Ácaros en los perros: cómo les afecta y qué hacer

Ante la más mínima sospecha, se debe acudir rápidamente al veterinario para que no se agrave la situación

Por Gtresonline

Además de encontrarse entre el polvo y generar todo tipo de alergias, los ácaros son pequeños microorganismos que invaden la piel y el pelaje de los perros, pudiendo provocarles diferentes enfermedades. Estos pequeños parásitos, que generalmente miden menos de un milímetro, pueden alimentarse de la sangre (hematófagos) o de restos de piel del animal en el que se 'hospedan', al que provocan un picor intenso y un profundo malestar. Sin embargo, se deben extremar las precauciones ante el más mínimo síntoma de infección ya que, además de ser muy contagiosos, existen ácaros que pueden afectar tanto al can como a los humanos que conviven con él en casa. Puede ser el caso de las garrapatas, que son de mayor tamaño.

Es decir, si nuestra mascota tiene a estos microscópicos animalitos recorriendo su cuerpo es posible que nosotros también los acabemos teniendo. Es por eso que, aunque en la inmensa mayoría de casos estos problemas suelen tener fácil solución, se debe acudir cuanto antes al veterinario de confianza para poner fin al problema y que no se agrave la situación.

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¿Cuáles son los ácaros más frecuentes?

Existen muchas clases de ácaros que pueden afectar a los animales -y hasta a los humanos-, provocándoles enfermedades dérmicas tan molestas como aparatosas. Los microorganismos más comunes en los perros son aquellos que producen las sarna, especialmente la sarna sarcóptica, la más común, producida por el ácaro Sarcoptes. Se trata de una enfermedad que se contagia fácilmente por el contacto con otros canes o elementos que se encuentren infectados. Es decir, un simple paseo por el parque podría desencadenar el problema. Los perros son alérgicos a su saliva y excremento y, por ello, comienzan a rascarse y morderse con fuerza hasta provocarse graves heridas, inflamaciones, enrojecimientos, caídas de pelo...

Otra de las infecciones más frecuentes es la producida por el Otodectes cynotis, conocido como el ácaro del oído. Además de ser muy común, tanto en perros como en gatos, esta afección es fácilmente reconocible y muy contagiosa, por lo que un contacto fugaz con otro perro con estos parásitos puede bastar para generar una infección. Si el perro se rasca la oreja y ladea la cabeza más de lo habitual, como clara señal de desesperación, es probable que se trate de este ácaro, que provoca que aparezca un cerumen negro en el oído. Si no se pone remedio, el problema se puede agravar, provocando hemorragias locales, infecciones bacterianas y hasta perforaciones del tímpano que pueden extenderse hasta el cerebro.

¿Cómo se tratan?

Ante la mínima sospecha, hay que acudir rápidamente al veterinario, quien nos recomendará el método de actuación más idóneo. Generalmente, todas las enfermedades parasitarias en mascotas se tratan con insecticidas. En el caso de la sarna sarcóptica, el tratamiento se lleva a cabo con una combinación de champú acaricida y medicamentos, siendo la ivermectina y el amitraz los más comunes.

En cuanto a los parásitos en los oídos, aunque actualmente en las tiendas para mascotas están disponibles numerosos productos para tratar esta afección, es imprescindible que el veterinario sea el encargado de recomendar cuál es el idóneo para atacar la infección. No obstante, para prevenir los ácaros en esta zona tan sensible se pueden tomar una serie de medidas, como limpiar las orejas del perro de forma periódica, así como lavar con frecuencia su camita y accesorios.

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