Pareja

Así es como tu subconsciente puede arruinar una primera cita

Las primeras citas son situaciones emocionantes que a veces nos producen un estrés irracional, pues deseamos que todo vaya sobre ruedas, pero sentimos a la vez que no somos capaces de decir o hacer cosas que los sabotean.

Por Cristina Soria

Cuanto más deseamos algo, es probable que más nos saboteemos y hagamos que salga mal. Esta una reacción primaria y casi instintiva, la que hace que el miedo al fracaso se convierta en una tendencia capaz de recrear y cumplir todo aquello que no deseamos hacer, como reflejo de lo que no nos quitamos de la cabeza.

Si buscas pareja y ya has pasado por varias citas infructuosas, puede que empieces a comparar el hecho de conocer a nuevas personas con lo que se vive en una entrevista de trabajo. De alguna forma, es una situación en la que te pones a prueba, y a la vez exiges que quien tienes delante te ofrezca algo que pueda valer la pena. 

El primer consejo: reducir las expectativas

Conocer a otra persona y dejarse conocer es un ejercicio de virtuosismo que, en la primera cita, parece verse influido por el azar y los estados de ánimo. Para que tu lenguaje corporal sea el óptimo y tu seguridad crezca, una buena fórmula es reducir drásticamente las expectativas, y tener en cuenta que una cita no es más que una cita.

Cuando nos obsesionamos con que algo salga bien, podemos malograr el resultado por poner demasiada carne en el asador y transmitir inseguridad o un exceso de apasionamiento. Por este motivo, si basas tu atención en ir paso a paso, sin adelantar un pie ni saltar de la posición que ocupas, llegarás más lejos y con mayor seguridad en el camino de conocer a la otra persona.

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El ambiente lo es todo

Aunque ser espontánea es un punto a favor, es mucho más útil trabajar un poco el ambiente de la cita y tener en cuenta dónde os veréis. Si el lugar es excesivamente ruidoso, o está muy masificado, puede que no os podais ver ni entender bien. La atmósfera de una primera cita es muy importante. Piensa primero en qué situaciones te son más favorables para que tú te sientas más a gusto.

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Si, por ejemplo, te incomodan los locales donde los camareros tardan una eternidad en traer la cuenta, o donde la comida suele estar más picante de lo que tú toleras, descarta ese tipo de sitios y busca opciones favorables.

Temas de los que no es bueno hablar

Tu mente puede recurrir a lo más parecido a tu primera cita: la última. Pero esa es una pésima idea. Comparar esta cita con otras puede tener un buen propósito, que sería tal vez ensalzar a la persona que tienes delante, pero es muy probable que el tiro te salga por la culata. No conviene comparar a tu cita actual ni con tu ex ni con otras personas, por la sencilla razón de que nadie quiere saber, en una primera cita, con cuántas personas has estado anteriormente y cómo son ellos. Quieren conocerte a ti, no a los demás.

Además, tampoco conviene que seas muy explícita en describir cómo crees que debe ser o comportarse una pareja, y cómo no te gustaría que se comportara. Aunque consideres que esto sienta las bases de una relación, tenemos un consejo para ti: no es el momento de hacerlo. Una primera cita consiste en generar lazos afectivos y crear interés, no en sentar las bases de un acuerdo bilateral. No hables de grandes planes de futuro, no preguntes si le gustan los niños o si se turnaría las fiestas navideñas para pasar unas contigo y otras con su familia. Cada cosa en su momento.

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Muestra atención a los detalles

Más allá de la pasión que quieras poner a la cita, hay ciertas reglas que conviene tener en cuenta. Una de las principales reglas no escritas para que la cita sea un éxito es mostrarte atenta y usar esa atención para no perder detalle.

Por ejemplo, deja de lado el móvil. Hay pocas actitudes más molestas que conocer a alguien en una primera cita y que esté continuamente revisando si tiene mensajes. Cuando estás conociendo a alguien, esta debe ser la principal cuestión que te ocupe. Si revisas el teléfono estás cortando de raíz el buen feeling que podría generarse, transmitiendo que quien tienes delante no te interesa demasiado. De la misma manera, si quien tienes delante revisa el móvil compulsivamente puede que no estés en la cita ideal.

No bebas en exceso. Tiempo tendrás para bajar un poco la guardia con el alcohol. En una primera cita importa que os conozcáis y que podáis ver si teneis buen entendimiento. Y para lograrlo de nada sirven los golpes de suerte pasajeros o las ayudas etílicas. Si bebes en exceso, tal vez por los nervios, puedes desinhibirte y contagiar una risa espontánea, pero también puede que acabes diciendo algo de lo que te arrepientas o dando una impresión que no te represente.

Hablar de dinero, mala idea

Una cuestión que rompe la magia de forma abrupta es el momento de pagar la cuenta. Es una situación peliaguda, porque hablar de dinero nunca se ha considerado romántico, pero si quedáis a cenar no hay más opción que pagar la cuenta; irse del restaurante sin hacerlo puede ser peligroso si no os apetece acabar en comisaría. 

Que uno de los dos invite a la cena es la opción más recomendable, sacar la calculadora y repartir los gastos es como arrojar la cita a un iceberg. Si él no te invita, puedes ser tú quien lo sugiera, a cambio de que la siguiente vez pague él. Eso sí, si la conversación se atasca y os echáis en cara que un pidió un plato más caro que el otro, seguramente no te guste tu cita, porque este es el signo universal de que va por mal camino.

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