'Coaching'

Ideas para hacer que tu vida sea mucho más feliz

Se trata de descubrir cuáles son las pequeñas acciones diarias que pueden hacer que cambien la perspectiva que tenemos de nuestra vida y hacerla mucho más feliz.

Por Cristina Soria

Ser felices no es una utopía, es una habilidad que se entrena con actitudes, conductas y actividades. La ciencia lo corrobora y es el momento de ponernos a trabajar en ello. No esperes que la felicidad sea algo que va a pasarte o no, en función del azar y de aquellas cosas que te rodean. Ser feliz en una actitud y se puede (y debe) entrenar. 

Es más sencillo de lo que crees, solo necesitas saber dónde has de poner el foco de atención. Si desarrollas algunos pequeños gestos, estos te ayudarán incluso cuando las cosas no te sean favorables y sientas que la felicidad es algo que no va contigo. Empieza hoy mismo, porque no hay otro día mejor que el presente.

Pérdonate los errores

No ser capaz de perdonarnos nuestros propios errores es una de las principales barreras que se interponen entre tu felicidad y tú. Ser conscientes de que no somos perfectos y de que nuestras debilidades nos harán cometer fallos a lo largo de toda nuestra vida es uno de los mayores regalos que nos podemos hacer. No se trata de no intentar ser cada vez mejores, sino de aceptarnos como somos y no permitir que la culpa por aquello que no podemos evitar nos impida ser felices.

Ayuda a otras personas

Nuestra felicidad depende, en parte, de cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Inevitablemente vivimos en sociedad, y para integrarnos en ella y disfrutar de todo lo que nos ofrece, nosotros también tenemos que poner de nuestra parte. Ayudar a otras personas, en aquello que nos es posible, nos hace sentir útiles y nos produce bienestar. Nuestro cerebro segrega oxitocina, serotonina y dopamina, que reducen nuestro estrés y nos hacen sentir relajados y felices. En conclusión, las buenas acciones son beneficiosas en ambas direcciones. 

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Sueña despierta

Esta es una práctica que nunca deberíamos perder. Cuando dejamos que nuestra mente divague, en realidad está haciendo dos cosas a la vez: trabajar con la información que tiene nuestra memoria sobre el pasado y proyectar nuestras acciones sobre el futuro. De esta forma estamos trabajando la memoria a largo plazo, algo que cuida de nosotros, mientras que elaboramos una imagen nuestra en positivo hacia la que poder encaminarnos. Soñar es libre, y alimenta nuestra creatividad, haciendo que superemos el aburrimiento y la monotonía. Además, cualquier sensación positiva que forjemos en nuestra mente, repercutirá de manera beneficiosa en nuestro estado de ánimo.

Llora cuando lo necesites

A día de hoy, todavía existen prejuicios negativos sobre el llanto y los motivos que lo provocan. Pero lo cierto es que llorar cuando lo necesitamos es una poderosa llave para nuestro bienestar que nos ayuda a dejar atrás la tristeza. Llorar no implica debilidad o inmadurez, ni búsqueda de compansión ante los errores cometidos. El llanto nos ayuda a expresar cómo nos sentimos desde el momento en que nacemos, y no reprimirlo cuando nos hacemos adultos es una forma efectiva de liberar adrenalina y reducir las tensiones físicas y emocionales.

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Pregunta sin miedo

El acto de preguntar implica por una lado que asumes el desconocimiento de alguna información, sea del tipo que sea, algo que te honra, pues al aceptar que tienes que preguntar estás siendo honesta contigo misma, sin dejarte vencer por la inseguridad que a veces nos provoca no saber algo (una dirección, un dato histórico, etc). Del mismo modo, al preguntar por aquello que no sabemos estamos haciendo gala de una curiosidad y un afán por aprender que solo puede traernos cosas buenas. “Nunca te irás a la cama si saber algo nuevo” es algo que no deberíamos olvidar.

Termina las cosas que empiezas

Es cierto que no todas las cosas que empezamos tienen la misma importancia. No es lo mismo no terminar una bufanda que hemos empezado a tejer en nuestro afán por aprender a hacer punto, que dejar sin terminar labores profesionales. Pero, en cualquier caso, lo de dejar las cosas a medias es más común de lo que piensas. No a todos nos cuesta acabar las mismas cosas,  así que tienes que descubrir qué tipo de cosas te cuesta terminar a ti.

Las causas pueden ser muchas: pereza, que se acabe el interés por lo que hacemos, miedo a decepcionar a otros con el resultado… Vence a tu resistencia mental, organiza tu tiempo y aprovéchalo, porque pocas cosas nos hacen sentir tan bien como acabar lo que empezamos. Y si consideras que tienes que abandonar una tarea definitivamente porque no quieres seguir con ella, decídelo cuanto antes: esa también es una forma de saber terminar.

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