¿Hacer ejercicio en ayunas adelgaza más?

Preguntamos a los expertos en fitness para saber qué es lo que realmente sucede en nuestro cuerpo cuando entrenamos sin nada en el estómago.

Por hola.com

Hay muchos bulos entorno a las dietas, a cuál es el mejor método de entrenamiento si queremos adelgazar o qué alimentos es mejor incluir en la dieta para acelerar la quema de grasas. Otro de los grandes mitos en torno a la pérdida de peso tiene que ver con los entrenamientos en ayunas. Sin duda, un asunto controvertido que tiene tanto detractores como fieles seguidores e, incluso, hay estudios que apuntan a los beneficios terapéuticos del ayuno, más allá del entrenamiento, para reducir el riesgo de diabetes o el cáncer.

"Desde un punto de vista científico, es cierto que entrenar en ayunas puede ser beneficioso para la pérdida de grasa. La explicación es sencilla: el cuerpo no tiene nada en el estómago ni en el hígado, por tanto no existe ni fuente de energía ni glucógeno. De esta forma, el cuerpo está 'obligado' consumir grasa para sacar el trabajo adelante. Sin embargo, conviene resaltar que entrenar en ayunas no es apto para todo el mundo, hace falta tener una vida deportiva activa y estar acostumbrado a hacer deporte. Si pretendemos entrenar en ayunas la segunda semana que llevamos apuntados al gimnasio, podremos llevarnos un susto; ya que en gente no habituada al deporte podría ser normal una brusca bajada de azúcar, de tensión, sufrir mareos, vómitos, etcétera. Así pues, si no somos deportistas habituales y lo único que queremos es perder peso, es mejor no entrenar en ayunas", explican los entrendadores de Infinit Fitness.

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En caso de estar acostumbrados a hacer deporte, también tenemos que tener algunas precauciones. "Los entrenamientos en ayunas no deben ser la tónica general, se pueden realizar de vez en cuando y, sobre todo, sopesando muy bien la carga de entrenamiento, los descansos, la intensidad y la duración. Por ejemplo, podemos entrenar cardio a una intensidad del 60% y  una duración máxima de una hora. Todo lo que sobrepase estos límites podría ser más perjudicial que beneficioso, no hasta el punto de sufrir desvanecimientos, pero sí tendríamos efectos adversos como pérdida de masa muscular o de aminoácidos necesarios para no sufrir desgaste, lesiones o bajada de nuestro rendimiento. No conviene tampoco alargar mucho el ayuno. Por ejemplo, más de doce horas desde que cenamos el día anterior hasta que entrenamos al día siguiente sería demasiado", explican.

"En cualquier caso, como decíamos, nunca deberíamos incluir esta práctica si no estamos acostumbrados a realizar deporte. En este caso, si lo que buscamos es ayudar a quemar grasa, podemos ir al gimnasio a primera hora después de un desayuno ligero (una tostada, un zumo o una pieza de fruta), pero nunca en ayuno total. Como siempre recomendamos, lo mejor es pedirle ayuda a nuestro monitor y no olvidar que debemos ser pacientes; ya que en deporte no existen los caminos rápidos, si no los correctos y efectivos. Así pues, si queremos entrenar en ayunas para maximizar la quema de grasa, deberemos esperar unos meses. Será entonces cuando nuestro cuerpo esté preparado y se encuentre más receptivo para este tipo de rutinas".

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