Golpe de calor y otros efectos indeseables de las altas temperaturas

Un golpe de calor es una emergencia que requiere atención médica inmediata. Pero, además, puede haber otros problemas, como dificultad para dormir, retención de líquidos o dermatitis.

Por Nuria Safont

A pesar de que parece que el exceso de calor nos va a dar una tregua, aún estamos soportando temperaturas muy elevadas que pueden poner en riesgo nuestra salud. De hecho, en las últimas semanas más de una decena de personas han fallecido a causa del calor. Y es que cuando el mercurio pasa de los 25ºC y, sobre todo, cuando se alcanzan temperaturas extremas, nuestro organismo se resiente, aunque se pone en pie de guerra para evitar que sufras. 

Todo se regula en el cerebro, en concreto, en el hipotálamo. Además de provocar la sudoración, el primer mecanismo para no sobrecalentarse, orquesta una rápida reacción interna que permitirá no dañar los órganos vitales. Por ejemplo, el sistema cardiovascular aumenta la frecuencia cardiaca y la dilatación de los vasos para que la sangre fluya más rápido y así expulsar más calor al exterior, protegiendo, de este modo, el corazón. Asimismo, el sistema respiratorio incrementa la frecuencia respiratoria, también para que sea más rápido el enfriamiento. "De lo contrario, todos los órganos estarían recibiendo sangre a 40ºC y esto es lo que ocasiona el daño, ya que la temperatura de nuestro organismo oscila entre 35ºC y 37ºC", señala el doctor Adelardo Cabalerro, director y coordinador del Instituto de Obesidad. Sin embargo, esta respuesta no siempre es suficiente y se puede producir el temido golpe de calor que, aunque es difícil que produzca la muerte, algunas personas tienen más riesgo de fallecer si no se actúa a tiempo.  

Esto se agrava si, además de exponernos al calor, lo generamos también desde dentro. "Si estamos haciendo ejercicio, por ejemplo, la probabilidad es mayor", alerta el doctor. 

¿Es lo mismo golpe de calor que insolación? 

El golpe de calor y la insolación no son lo mismo. El primero es un cuadro muy grave que puede darse aunque no estemos expuestos al sol directo. "Por ejemplo, si nos encontramos dentro de un vehículo parado, ya que este se convierte en un horno en verano, incluso si está en marcha y no hay una buena ventilación. O si estamos en casa y no hay un adecuado acondicionamiento térmico que enfríe la casa", señala el especialista. Para que se produzca una insolación, en cambio, debe haber una exposición solar continua. Esta última causa, además, enrojecimiento de la parte del cuerpo expuesta, normalmente, la cabeza, y puede desencadenar cefaleas y migrañas en individuos predispuestos. 

La lipotimia, por su parte, es una caída brusca de la tensión arterial que puede darse también debido a las altas temperaturas  y que produce un leve desvanecimiento, generalmente, sin pérdida de consciencia. No suele ser un problema que necesite asistencia médica. "Normalmente, con tumbar a la persona que la ha sufrido boca arriba, con las piernas elevadas, abanicarle y ofrecerle algo de algua -si está consciente- será suficiente", indica el doctor. 

Cuando hay que llamar al 112

Reconocer los síntomas de un golpe de calor es esencial para saber si tenemos que llamar a emergencias o acudir rápidamente a un centro de salud. Estas son las señales de alarma. Si las reconoces, "sí, no hay que dudarlo y hay que llamar a una ambulancia, ya que el golpe de calor es una situación que requiere una atención médica inmediata", recuerda el doctor Caballero. 

  • Sudoración: por sí sola, no es un síntoma de alarma, ya que es el primer mecanismo para refrigerar el cuerpo. 
  • Deshidratación: se manifiesta con sed, sequedad, que puedes notarla en la boca sintiéndola más pastosa, calambres musculares, dolor de cabeza, mareo y, en casos extremas, confusión. Se produce como consecuencia de la pérdida de sales minerales a través del sudor.
  • Taquicardias: el corazón bombea sangre más rápido para intentar enfriarla. 
  • Hiperventilación: la respiración se vuelve más agitada debido a que hay una broncodilatación.
  • Hipertermia: el cuerpo alcanza temperaturas elevadas pudiendo llegar hasta los 40ºC e, incluso, superarlos. 
  • Confusión, desorientación: la elevada temperatura del organismo afecta al sistema nervioso central y el paciente puede desorientarse, perder la consciencia e, incluso, entrar en coma. 

Si observamos que alguien lo está sufriendo, hay que poner al paciente en la sombra, tumbado sobre el suelo y cerca de un aire acondicionado o abanicarle, refrescarle con paños húmedos y darle de beber -solo si está consciente- mientras se espera la llegada de los equipos sanitarios. 

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Consejos para combatir las altas temperaturas 

Aunque, como decíamos, fallecer por un golpe de calor no es habitual, ya que existe tratamiento para recuperar al paciente, debemos recordar que la mejor manera de evitar que se produzca es la prevención. Estas son las medidas más eficaces contra el calor: 

  • Mantenerse bien hidratado. Esto significa, beber agua aunque no se tenga sed, ya que esta es un síntoma de que ya se está produciendo deshidratación. 
  • Evitar las comidas copiosas, hacer varias al día y, preferiblemente, con alimentos que contengan un gran porcentaje de agua para mejorar la hidratación. 
  • No salir en las horas centrales del día (de 12 a 17) ya que son las más calurosas. Si es inevitable caminar siempre por la sombra, hacer descansos y beber agua. Usar protección solar, ropa ligera que permita la transpiración, proteger la cabeza y la vista con gorra, sombrero y gafas de sol. 
  • Evitar el ejercicio físico, sobre todo, en las horas centrales del día. 
  • Ventilar la casa en las primeras horas de la mañana y por la noche, y bajar las persianas en las horas de más calor. 
  • Prestar especial atención a las personas ancianas, las embarazadas y los lactantes, población de mayor riesgo. Deben estar bien hidratadas y mantenerse en un lugar fresco. Si se sufre obesidad o se está recibiendo algún tratamiento médico, como quimioterapia o diuréticos, también hay que extremar la precaución. 
  • Mantener los medicamentos en un lugar fresco y seco, ya que el calor puede alterar su composición y sus efectos. 

Otros problemas de la ola de calor

Además del golpe de calor, la insolación, o las quemaduras solares, las altas temperaturas propias del verano también acarrean otros problemas:

Dificultad para dormir. Cuando hace mucho calor, nuestro cerebro, en concreto, el hipotálamo, no puede controlar adecuadamente la temperatura. Eso impide que podamos conciliar el sueño y tengamos problemas para dormir bien, su calidad se deteriora, haciendo que al día siguiente no sintamos más cansados.  

Irritabilidad. El exceso de calor también afecta a nuestro estado de ánimo, haciendo que nos sintamos más irritables. Si a ello le sumamos que no hemos descansado bien, nuestro humor estará por los suelos. Estudios recientes también han observado que aumenta la agresividad, los trastornos obsesivos compulsivos y los delirios. 

Dificultad para conducir. Cuando suben las temperaturas el impulso nervioso se propaga más lentamente, originando cansancio y fatiga. “Se ha demostrado que el calor de más de 30 grados es una de las principales causas de somnolencia al volante, y por lo tanto de accidentes de circulación”, comenta el doctor Carlos Tejero, de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Dolor de cabeza. También es frecuente. El exceso de sol puede desencadenar el dolor, sobre todo si se es propenso. Además, “los cambios de temperatura generados por el aire acondicionado, la ingesta de alimentos especialmente fríos como los helados o dormir mal como consecuencia del calor”, explica el doctor David Ezpeleta de la SEN.

Dermatitis en los niños. Es frecuente que se produzca debido al calor. Las glándulas sudoríparas se obstruyen y aparecen granitos. 

Retención de líquidos. Debido a la vasodilatación que se produce para intentar compensar la temperatura interna. 

Calambres o dolor muscular. Por la pérdida de sales minerales a través del sudor. 

Así que, ya sabemos, si queremos evitar sufrir, hay que atender a los consejos para combatir las altas temperaturas y cruzar los dedos para que no se produzca una nueva ola de calor. Eso sí, las próximas las soportaremos mejor, porque el cuerpo se adapta mejor cuando ya ha atravesado una anterior.