ansiedad o una crisis como la de Simone Biles

Cualquier persona, de hecho todas, sufrimos estos problemas de ansiedad, "ya que es una respuesta somática y emocional necesaria para adaptarnos a las diferentes situaciones en las que nos encontramos. Necesitamos estar activados para poder responder a las demandas del entorno. Otra cosa ya es si cualquier persona puede llegar a sufrir en un momento dado un estado de ansiedad excesivo, desadaptativo o patológico. Potencialmente sí, si se dan las circunstancias para ello, aunque es evidente que hay personas más vulnerables, que ya su línea base es alta y por tanto son más reactivas, son más proclives a "sufrir" ansiedad o una crisis más que a tener una ansiedad normal", asegura Rafael San Román, psicólogo de iFeel. 

Como continúa el especialista en psicología, todo el mundo se pone nervioso (la expresión coloquial con la que nos referimos a la ansiedad), cualquiera puede tener picos de activación acompañados de preocupación o miedo (no picos de activación relacionados con euforia, eso no es ansiedad). E insiste en que "hay personas más vulnerables y otras menos. Hay personas con mejores recursos para gestionar su vulnerabilidad a la ansiedad y otras con menos recursos. Pero sí. Los seres humanos no somos superhéroes, nuestro cuerpo acusa las demandas del exterior, que a veces son muy exigentes -o nosotros las interpretamos como muy exigentes, o amenazantes-", aclara. 

Cómo actuar ante una crisis de ansiedad

Cómo nos afecta la presión exterior 

Las expectativas ajenas pesan y el peso, por definición, ejerce presión. "esto es lo que llamamos estrés y lo que puede llegar a ser muy angustioso para la persona. Tenemos que responder no solo a nuestras exigencias externas sino a lo que los demás creen que conseguiremos o nos exigen conseguir", señalan San Román.

Por ejemplo, hablando de deportistas de élite como el caso de Simone Biles, está la presión propia de conseguir aquello para lo que tan extremamente me he preparado, la presión de dar a mi público ilusionado aquello que les va a satisfacer, la presión de dar a mis esponsors -que tanto dinero invierten en mí y me pagan- un resultado que les compense económicamente, la presión de responder a las personas que me han ayudado a prepararme y a las que no quiero decepcionar, la presión de seguir siendo una estrella en lugar de pasar a ser alguien derrotado...", subraya Rafael San Román. 

Pensando en el nivel en el que se encuentra Simone Biles (y también a niveles no tan de la élite) es muy difícil tener siempre el temple necesario para no rompernos o, acaso, agrietarnos. Solo cuando absolutamente nada nos preocupa o importa lo más mínimo somos invulnerables a esas grietas o a esa presión. 

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La importancia de no estigmatizar la salud mental 

"Sigue habiendo aún mucho estigma con temas como la ansiedad y eso nos lleva a no saber gestionarla cuando aparece. Al igual que cuando sentimos ansiedad muchas veces tendemos a hacer cualquier cosa para no sentir y nos anestesiamos emocionalmente (ya sea atracando la nevera, haciendo scroll infinito en las redes sociales o con cualquier placer instantáneo que tengamos a mano), cuando alguna persona querida cercana se abre y nos cuenta que sufre ansiedad, es fácil que no sepamos cómo responder y busquemos (con la mejor intención) decir cualquier cosa para que pase el momento incómodo y cambiar de tema", añade Ixi Ávila (ixiavila.com), coach de Inteligencia Emocional. De hecho, la experta nos sugiere cómo debemos hablar con aquellas personas que padecen estos problemas. 

  1. En vez de decir: "No exageres, no es para tanto. Hay gente que está peor que tú y no se queja", puedes decir: "Te entiendo, no estás solo/a. Estoy aquí si necesitas hablar".
  2. Es muy importante no desacreditar los sentimientos de la persona que está pasando un mal momento, y validarlos buscando entender en vez de juzgar.
  3. En vez de decir: "No pienses en eso, relájate ya", prueba a decir : "¿Hay algo que pueda hacer por ti?"
  4. Si te digo: "No pienses en un elefante rosa" probablemente ya hayas visualizado el elefante en tu mente. Es importante entender que la persona no se preocupa aposta, y que lo está haciendo lo mejor que puede. Si quieres apoyar ofrece tu ayuda sincera y deja que sea la persona quien te diga lo que necesita.
  5. En vez de decir: "No seas drama queen (o dramático/a), esta noche nos vamos por ahí y te olvidas", puedes decir: "Puedes contar conmigo, no hay nada de malo en pedir ayuda, todas las personas necesitamos de ella en algún momento y eso está bien". Un problema de ansiedad no se soluciona en una noche de distracción, busca transmitir comprensión.

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¿Qué podemos aprender de Simone Biles?

Cuando una persona pública como Simone Biles abre el debate sobre la salud mental ayuda a:

  • Romper el tabú: en el momento que dejemos de ocultar los problemas de salud mental, nos daremos cuenta de lo comunes que son y podremos empezar a poner soluciones que de verdad mejoren cómo nos sentimos por dentro.
  • Animar a otras personas a ir a terapia: ¿qué mejor influencia puede haber que esa? Cuando de repente vemos que esas personas que la sociedad idealiza también están pidiendo o necesitando ayuda, y no se avergüenzan, empezamos a plantearnos darnos permiso para hacer lo mismo.
  • El maravilloso efecto: ’no soy la única/o’: cuando se abre la conversación, muchas personas se identifican y se dan cuenta así de que el problema no solo es suyo. Eso en sí es sanador. Como se dicen en inglés: Un problema compartido es un problema dividido.

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