Aparato digestivo

Trucos para evitar una mala digestión

El malestar ocasionado por una incorrecta digestión puede evitarse con pequeños trucos, basta solamente con cambiar algunos hábitos.

Por Laura Bech

En el proceso digestivo intervienen la saliva, la bilis, el ácido clorhídrico del estómago y otros fluidos. Todo aquello que altere este proceso llevará a una mala digestión, dolores de estómago o ardores. Este malestar digestivo se llama dispepsia, no suele tener un origen orgánico, sino que se produce por malas prácticas o hábitos. 

Come despacio, atenta a cada bocado y masticando muy bien. Este consejo lo habrás escuchado y leído muchas veces, sin embargo en el día a día, es difícil de mantener. Las prisas, las distracciones como comer mirando el móvil o la televisión, hacen que empecemos bien pero pronto nos olvidemos. Paradójicamente, cuanto más lenta sea nuestra manera de comer, más rápida será la digestión. La sensación de saciedad se genera unos 20 minutos después de comenzar a comer. También una correcta masticación evita la formación de gases e inflaciones, al menos 15 veces antes de tragar.

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¿Agua durante las comidas?

Beber agua, entre 2 y 3 litros a lo largo del día, es lo que recomiendan los profesionales. Sin embargo, con frecuencia se dice que hacerlo durante las comidas es perjudicial. ¿Qué hay realmente en eso?

Los expertos en nutrición sostienen que depende del organismo de cada persona. Cuando bebemos agua los ácidos se apaciguan y demoran más tiempo en degradar la comida. Si el agua es fría puede, además, solidificar las grasas que ingerimos, por ende, tener una digestión pesada.

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El agua no tiene calorías, por lo tanto, ni engorda ni adelgaza, pero la forma en la que bebas ayuda a dar saciedad al cuerpo. Un estudio publicado American Chemical Society de Boston confirmó que las personas que bebían dos vasos de agua antes de cada comida, consumían entre un 75 y un 90% menos de calorías. Las bebidas alcohólicas, el café y las bebidas carbónicas están desaconsejadas antes y durante las comidas, porque interfieren negativamente en el proceso digestivo al igual que los picantes y el tabaco. 

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Elige y divide el tamaño del plato

Una buena manera de saber si estamos alimentándonos de forma adecuada es dividir el plato en tres partes. Si es un plato mediano o de postre, mejor aún. Una de esas mitades debería tener proteínas, la otra un carbohidrato y por último verduras y hortalizas. 

Evitar las grasas saturadas no sólo por lo poco que aportan al organismo, sino también porque dificultan la digestión. Puedes reemplazar las hamburguesas con patatas fritas por carne de pavo, conejo o pollo  y verduras al vapor como guarnición. Intenta terminar la comida antes de sentirte completamente llena. Otra posibilidad es dejar la fruta para comer entre horas y no como postre. De esta manera, aunque depende del organismo de cada persona, facilitamos la digestión. 

Reemplazar la siesta por una caminata

Otro de los consejos que muchos expertos dan es el de caminar unos 20 minutos a paso moderado después de las comidas. De esta manera ayudas al organismo a realizar un mejor tránsito intestinal. Es una manera de evitar ardores y acidez, porque al tumbarnos después de las comidas los jugos gástricos suben, en lugar de bajar. 

El yogurt y el kéfir son probióticos que favorecen la regulación intestinal, evitan y reducen la hinchazón estomacal y ayudan a prevenir enfermedades gastrointestinales infecciosas. Si quieres hacerlo de manera diaria es mejor que lo consultes con tu médico, porque en ocasiones genera acostumbramiento. 

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