Vigorexia: cuando ir al gimnasio se convierte en una obsesión

La cantante Demi Lovato confesaba recientemente haberse volcado obsesivamente en el deporte, una conducta que es más habitual de lo que puedas pensar

Por Gtresonline

Practicar ejercicio es una recomendación que dan los expertos a la hora de cuidarnos física y mentalmente. Pero cuando ir al gimnasio se convierte en una obsesión es un indicativo de que algo no va bien. Esta conducta tóxica que recibe el nombre de vigorexia es más frecuente de lo que imaginamos, y cualquiera puede llegar a padecerla. Recientemente, la cantante Demi Lovato confesaba haberse volcado de manera obsesiva en el deporte para superar sus trastornos de la conducta alimentaria. Pero el remedio se convirtió en otro problema. Ella misma lo explicaba en el podcast Pretty Big Deal que dirige la modelo curvy Ashley Graham: "Pensaba que los últimos años fueron la recuperación de un trastorno alimenticio", comenzó diciendo. Pero para purgar sus atracones decidió acudir al gimnasio. "Hubo momentos en los que vivía allí", confesaba verbalizando así la difícil etapa que ha atravesado durante varios años.  

Las personas que padecen vigorexia no perciben el tamaño y la forma de su cuerpo de manera correcta, algo que comparten con quienes sufren trastornos de la conducta alimentaria, como son la anorexia y la bulimia nerviosa. Los pacientes sienten una preocupación excesiva que les provoca un malestar clínico importante. Además, hay pautas que tienen en común con los desórdenes obsesivos-compulsivos ya que, como ha comentado la artista, no dudan en realizar sesiones maratonianas de ejercicio, tratando así de minimizar su malestar o prevenir acontecimientos negativos.

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Perfil de riesgo

Son los varones de entre 18 y 35 años quienes tienen más predisposición a desarrollar vigorexia. Vivir en una sociedad que cada vez le da mayor importancia al culto al cuerpo añadido a la esclavitud de las redes sociales, es un ambiente que favorece el hecho de acudir con más asiduidad al gimnasio. Estos perfiles también se caracterizan por una baja autoestima y por haber tenido experiencias negativas con respecto a su apariencia.

Pero las mujeres también sufren este trastorno. El perfil de Demi Lovato es uno de los que describen los psicólogos, y no es otro que el de una mujer joven con trastornos alimenticios. Son las personas con este tipo de patologías, en su mayoría del género femenino, quienes tienen cuatro veces más posibilidades de añadir la adicción a la actividad física. En su entrevista, la cantante y actriz explica que acudía hasta tres veces diarias al gimnasio, siempre después de cada comida, creyendo que esta adicción era saludable. Su profesión, dentro de un entorno donde, además de la voz, a las cantantes se las exige lucir un cuerpo perfecto, fue el foco de su trastorno adictivo.

Cómo identificar a una persona con vigorexia

Realizar deporte a diario es una rutina saludable que se debería de llevar a cabo sin excusas. Pero llevar esta práctica al extremo es un problema y, a veces, al igual que le ocurrió a la artista, podemos no ser conscientes de que se ha convertido en una obsesión. Para ello hay que estar atentos a las siguientes señales:

  • Aislamiento social debido a la dedicación exclusiva al entreno. Esto se traduce en el deterioro de las relaciones familiares y en la pérdida de amigos y de la pareja.
  • Excesiva dedicación temporal, ya que todo gira en torno al entrenamiento y al ejercicio físico.
  • Cambios de humor marcados y altibajos psicológicos sin causa aparente. Insatisfacción permanente con su aspecto y su cuerpo. Una persona que padece vigorexia no se ve como realmente es, de ahí que evite ver su cuerpo y use ropa especial.
  • Abuso de sustancias que mejoren su aspecto desde su punto de vista. En este punto entran en juego los esteroides, que desembocarán en problemas económicos, legales y, por supuesto, de salud.