Descubre qué es la 'depresión sonriente'

La depresión no siempre se muestra como un estado emocional gris y falto de energía. Cada vez existen más casos de personas que llevan una máscara sonriente, pese a que por dentro sufren los síntomas clásicos de la depresión.

Por Cristina Soria

Los síntomas clásicos de la depresión muestran un giro cuando hablamos de una “depresión sonriente”. Esta etiqueta es todavía coloquial y se utiliza de forma popular y no clínica, y define lo que últimamente se ha identificado en personas que, pese a padecer todos los síntomas de una depresión, se muestran felices y aparentemente pasarían ser personas con una vida plena, satisfactoria y positiva.

Sin embargo, este tipo de depresión es cada vez más común. Se denomina “depresión atípica” y hay diversos estudios que tratan de explicar por qué son personas que, pese a sentir ansiedad, tristeza y una profunda insatisfacción, tratan de que no se les note.

Las redes sociales podrían estar relacionadas

Uno de los indicadores más importantes para entender cómo ahora la depresión trata de mostrarse con los signos de la felicidad son las redes sociales, y la doble apariencia que estamos aprendiendo a llevar ante los acontecimientos. Es como si estuviéramos aprendiendo a llevar una vida digital que siempre saca lo mejor de sí: la mejor sonrisa, las mejores experiencias, los mejores amigos…

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De esta forma, es como si no consiguéramos dejar de mostrarnos felices, positivos y de sacar el mayor provecho de la vida. Esto, que es mera apariencia, podría estar perpetuándose aun cuando nos sentimos rotos por dentro y cuando todas las variables van en contra de la felicidad.

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Un peligro y una ventaja

De alguna forma, los especialistas ven en la “depresión feliz” un falso indicador para descubrir con facilidad los casos de depresión, pues ante esta tipología de depresión se hace más difícil pedir ayuda a la familia o a los especialistas. Se corre el riesgo, por tanto, de que una persona que necesite tratamiento no llegue a disponer de él jamás, porque no solo no da el paso de reconocer que tiene depresión, sino que ni ella misma ni quienes le rodean son capaces de intuir que los problemas de base de su comportamiento y de su inestabilidad emocional podrían estar en una depresión.

Esto es especialmente peligroso cuando las personas atraviesan una frontera de su depresión y se empiezan a cuestionar su vida. Una “depresión sonriente” neutralizaría todos los indicadores que alarman habitualmente al entorno familiar, y no haría fácil que se tomaran las medidas necesarias.

Sin embargo, los especialistas han llegado a la conclusión de que, en ciertos casos, este tipo de depresión atípica puede ser positiva, porque hace que la persona esté más predispuesta a romper el cascarón de la depresión, a dar oportunidades a las nuevas actividades y a sonreír cuando las cosas van bien.

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Cómo identificar un caso de depresión sonriente

Aquellas pistas que hacen visible una “depresión sonriente” se muestran con mayor claridad a las personas que las padecen que a familiares y amigos, pues las pistas acontecen en un territorio de mayor intimidad que en las depresiones clásicas.

De alguna forma, todas las acciones que alguien podría tomar para “olvidar” quién es y generar barreras o excusas hacia su presente podrían ser entendidas como síntomas de una “depresión sonriente”. Las compras compulsivas, los planes que no se cumplen, la ingesta exagerada de comida, y la ultra sensibilidad ante las críticas de los demás.

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Los afectados por una depresión sonriente son personas que duermen bien, a diferencia de quienes padecen una depresión ordinaria, pero duermen para olvidar o para evadirse, e incluso superan con creces el tiempo que un adulto debería dormir. Por esta razón, se hace visible que está deprimida, pues no tiene ganas ni fuerzas para utilizar su tiempo en otra actividad.

Este tipo de depresión se da especialmente en formas de ser de personas discretas, que no pretenden llamar la atención, personas con un perfil nada extrovertido pero que durante toda su vida han mantenido un punto medio en sus relaciones sociales y en las elecciones que han marcado su vida.

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