Joaquín Torres apuesta todo al blanco en uno de sus últimos proyectos de decoración de interiores

El prestigioso arquitecto y diseñador se ha encargado de la reforma integral de un apartamento de 130 metros cuadrados, ubicado en uno de los edificios más icónicos de la capital: la Torre de Madrid

Por Raquel Sáez

No es la primera vez que traemos a estas páginas a Joaquín Torres, uno de los arquitectos más conocidos de nuestro país, con una amplia trayectoria nacional e internacional y fundador, junto a Rafael Llamazares, de A-cero, el estudio desde donde idean infinidad de proyectos que tienen que ver no solo con la pura concepción espacio-arquitectónica, sino también con el diseño de interiores.

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En esta ocasión, queremos presentarte uno de sus últimos proyectos realizados en Madrid en uno de los edificios más icónicos de la capital: la Torre de Madrid, en Plaza de España. En este singular espacio se ha encargado de la reforma integral de un apartamento de 130 metros cuadrados que, tras la transformación, se ha convertido en un espacio actualizado, joven, fresco y con altas dosis de funcionalidad.

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Lo primero que llama la atención es la elección del color blanco como elemento vertebrador tanto de los espacios como de la decoración, un elemento cromático que el diseñador maneja a la perfección para dotar de continuidad y unidad visual a toda la vivienda. Un color nada fácil de trabajar (aunque es uno de los colores de tendencia en la decoración de interiores) porque, aunque aporta una enorme luminosidad a la vivienda, puede resultar frío.

Pero no es el caso que nos ocupa. En toda la vivienda se puede percibir un cierto sentido escultórico en la concepción espacio-decorativa, una característica, por otro lado, que está muy presente en la obra arquitectónica de Joaquín Torres.

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El apartamento se organiza en dos espacios diferenciados a partir del hall de entrada: por un lado, un espacio que podríamos definir público o de estar, y que está compuesto por la cocina unida a un espectacular salón-comedor; y, por otro, una zona más privada compuesta por dos dormitorios, cada uno de los cuales tiene su propio vestidor, un cuarto de baño en suite en uno de los dormitorios, y otro independiente, ubicado en el pasillo. Este último se ha aprovechado al máximo para ubicar armarios que quedan perfectamente disimulados.

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El amplio salón-comedor-cocina se ha concebido como una estancia diáfana, pero al mismo tiempo bien delimitada, buscando la funcionalidad y el concepto polivalente de los espacios: así, nos encontramos con una zona para ver la televisión o leer; un área de trabajo con una llamativa cocina que puede ocultarse detrás de un gran panel corredero y un original mueble que se integra en la cocina, pero que al mismo tiempo se prolonga en una mesa de comedor. Rodeando todo este espacio se sitúa un balcón con unas excepcionales vistas de Madrid. Por último, y como no podía ser de otra manera, este gran apartamento dispone también de un sistema de domótica que controla tanto la iluminación como la seguridad de toda la vivienda.