Encastrados, de un seno, de dos... Este accesorio fundamental ha dejado de ser únicamente práctico para aportar también un plus estético a tu cocina. ¿Quieres verlo?
Fregar, enjuagar, escurrir, cortar, limpiar alimentos... el fregadero es uno de esos elementos imprescindibles en la cocina. Y no solamente por su evidente sentido práctico, sino también porque es un accesorio que, en los últimos años, ha cobrado también protagonismo por su esmerado diseño y su perfecta integración estética en el conjunto de la cocina. No importa ni cómo la tengas distribuida, ni el tipo de encimera que hayas elegido, ni si el estilo decorativo es vanguardista o rústico, hoy en día el mercado ofrece verdaderas maravillas adaptables a cualquier lugar y condición.
Foto: Villeroy & Boch
Los materiales son muy variados y este es un aspecto que deberás tener en cuenta a la hora de elegirlo. Aunque el rey indiscutible siga siendo el acero inoxidable por sus evidentes ventajas de resistencia a los golpes y a los cambios bruscos de temperatura (sólo hay una pega: suele rayarse con relativa facilidad), poco a poco se van introduciendo otros materiales como, por ejemplo, los sintéticos (fabricados a base de resinas, fibras y otros materiales), los de gres (muy resistentes, aunque todavía algo caros), acero esmaltado, mármol o los de cerámica (suelen ser más utilizados en residencias de campo para dar a la cocina un aire rústico).
Foto: Villeroy & Boch
En cuanto a la instalación, hoy por hoy, las soluciones son múltiples, dependiendo del tipo de cocina que tengamos: pueden ser encastrados (la más habitual), bajo la encimera (es decir, la pileta se fija por la parte de debajo de la encimera) o integrado (el fregadero se sitúa al mismo nivel que la encimera, formando un todo compacto). Igualmente, la variedad de formas y tamaños es proverbial: de un seno, de dos, cuadrados, redondos y, todos ellos, con útiles accesorios para simplificarnos la vida en la cocina... ¡que falta nos hace!, ¿no crees?
