Bolsas de algodón y otras ideas que no son tan sostenibles como pensamos

Cuando compramos productos estamos eligiendo el mundo que queremos, porque todas nuestras decisiones son importantes para consumir responsablemente, sin embargo, hay buenos hábitos que tal vez no lo son tanto.

Por Cristina Soria

Muchas de las elecciones que tomamos en nuestro día a día tienen que ver con decisiones de marketing que las grandes corporaciones han impulsado. Por eso vemos un deseo inconfesable en cierta comida basura, cuando realmente ni aporta un sabor destacable ni es buena para nuestra salud. De la misma forma, hay conductas ecológicas que también están barnizadas por cierto marketing, y que realmente no son tan positivas para el medio ambiente.

Un estudio realizado por la IASB, encabezado por el economista Hans Hoogervost, pone de relieve que el greenwashing es una práctica más común de lo que imaginariamos. ¿Qué significa este término? La traducción literal sería algo así como “lavado verde” y quiere decir que muchas empresas hacen ver que sus nuevas decisiones son mucho más ecológicas y más “verdes”, cuando realmente son tanto o más contaminantes que las viejas.

De esta forma, las empresas se muestran como una alternativa positiva frente a sus competidores, y hacen que pensemos que eligiendo sus productos estamos ayudando al medio ambiente. Así no solo compramos un producto que nos gusta, sino que este nuevo hábito nos hace también mejores personas.

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Toallitas desechables que no lo son

El ejemplo más llamativo de este tipo de productos son las toallitas de bebé desechables, que podemos tirar al inodoro. Un grupo de investigación de la Universidad de Ryerson (Toronto, Canadá) realizó un estudio analizando la composición de 100 marcas de toallitas desechables y descubrieron que ninguna se deshacía totalmente una vez que recorría el desagüe de nuestra casa. Es cierto que es un material algo más endeble que las toallitas clásicas, pero acaba siendo parte del mismo problema para el medio ambiente y el sistema de tuberías del edificio.

Este mismo estudio determinó que los distintos ayuntamientos y regiones de Canadá gastan alrededor de 150 millones de euros anuales en solucionar los problemas de taponamiento de cañerías, que en su mayor parte son toallitas supuestamente desechables, pero que aun así siguen conteniendo fibras sintéticas muy contaminantes.

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Bolsas de algodón

Cuando compramos una bolsa de algodón para hacer la compra estamos también adquiriendo una forma de sentirnos en armonía con el planeta. Suelen tener diseños atractivos, vintage y transmiten buenas vibraciones, porque además tienen una textura agradable, y es un producto “natural” que claramente es más ecológico que una bolsa de plástico reutilizable.

Sin embargo, si atendemos a los procesos de producción de las bolsas de algodón, y según el estudio realizado por la Agendia de Medio Ambiente del Reino Unido, por cada bolsa de algodón fabricada se está contamiando un 600% más de agua que en la producción de una bolsa de plástico y, además, la producción de ese tipo de algodón-lona es el responsable de una mayor huella de carbono y requiere más recursos para su fabricación que el plástico.

Con estos datos, para que una bolsa de algodón fuera respetuosa con el medio ambiente al 100%, porque estuviera amortizando su huella de carbono y contaminación de agua, deberíamos usar la bolsa durante 11,5 años.

Sin duda, de forma global es mucho más respetuoso con el medio ambiente usar una bolsa de algodón de forma contínua que desechar bolsas de plástico cada vez que vamos al supermercado. Sin embargo, estos datos ponen de relieve que no es oro todo lo que reluce, y que nuestro impacto sobre el planeta va mucho más allá de cambiar un hábito claramente perjudicial (el de las bolsas de plástico) por otro que aparenta ser 100% sostenible.

Usar coches con conductor

Si dejas el coche en el parking y te decides por otras alternativas más ecológicas estás haciendo lo correcto para ayudar al medio ambiente. Sin embargo, utilizar coches de VTC o taxis no son una opción demasiado sostenible. 

Hasta que el parque móvil no cambie totalmente y estos vehículos sean plenamente ecológicos, dejando de lado los hidrocarburos, el tiempo que pasan estos coches esperando a tener clientes, recorriendo la ciudad en su búsqueda, o desplazándose para llegar hasta ti, constituyen (según el mismo estudio de la Agencia de Medio Ambiente de Reino Unido) un 400% más del tiempo que están en uso realizando un servicio. Esto quiere decir que, a raíz de estos números, sería más ecológico que todos usáramos nuestro propio coche.

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