Día Mundial del Cáncer de Mama 19 de octubre

El cáncer de mama hoy ya no es lo que era (y estos son los motivos para alegrarte)

Los avances en el tratamiento de cáncer de mama así como los métodos de cribado para detectarlo precozmente han permitido que, en algunos casos, esta enfermedad se cure.

Por Nuria Safont

Si estás leyendo este artículo sobre cáncer de mama es porque quizá tienes un familiar con esta enfermedad o eres esa 'una de cada ocho' mujeres que sufrirá esta enfermedad oncológica a lo largo de su vida. Sea cuál sea la razón por la que has decidido leer sobre los avances en cáncer de mama tienes motivos para alegrarte: esta enfermedad ya no es lo que era. Afortunadamente, la supervivencia ha aumentado tanto en algunos tipos y muchas pacientes pueden confiar que están 'curadas' (aunque no deben dejar sus controles). Te lo contamos. 

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¿Qué es el cáncer de mama?

El cáncer de mama es una enfermedad en la que las células de la glándula mamaria se multiplican sin control. Existen diferentes tipos de cáncer de mama, tal como podrás ver en este artículo, en el que explicábamos qué significaba el diagnóstico de Michiko de Japón.

A pesar de que recibir la noticia de la confirmación de un cáncer de mama puede volver tu vida del revés, los expertos insisten en que hay que mantener la calma. Hay mucha investigación en este campo. De hecho, en los últimos años ha habido cambios en el diagnóstico, tratamiento y en el pronóstico de algunos tipos. Estos son algunos ejemplos:

Detección precoz.  Sin duda, además de los tratamientos, lo que ha mejorado la supervivencia del cáncer de mama ha sido el diagnóstico precoz. En este sentido, los programas de cribado han dado un vuelco a esta enfermedad, puesto que no lo mismo tratar a una paciente con cáncer de mama avanzado o metastásico que con el tumor localizado en la mama. Por ello, los expertos insisten en no saltarse las visitas al ginecólogo y, mucho menos, pruebas como la mamografía, puesto que, si bien hace años se insistía en la autoexploración, con el tiempo se ha visto que las pruebas de imagen son las que verdaderamente pueden detectar el cáncer de forma temprana, ya que no todos los bultos se palpan. Ver también: Tengo un bulto en el pecho, ¿puede ser cáncer de mama?

Plataformas genómicas. Han permitido tomar decisiones más precisas sobre el tratamiento. En el caso del cáncer de mama con receptores homonales positivos las plataformas genómicas ayudan a saber qué mujeres necesitan quimioterapia y cuáles pueden 'librarse de ella', ya que el beneficio será muy bajo o nulo. Estas plataformas analizan una muestra de un tumor maligno para calcular el nivel de actividad de ciertos genes. Este análisis permite conocer el comportamiento del cáncer, su probabilidad de crecer y de propagarse. 

Test genéticos. Este se realiza mediante una prueba de sangre o una muestra de saliva y analiza si hay alguna anormalidad en el ADN del paciente. Por ejemplo, si es portadora de una mutación que aumente el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer. En el caso del cáncer de mama, se trataría, por ejemplo, de la mutación en los genes BRCA 1 y BRCA 2, mutaciones que se pueden heredar. Ayuda a tomar decisiones sobre las intervenciones quirúrgicas, los controles así como el seguimiento de los familiares más cercanos. 

Nuevos medicamentos. Un tipo de cáncer de mama, el Her2 positivo se ha beneficiado de la aparición de nuevos fármacos, el transtuzumab o pertuzumab. Asimismo, el pasado mes de diciembre se aprobó la aplicación de T-DM1 (ado-trastuzumab emtansina) en mujeres con Her2 positivo, a las que se les ha realizado quimiterapia antes de la cirugía y había quedado algo de tumor. Este cambio en la pauta del tratamiento ha mejorado el pronóstico. 

Inmunoterapia. Está aprobado para el tratamiento del cáncer de mama triple negativo. En este artículo puedes conocer mejor en qué consiste esta terapia y en qué situaciones se aplica, así como el cambio que ha supuesto en el cáncer de mama triple negativo. Nuevo tratamiento para el cáncer de mama triple negativo metastásico

Radioterapia. Le tecnología ha evolucionado en los últimos años a pasos agigantados y, por tanto, la radioterapia. Actualmente los tratamientos radioterápicos son más precisos, con mejores resultados y en menos tiempo, sin olvidar que no tienen apenas efectos secundarios. Un ejemplo es un tipo de radioterapia, la guiada por superficie (SGRT), que es de gran precisión y permite tratar el cáncer de la mama izquierda sin dañar el corazón porque el tratamiento se aplica en el momento en el que el corazón está más alejado de la mama. "También destaca la APBI (Accelerated Partial Breast Irradiation) utilizada en estadios muy precoces y que permite hacer el tratamiento en tan solo 5 días, en vez de los 30 habituales, así como el el hipofraccionamiento que acorta el tratamiento a 15 o 16 días y da la posibilidad de sobreimpresión en la zona donde estaba el tumor al mismo tiempo, es decir, se trata toda la mama y, al mismo tiempo y con más intensidad, la zona donde está el tumor", explica la doctora Escarlata López, directora médica GenesisCare. 

Si quieres conocer más detalladamente los avances en cáncer de mama, puedes seguir profundizando en este artículo:  Estos son los avances más significativos en cáncer de mama

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Atención multidisciplinar, el apoyo para que estés bien

Otro aspecto que se debe destacar en el tratamiento del cáncer y que se puede considerar un avance es la atención con la que cuentan las pacientes. "Cuando llega una paciente con este diagnóstico, independientemente del profesional que la haya visto en primer lugar, se activa un circuito", explica la oncológa Isabel Calvo, de la Unidad de Mama, del Hospital MD Anderson Cancer Center de Madrid. Así, un equipo de profesionales se reúnen con ella para explicar detalladamente a la paciente qué es lo que se le va a hacer y por qué. "Nos gusta que, antes de aplicar el tratamiento, el oncólogo, radiólogo y cirujano, así como la paciente, participen para ver qué opción es la mejor" Por ello, se forma un comité que se reúne cada semana y que estudia los casos de todas las pacientes. Además, "así la mujer tiene el punto de vista de la unidad (de todos los profesionales coordinados) antes de comenzar el tratamiento". 

Y es que se ha visto la forma de enfrentarse a este no es el mismo cuando se tiene información detallada. "El diagnóstico es el que es, no puede cambiarse, pero sí la forma de enfrentarse a él. Y se ha visto que, aunque no cambie el pronóstico de la enfermedad, sí influye en los efectos secundarios derivados de los tratamientos", afirma la especialista. 

A parte de los profesionales mencionados, todos estos son los sanitarios que participan para proporcionarte la mejor terapia y ayudarte a superar la enfermedad:

  • Ginecólogo: en la mayoría de las ocasiones, será el primer especialista que te vea. En algunos hospitales, es posible que sea el especialista en patología mamaria quien sospeche de una lesión y recomiende pruebas de imagen para confirmarlo.
  • Radiólogo: será el encargado de realizarte una mamografía, así como una ecografía o una resonancia magnética en el caso de que tus mamas sean muy densas. Estas son las pruebas necesarias para el diagnóstico. En caso de que haya una lesión, te realizarán una biopsia.
  • Patólogo: recibe la muestra de la lesión y la analizará. En la actualidad, además de saber el nombre del tumor, podemos conocer los 'apellidos' (hormonal, HER2 o triple negativo). Y eso ayudará a realizar un diagnóstico más preciso y a determinar qué tipo de tratamiento necesitarás.
  • Oncólogo: será el especialista que te seguirá en todo momento (durante y después del tratamiento), lo decidirá junto a otros expertos, indicará las pautas, dosis, tiempo, etc., e indicará qué pruebas te realizarás a lo largo del tiempo para comprobar que estás bien. 
  • Cirujano: su papel es también muy importante puesto que, junto al oncólogo y radiólogo, decidirán cuándo se intervendrá el tumor, qué tipo de cirugía se realizará y, en el caso de que tenga que realizarte una mastectomía, propondrá una reconstrucción mamaria.
  • Psicooncólogo: en algunos casos puede ser necesaria la ayuda psicológica. Para proporcionártela, existe la figura del especialista en psicología oncológica, un profesional que te brindará todo el apoyo que necesitas tú así como tu entorno.
  • Fisioterapeuta: en la cirugía del cáncer de mama se puede dar un efecto secundario, el linfedema, cuyo síntoma más visible es la hinchazón, enrojecimiento y rigidez del brazo correspondiente al pecho intervenido. Para reducir evitarlo o reducir los síntomas, el fisioterapeuta te indicará qué ejercicios realizar en casa y qué técnicas te ayudarán a aliviar el problema.
  • Genetista: existen casos en los que los profesionales que te atienden pueden sospechar que se trata de un cáncer de mama hereditario. Entonces te propondrán una consulta de consejo genético en el que analizarán tu árbol genealógico y los antecedentes de cáncer de mama (o de ovario) y valorarán el riesgo. Si consideran que existe, te propondrán hacerte un test genético, un simple análisis de sangre para saber si eres portadora de una mutación. También se aconsejará a los familiares de primer grado (hermana, madre, hija).
  • Enfermeras y ‘oncocare’: además de las enfermeras, imprescindibles para darte apoyo, así como administrarte el tratamiento en el hospital de día, en algunos hospitales, como el MD Anderson Cancer Center de Madrid, también está la figura de la ‘oncocare’, una profesional sanitaria que te acompaña durante todo el proceso, te ayuda a gestionar las citas, a comprender qué te sucede, te da consejos sobre cómo sobrellevar mejor los tratamientos y sus efectos secundarios. Se convierte, en definitiva, en tu mejor apoyo durante todo el tratamiento. 

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A los profesionales también les importa cómo te sientas ‘por fuera’

Quizá antes solo se preocupaban por curarte, sin importarles a qué precio. Hoy los médicos también le dan importancia a cómo te sientes y no solo les preocupa tu estado de ánimo, sino también la percepción de tu yo físico. Porque han visto que cuanto mejor estés, mejor irá todo.

“Cualquiera de nosotros cuando nos encontramos físicamente bien, estamos más fuertes. Y esta fortaleza es muy importante durante los tratamientos médicos. Existen evidencias que nos indican que el sentirte bien con tu imagen mejora la adherencia a los tratamientos médicos”, afirma Ana Vilamanya, responsable del programa Estética Oncológica de la Fundación Ricardo Frisas Natura Bissé (RFNB).  En esta línea, un estudio realizado por la AECC en el año 2017 sobre las necesidades del paciente oncológico muestra que un 81% de los pacientes necesitan terapias para mejorar su bienestar; es indiscutible que cuidar la piel durante el tratamiento médico les aporta este bienestar.

Y es que la sequedad severa, los picores, el enrojecimiento, las manchas, la fotosensibilidad, el eritema, la hiperpigmentación,  o las uñas débiles, quebradizas, y  con estrías, entre otros, son algunos de los efectos secundarios que los tratamientos para el cáncer de mama que se pueden prevenir y tratar. Por eso es importante cuidar mucho la piel con una buena hidratación y protección solar incluso antes de los tratamientos. Y hacerlo no solo evitará o reducirá la intensidad de estos problemas, también aportará un mayor confort y nos hará sentir mejor.

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Ya no te dicen que reposes, sino que te muevas, y cuanto más, mejor

Porque se ha visto que influye en cómo vas a responder al tratamiento y hará que estés mucho mejor. Así lo indica la doctora Escarlata López, directora médica GenesisCare. “Es importante antes, durante y después del cáncer. Se han publicado 140 metaanálisis y el 75 % muestra beneficios estadísticamente significativos".

De hecho, durante el tratamiento para el cáncer de mama el ejercicio se convierte en un tratamiento coadyuvante y es recomendable para:

  • Oxigenar los tejidos para que los tratamientos sean más eficaces
  • Activar el sistema inmunológico sobre todo movilizando los músculos de los miembros inferiores
  • Disminuir los efectos negativos de los tratamientos (cirugía, quimioterapia, radioterapia y hormonoterapia), como la cardiotoxicidad, alteraciones del sueño o la pérdida ósea.
  • Aumentar la supervivencia (50-60 por ciento en cáncer de mama y colorrectal)

“Durante toda la vida tiene un papel de prevención frente al desarrollo de tumores sobre todo de mama y recto hasta en un 40%", recuerda la doctora Escarlata López.

Por tanto, es prioritario que te muevas. “Se recomienda iniciar un programa personalizado y progresivo hasta alcanzar 45 minutos tres veces por semana. Los grupos musculares grandes se deben trabajar 2-3 veces por semana, con 2-3 series por músculo y 8-12 repeticiones. De esta manera se producen ajustes metabólicos, funcionales y psicológicos positivos para combatir la enfermedad y las toxicidades de los tratamientos”, recuerda la experta de GenesisCare.

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¿Qué ejercicio puedo hacer si tengo cáncer?

No basta con la actividad física como caminar. De forma siempre individualizada (de acuerdo con la condición física del paciente) y asesorada por expertos, se debe realizar: ejercicio cardiovascular (corazón), ejercicio contra resistencia (músculo y hueso), yoga (articulaciones y equilibrio) o una combinación de todos ellos.

Y si te gusta la natación, puedes practicarla siempre que no estés inmunodeprimida. “Nadando existe bajo riesgo de lesión, es un deporte aeróbico, se trabajan todos los grupos musculares y el cuerpo adquiere mayor resistencia. Además, mejora el estado de ánimo, mejora la memoria, el aprendizaje, las funciones cognitivas y la coordinación”, detalla la doctora Escarlata López.

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Y, por supuesto, descanso y buena dieta

Durante el tratamiento, el sistema inmunológico debe fortalecerse para poder afrontar la medicación y reponerse. Además del ejercicio físico, esencial para paliar los efectos secundarios, el descanso debe ser otra prioridad para el paciente con cáncer. Según expertos de Aegon, es importante que se planeen actividades diarias para llegar a la cama más cansada. Y si se tienen problemas para dormir, se recomiendan masajes y baños calientes, antes que recurrir a medicamentos.

Por otro lado, aunque el apetito puede disminuir durante el tratamiento debido al malestar, las náuseas y porque la comida adquiere una especie de sabor metálico, no hay que olvidar que una dieta sana y rica en determinados nutrientes contribuirá a sobrellevar el proceso exitosamente. “Cuando una persona se somete a un tratamiento fuerte, su cuerpo necesita más energía para afrontarlo y recuperarse adecuadamente”, señala Alvar Ocano, de Aegon. En este sentido, se recomienda realizar comidas a menudo en cantidades moderadas, así como consumir una mayor ingesta de proteínas, carbohidratos y lácteos.

Eso sí, si en algún momento de los ciclos las náuseas son tan importantes que el paciente no quiere comer, no hay que forzarle y dejar que coma aquello que le apetece. Sobre todo, si el cáncer es avanzado. "El objetivo nutricional de un paciente con cáncer no es la ganancia de peso como tal, sino que va orientado a la reducción de efectos secundarios, reducción de la astenia y promover el bienestar general. Una dieta variada de tipo mediterránea y recurrir al uso de suplementos nutricionales hipercalóricos e hiperproteicos si son necesarios pueden contribuir positivamente a conseguir este objetivo cuando los requerimientos son elevados y no llegamos a cubrirlos con la alimentación habitual. No es prioritaria una elevadísima cantidad de alimentos a ingerir sino la correcta elección en cantidad y calidad de los mismos; esto es, elegir aquellos alimentos con elevados contenidos de energía y proteínas evitando los ultraprocesados y azúcares refinados", señala Iván López, nutricionista especialista en oncología médica para Nutricia Avanced Medical Nutrition. 

Por ejemplo, "la dieta ideal consistiría en legumbres, pescados, huevos, carnes blancas, frutos secos (nueces, avellanas, almendras, anacardos…) y lácteos enteros y derivados, así como verduras carnosas (patata, calabacín, calabaza…), todos ellos utilizando técnicas culinarias sencillas (asados, plancha, guisos simples…), usando como grasa principal aceite de oliva por su contenido en ácidos grasos monoinsaturados (que favorecen la reducción de LDL-colesterol) y vitamina E. Es especialmente importante mantener un correcto estado de hidratación, recurriendo principalmente al agua (o aguas saborizadas comerciales si se toleran mejor) o infusiones", concluye Iván López.