5 causas que influyen (y mucho) en la pérdida de colágeno

El colágeno es una proteína que el cuerpo humano genera de forma natural. Es cierto que con la edad va disminuyendo, pero también es verdad que no tener unos hábitos de vida saludables pueden acelerar el proceso de pérdida.

Por hola.com

El colágeno es una de las proteínas más importantes en nuestro cuerpo. Es fundamental para la unión de los tejidos y forma parte de diversas partes de nuestro cuerpo como las articulaciones, la piel, los huesos, los músculos, los tendones y los ligamentos. Sin embargo, con el paso del tiempo, nuestro organismo deja de producir colágeno de forma natural. Además, los malos hábitos que podemos adoptar con el tiempo, como una mala alimentación, fumar, beber alcohol, tomar mucho el sol sin protección o la exposición a la contaminación ambiental hace que este proceso de pérdida de colágeno se acelere. Los síntomas de que nuestro cuerpo tiene un déficit de colágeno suelen ser el dolor articular o la pérdida de densidad ósea. Además, debido a que esta sustancia ayuda a mantener la piel firme y joven, cuando perdemos colágeno nuestro rostro se ve más envejecido, con más arrugas y la cara más 'caída'. Es decir, la piel, no solo del rostro, sino de todo el cuerpo en general, pierde elasticidad. Por ello, un estilo de vida saludable y, en ocasiones, la toma de suplementos, puede ayudar a recuperar parte del colágeno perdido y devolvernos un aspecto más rejuvenecido. 

A continuación, te explicamos cómo afectan los factores acelerantes de la pérdida de colágeno y te damos algunas pautas para que puedas frenarlo. 

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Mala alimentación

Somos lo que comemos. Para mejorar el estado de la piel, huesos y articulaciones es indispensable eliminar de nuestra dieta los azúcares simples, las grasas trans y, en general, todos los alimentos procesados, pobres en vitaminas, minerales y aminoácidos y tan perjudiciales para nuestra salud. Una alimentación adecuada con presencia de alimentos como pescado azul, frutos secos, cebollas, fresas, huevos, lácteos y carne puede ser nuestra gran aliada para lograr unos niveles idóneos de esta proteína esencial. Además de cuidar la dieta y una correcta hidratación, es fundamental mantenernos activo. El movimiento es el mejor 'lubricante' articular así que tenemos que evitar el sedentarismo y tratar de realizar ejercicio físico.

Pocas horas de descanso

Jornadas laborales interminables, tareas domésticas, salidas que se alargan y una extensa lista de citas y compromisos. Con el frenético ritmo de vida que llevamos, apenas guardamos tiempo para algo tan fundamental para nuestra salud como el descanso. No dormir las horas adecuadas afecta a la composición del colágeno de la piel y las hormonas acaban con el tejido elástico dando paso al envejecimiento prematuro. Algo que también ocurre con el estrés.

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Tabaco

El tabaco afecta tanto a la salud interna como a la externa y es un enemigo directo de la piel: destruye el colágeno y acelera el temido envejecimiento. Según señalan los especialistas del Sistema Nacional de Salud del Reino Unido (NHS), fumar reduce la elasticidad natural de la piel puesto que provoca la rotura del colágeno y hace disminuir su producción, mucho antes que de forma natural.

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Exposición solar

La exposición al sol de forma indiscriminada es perjudicial para mantener los niveles de esta proteína. Además de las quemaduras, las alergias y el cáncer de piel, los rayos UV destruyen las fibras del colágeno y la elastina, encargados de sostener el tejido. ¿El resultado? Piel debilitada, reseca y flácida, aparición de manchas y alergias en la piel y envejecimiento prematuro. Para tomar el sol de forma responsable y absorber todos sus beneficios, como recargar los depósitos de vitamina D de nuestro cuerpo, debemos hacerlo en pequeñas tomas de no más de diez minutos y siempre con fotoprotección.

Polución

El sol es el 'enemigo' más temido de la piel, pero no el único. La polución incide negativamente en el porcentaje del colágeno y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 91% de la población vive en lugares en los que no se cumplen los niveles de referencia de la calidad del aire.

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