Si tienes problemas de pareja recurre a la ayuda de un 'coach'

La convivencia no es sencilla y pueden surgir problemas que se resuelven mejor con el apoyo de un profesional que ejerza de intermediario

Por hola.com

Que las relaciones de pareja no son un camino de rosas nadie lo duda. E, incluso, se tienen ciertos reparos para afirmar que se puede llegar a un buen entendimiento y a una convivencia satisfactoria, fructífera y sin apenas coflictos. Y es que la insatisfacción, la ausencia de comunicación, las desavenencias y las rupturas parecen estar a la orden del día. Muchas parejas no logran llegar a acuerdos y el distanciamiento y la separación parece inevitalble. Pero no lo es, puesto que aquello que dos miembros no aciertan a resolver por sí solos, sí pueden hacerlo con la ayuda de un coach, una figura muy de moda en el ámbito laboral pero que ha irrumpido con fuerza en la vida familiar. Este profesional llevará a cabo un proceso de acompañamiento reflexivo para reforzar los lazos familiares. 

“El coaching familiar ayuda a manejar el conflicto y a generar un entorno de entendimiento, respeto y crecimiento”, explica Gema Garrido, presidenta de Asociación Praxxia, desde la que trabajan la puesta en marcha de proyectos para la mejora y fortalecimiento de la convivencia familiar.

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Las discusiones son inevitables 

Se debe partir de la aceptación de que las familias son organismos complejos, y sus miembros entidades únicas y cambiantes, que no siempre coinciden, ni las cosas funcionan como a todos les gustaría. De ahí que las parejas así como padres e hijos tengan opiniones contrapuestas. Esta diversidad puede ser foco de disputas siempre que no se llegue a una vía intermedia. Y en este aspecto donde el coaching familiar puede facilitar que se desplieguen una serie de herramientas que lo propiciarán. Por ejemplo, a organizarse el día a día, establecer cuáles son los derechos y obligaciones de cada uno, así como mediar en procesos de cambio o momentos de crisis. 

"La misión de esta figura es la de ayudar a los miembros de una familia a encontrar respuestas basadas en sus propias fortalezas. Por tanto, lo mismo resulta útil con la llegada de los hijos que tras una ruptura o con la elección de una nueva pareja, porque sirve de apoyo al cambio incluso en una entidad de lazos tan estrechos", señalan desde la filial española de la Federación internacional de coaching (ICF, por sus siglas en inglés).

Estos expertos, especialistas en formar a futuros coachs, añaden que el papel de este mediador resulta especialmente eficaz a la hora de "canalizar las emociones, adaptarse a nuevas relaciones, asumir nuevos retos, aumentar el compromiso, mejorar las relaciones y superar los conflictos y bloqueos". Durante una sesión de coaching familiar, las parejas o miembros de una familia, encontrarán un espacio seguro, libre de prejuicios y críticas donde todos puedan aportar sus opiniones y buscar soluciones, siempre y cuando, todos deseen implicarse. 

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Un coach orienta no aconseja 

Lo que no puede esperarse de la figura del coach es que asesore u oriente, puesto que ese no es su cometido. Este profesional facilitará la comunicación de todos los individuos mediante la realización de preguntas, el desarrollo de la escucha activa y la consecución de respuestas. 

Así, una vez obtenido el resultado deseado y finalizado el proceso, es cuando el sistema recupera su equilibrio, los vínculos familiares se muestran sanos y reconstruidos, así como fortalecidos, puesto que la pareja y la familia vuelven a convertirse en ese círculo que –perfecto o no- se alimenta de las fortalezas de cada uno de sus miembros.

Según recuerda Cris Moltó, presidenta de Federación internacional de coaching, es importante escoger al profesional que esté preparado para desempeñar este papel. En este sentido, resalta, estos profesionales obtienen una certificación que tiene una validez de tres años pero que deben renovarse acreditando una formación continua durante este periodo. "Esto garantiza la permanente renovación profesional. Y son, además, garantía de manejo de competencias, de experiencia y de respeto a un código ético”, concluye Cris Moltó. 

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