Psicología

¿Se pueden prevenir las adicciones?

La mayoría de los psicólogos cree que sí, especialmente en los más jóvenes

Por Laura Bech

El consumo de drogas o sustancias tóxicas suele comenzar en la adolescencia. Esta etapa es, a su vez, en la que más se puede trabajar para evitar que los más jóvenes las prueben y se familiaricen con ellas. 

Tanto en los adolescentes como en los adultos, el consumo esporádico no representa una adicción, pero es la puerta de entrada, por lo tanto, lo más conveniente es tratar de evitar su consumo. Es difícil, una vez que ya se ha iniciado en el uso de sustancias, detectar cuándo su consumo comienza a convertirse  en algo inmanejable. 

Los adolescentes tienen más entornos sociales que los adultos para ser tentados por estas sustancias. De mayor, estos grupos se reducen y los motivos por lo que un adulto se vuelca a la droga, el alcohol o el tabaco de manera incontrolable, se reducen y están relacionados con las circunstancias personales de cada individuo.

Los 4 factores que pueden incidir en el comportamiento adolescente ante las drogas

Es la etapa en la que más se debe intervenir sin temor a que la información se vuelva en contra. Muchas veces ocurre que, por temor a descubrir el mundo de las drogas, pensemos que los estamos tentando. Es estas, como en otras situaciones, la información es fundamental. Cuanto más puedas hablar con tu hijo sobre estos temas más lejos estará su consumo. El temprano consumo de drogas puede estar asociado a cuatro factores:

  • Factores sociales: está relacionado con el entorno del menor. Aunque muchas veces se lo relacione con los sectores más desfavorecidos económicamente casi nunca es una relación directa. Todo lo que rodea al joven interviene en su crecimiento y concepción de la vida. Si está rodeado de situaciones en las que las drogas sean la vía de escape o si siente incomprensión por parte del ambiente que lo rodea, esto puede llevarlo a experimentar con drogas. También es importante que los adolescentes frecuentan sitios acordes a su edad y a su capacidad madurativa. 

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  • Factores familiares: solía decirse que los hijos de familias desestructuradas tenían mayor tendencia al consumo de sustancias tóxicas. Lo cierto es que no importa tanto cómo esté formado ese vínculo, basta con que sea la base de la educación y amor del niño. Cuando el joven siente carencia afectiva, que los valores que se inculcan en el hogar no son del todo positivos y que existe una marcada ausencia de normas y pautas de conducta, está demostrado el uso de drogas es mayor. Pasar tiempo con tu hijo, conocerlo y que exista confianza mutua es muy importante. Los padres y los adultos más cercanos son sus referentes en este momento de su vida. 

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  • Factores escolares: El colegio suele ser el otro gran entorno del joven, después del familiar. Las experiencias negativas que se desarrollan en el centro educativo, como el fracaso escolar o un bajo rendimiento académico, pueden iniciarlo en el consumo de drogas. No cumplir con las expectativas que de él se tienen también suele influir de manera negativa. La sensación de estar decepcionando a los padres es frecuente a esta edad y con frecuencia ocasiona un cambio de comportamiento en el joven. El consumo de sustancias tóxicas puede ser un llamado de atención por su parte y una manera de evadir las responsabilidades.
  • Factores individuales o interpersonales: Aquí nos encontramos con la particularidad de cada joven.  Lo cambios de comportamiento, de los estados de ánimo y de conducta ocurren en esta etapa con más habitualidad que el la vida adulta. Salvo que se presenten de manera precoz y sean persistentes, no debería convertirse en una preocupación añadida.

¿Se puede prevenir el consumo tóxico en los adultos?

La persona mayor ya no tiene un ambiente escolar, pero si tiene uno laboral, que puede incluso ser más perjudicial que el anterior. Los demás factores, como el familiar y el individual deben haber sido sólidos en las etapas infantil y juvenil para conformar la personalidad de adulto. Por eso es tan importante la prevención y la detección temprana. Las carencias afectivas, durante los primeros años de vida, pueden influir en el comportamiento del adulto. 

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