Mitos sobre el envejecimiento que deberías desterrar

Cada edad tiene su encanto y, sin embargo, ya desde jóvenes podemos desarrollar cierto rechazo a crecer y a envejecer. Sin embargo, un estudio del CENIE, el Centro Internacional sobre el Envejecimiento ha llegado a la conclusión de que los gerastófobos (aquellos que tienen miedo a envejecer) padecen cautelas y rechazos que se relacionan con una serie de mitos más que con la realidad.

Por Cristina Soria

El envejecimiento es un proceso gradual que resulta de la suma de todas nuestras decisiones. Si hemos sabido gestionar la juventud y dar los pasos correctos, al llegar a la madurez y a la vejez es más fácil que disfrutemos de aquello que pretendamos. En nuestra mano está un alto porcentaje de la vejez que nos espera: si hacemos deporte, si mantenemos una alimentación saludable y si elegimos los estudios y el trabajo que deseamos, probablemente la vejez se convierta simplemente en una continuación de la juventud.

Un estudio del CENIE, el Centro Internacional sobre el Envejecimiento, que es una iniciativa conjunta que une a la Universidad de Salamanca, el CSIC y la Universidad del Algarve, ha llegado a la conclusión de que los gerastófobos (aquellos que sufren recelos hacia su envejecimiento) padecen cautelas y rechazos que se relacionan con una serie de mitos más que con la realidad. Estos son algunos de ellos:

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Quien envejece se vuelve torpe y poco productivo

Esta es una de las ideas más dañinas, no solo contra la vejez, sino contra tu propio futuro. La mente de cualquier persona de una edad madura no tiene por qué acusar torpeza, y tampoco su cuerpo. Las enfermedades degenerativas como el parkinson y el alzhéimer no solo están relacionadas con la vejez, ya que existen personas de todas las edades que, tristemente, las padecen. La demencia y las enfermedades degenerativas son trastornos, no consecuencias de la edad.

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Por esto mismo, es importante mirar en positivo a la vejez, y no focalizar nuestros miedos en cuestiones superficiales y genéricas. Ni todos los ancianos son torpes, ni todos los jóvenes son dinámicos

Además, otra creencia popular de quienes no toleran envejecer es que aquellas personas que llegan a cierta edad dejan de ser útiles. Ya no solo es una cuestión de destreza física o mental, sino que directamente no son personas con interés por el trabajo, por producir o por progresar. 

En este caso, también es relevante tener en cuenta que si para algo estamos en este mundo es para ser felices, y probablemente llegados a una edad todos merezcamos poder serlo sin las ataduras del trabajo o la competición laboral de prosperar y subir posiciones. Lo que ahora puede ser entendido como desmotivación por el trabajo, también podría bautizarse como deseos de disfrutar de los placeres de la vida. Y ¿acaso no es lo que pensaría un adolescente? En este aspecto alguien que se jubile se asemeja más en la forma de pensar a un adolescente, y menos a un veinteañero que está en plena expansión profesional.

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La vejez es antipática, triste y solitaria

Nuestra sociedad vive de espaldas a la vejez. Desde un punto de vista de mercado y de costumbres, pareciera que los mayores empiezan a sobrar cuando el último mechón del cabello se les tiñe de blanco. Cuando se cree que quien ha llegado a la vejez se vuelve cascarrabias y solitario, probablemente sea porque la propia sociedad en la que vivimos aísla a este grupo social, no valorándolo lo suficiente.

Cuando has vivido muchas décadas en tu calendario empiezas a tener una perspectiva muy general de lo que implica estar vivo. Has sufrido innumerables veces y has disfrutado otras tantas. Esto da un poso de experiencia maravilloso que sume a la mente de estas personas en un saber estar muy diferentes a quienes tienen 30 años, pero de nuevo muy similar a los de 15.

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Porque los treintañeros de hoy sienten una gran incertidumbre por el futuro, se cuestionan sus decisiones y temen que algo grave rompa su estabilidad: aspiran a un trabajo, a una casa y a una pareja. Sin embargo, las personas que viven una etapa de vejez ya han vivido todo eso, y al igual que los adolescentes quieren proyectar sus ilusiones por el futuro verborragicamente, los ancianos quieren expresar sus recuerdos. En ambos casos no hay incertidumbre, sino pasión, por lo vivido y por lo que vendrá.

Y ahora, ¿qué edad representa mejor un carácter antipático, triste y solitario? Probablemente dos a la vez, la adolescencia y la vejez. ¿Por qué sólo vemos con buenos ojos a los jóvenes?

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