¿Adicta a las compras? Así puedes superarlo

Las compras por mero impulso de adicción a adquirir algo nuevo es un problema mucho más común de lo que imaginamos. Según un estudio del Hospital Quirón, un 3% de la población sufre adicción a las compras.

Por Cristina Soria

La sociedad de consumo en la que vivimos valora por encima de todo que exista un contínuo desembolso económico y que los productos se pasen de moda o dejen de ser útiles cuanto antes para que puedan llegar otros y así, de esta forma, que exista un gasto contínuo. Vivimos, de esta forma, en el mundo en el que todo tiende a ser de “usar y tirar”, y al margen de que ética y ecológicamente esto sea una cuestión poco defendible, lo cierto es que genera un estado de addición a las compras muy poco salubre.

Adquirir algo nuevo se convierte en sí mismo un placer, porque con el mero acto de la compra, estamos ampliando el valor de nuestras posesiones, añadiendo a nuestra vida un objeto que tiene un coste y una apariencia concretos, y que se suma a nosotros de forma instantánea. 

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Cuando hablamos de adquirir ropa, y en especial de marcas low-cost, estamos accediendo a una prenda de vestir que nos garantiza una apariencia determinada, por poco dinero, y este último detalle nos exculpa de estar comprando ropa que tal vez no necesitamos o de perpetuar una inversión que probablemente no sea muy duradera.

Para identificar si eres una adicta a las compras tan sólo ha y que analizar con que periodicidad adquieres ropa, por ejemplo, que uso le das, y si realmente se podría decir que se trata de un tipo de compra impulsiva más cercana al concepto de “usar y tirar” (aunque lo guardes durante bastante tiempo) que a una adquisición meditada y coherente.

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Si compras como una forma de placer y de entrentenimiento, probablemente estés en una situación en la que consumir se trate de un impulso adictivo. Te en cuenta si recurres a las compras para sentirte más feliz, más llena o con un refuerzo positivo extra. Piensa en qué sentimiento tienes cuando ya has comprado algo ¿le das verdadero uso? ¿te sigue haciendo feliz tenerlo cuando ya has normalizado que es de tu propiedad?

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Limita las compras siguiendo pautas sencillas

Las ofertas ya no son solo épocas de rebajas, las tiendas conocen bien qué efecto surte en nosotros la sensación de estar ante una oportunidad que supuestamente no podemos rechazar. Racionaliza el hecho de comprar y evalúa hasta qué punto una oferta te resulta provechosa ¿adquirirías este artículo si no estuviera rebajado? ¿el descuento es realmente tentador o se trata de un mero reclamo para que compres?

Busca equilibrar tu gasto de forma racional, calcula cuanto dinero gastas al mes en general, y en compras que podrían ser impulsivas en particular. ¿Crees que es demasiado? ¿Podrías limitarlo? ¿Puedes ceñirte a un presupuesto menor? Hazte estas preguntas y evalúa, también, si podrías hacer una hucha, con la que vayas destinando el dinero que irá a las compras “impulsivas” y que te sirva para acumular bote si durante un mes apenas has comprado. Haciendo una hucha podrás visualizar mejor cuanto dinero destinas a compras impulsivas y hasta qué punto el esfuerzo por aglutinarlo te hace reconsiderar si tal vez no sería mejor evitar la compra impulisiva.

No compres por reflejo

Elabora listas de la compra y trata de repasarlas y de sopesarlas. Es decir, antes de hacerte con una prenda de vestir, por ejemplo, entabla una evaluación acerca de si es realmente necesaria, y no juegues simplemente a visitar la tienda y “dejarte enamorar”, pues los flechazos con las compras suelen ser una excusa que esconden pura impulsivdad de consumo.

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